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Tejer una red mundial para no dejar a ninguna atrás, el reto del feminismo

EFE

Zaragoza —

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La tormenta de ideas con la que se han cerrado las I Jornadas Internacionales Feministas ha puesto de manifiesto que el feminismo tiene muchos “frentes abiertos”, pero también un reto concreto: tejer redes a nivel mundial para que este movimiento crezca de forma exponencial sin dejar a ninguna atrás.

Sumar fuerzas, en definitiva, y trabajar juntas para extender el feminismo, que no es sólo la lucha por la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, sino una manera de ver el mundo y la economía.

Y, en este reto, España puede tener un papel de liderazgo por haber desarrollado una “metodología de inclusión”, ha afirmado Katerina Sergidou, investigadora en la Universidad Panteion de Atenas.

Ella ha sido una de las ponentes que han participado en esta mesa donde se han lanzado ideas sobre cómo el feminismo puede cambiar el mundo. Una tormenta de ideas donde se ha puesto de manifiesto que en estas jornadas no estaban todas. Han faltado, por ejemplo, las mujeres del medio rural o las prostitutas, un asunto que ha generado mucho debate.

Pero, más allá de las diferencias, sobre las jornadas ha sobrevolado una misma idea. Las mujeres deben unirse para expandir el “virus del feminismo” por todos los países desde el convencimiento de que la diversidad y la pluralidad de este movimiento es “una fuerza”. Es algo que suma, incluso, multiplica, ha indicado la filósofa Clara Serra, presidenta de la Comisión de la Mujer en la Asamblea de Madrid.

“Muchas veces serán protagonistas unas, por ejemplo, las mujeres argentinas, y otras veces serán las mujeres trans, y todas debemos estar detrás, porque nos representan a todas”, ha comentado.

Porque el feminismo debe ser ejemplo también de “debate público”, donde las mujeres, aun no estando totalmente de acuerdo, sean igualmente compañeras, ha añadido.

También Justa Montero, activista de la Asamblea Feminista de Madrid, ha insistido en este argumento. “En el movimiento estamos todas, algunas más invisibilizadas, pero estamos todas”, ha ahondado.

Y esto requiere que el feminismo cree redes a nivel mundial y se pregunte qué políticas de cooperación debe impulsar para ayudar a las mujeres en los países donde están más oprimidas. “No podemos dejar a ninguna atrás y encerrarnos en nuestra torre de marfil porque aquí estamos consiguiendo logros cuando hay otros países donde están luchando por la supervivencia”, ha señalado Marina Sáenz, profesora de Derecho en la Universidad de Valladolid y activista transexual.

Y ha lanzado también un mensaje para los hombres: “En una sociedad igualitaria vais a vivir mejor”.

No ha habido un decálogo de conclusiones en estas I Jornadas Internacionales Feministas que durante dos días ha reunido a 50 ponentes de diferentes países y a más de 500 asistentes, porque el debate ha sido tan intenso y tan numerosas las propuestas que resumirlas sería “una atrevimiento”, ha indicado Justa Montero, quien ha cerrado esta mesa.

Eso sí, ha habido una idea que ha surgido con fuerza: la movilización feminista apela a la lucha continua de todas las mujeres. Es un movimiento “internacionalista” e “intergeneracional” que ha llegado para “cambiar absolutamente todo”. Para “romper fronteras”.

Esta tormenta de ideas, donde ha habido una gran participación del público, ha acabado con el auditorio en pie, aplaudiendo y gritando: 'Que viva la lucha de las mujeres'.

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