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Ariadna, Marieta y Clara: la rebelión de tres niñas contra los deberes

Camilo y su hija Clara haciendo un puzzle. / Foto cedida

Sofía Pérez Mendoza

Ariadna tiene 10 años y hay días que le dan las nueve de la noche haciendo deberes. “A veces se agobia”, admite Màrius Sullana, su padre. Este fin de semana la familia al completo –tienen otro hijo, Ausiàs, de siete años– se rebela contra la carga de trabajo fuera del horario del cole, como propone la Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa).

En el centro de Ariadna y Ausiàs, en Valencia, la Asociación de Madres y Padres ha trabajado en una acción en bloque a partir de la propuesta de Ceapa y calculan que un 30% de los niños y niñas llevarán las tareas sin hacer el próximo lunes con un justificante que reivindica disponer de tiempo libre los fines de semana.

“Nosotros se lo hemos comunicado a los tutores de nuestros hijos y la respuesta ha sido buena. No se han comprometido a no poner tareas de momento pero respetan la decisión. A ver si conseguimos convencerles”, explica Màrius.

Mientras habla, se para un momento y justifica: “Entendemos que los docentes son los expertos pero con quienes trabajan es con nuestros hijos. Esta acción es una forma de abrir el debate y mostrar que como familias queremos participar de él”.

¿Una injerencia en el trabajo docente?

Este padre desliza entre líneas el sentir de algunos docentes, como el del equipo directivo del centro de sus hijos, que consideran que estas acciones pueden tomarse como una injerencia de las familias en las decisiones de los maestros.

Una profesora de un colegio de Ayamonte (Huelva) ha criticado en una carta abierta que esta huelga pone a los docentes “en el punto de mira”. Para ella, Ceapa está perdiendo oportunidades para aprovechar su potencial como nexo entre la comunidad educativa y las familias, necesarias para abordar la situación que han dejado los recortes educativos.

Para Helena García, profesora de Filosofía de un instituto en Galicia, esta huelga sirve precisamente para “dar un toque de atención de que el sistema educativo no vale”. Y prosigue: “Es repetitivo y obsoleto y los niños se aburren. Que eso pase es el peor escenario posible para el aprendizaje”, explica García, que además de docente es madre de una adolescente de 15 años, estudiante de la ESO.

Su hija Marieta ha decidido, con el apoyo de su madre, dejar caer el boli este fin de semana y los próximos de noviembre. La rutina diaria, cuenta Helena, es que Marieta se encierre a las tres y media de la tarde en su habitación a hacer las tareas. Todos los días. Los planes familiares del fin de semana dependen de cómo de llena tenga la agenda de deberes y exámenes. “Está cansada y tiene su tiempo libre muy limitado. Monta a caballo y ha pasado de ir tres días a solo uno, para poder salir el viernes con sus amigas”, explica.

Helena vive con esa dualidad que le concede ser a la vez profesora y madre. Y también se pone en el lugar de los maestros. Los del instituto de Marieta “no han manifestado ninguna postura respecto a la huelga”. Creo que los profes tienden a obviar el tema, pasarlo por algo. Algunos no se plantean otra manera porque tienen demasiados alumnos y pocos recursos“, justifica. Ella asegura que nunca manda deberes para casa, pero admite las dificultades. Tiene un grupo de 39 estudiantes.

Horas lectivas para las tareas

Clara, una chica de 3º de la ESO, sabe que no llevar hechos los deberes el lunes le va a penalizar. Sus profesores pasan lista para comprobar que han cumplido y eso forma parte de la nota. “Hay una profe que lleva diciendo desde hace más de 15 días que no está de acuerdo”, cuenta su padre, Camilo Jene.

“Mi postura en este sentido es radical. No debe haber nada, todo lo que se hace en la escuela se debería terminar en la escuela. Si nos demostrasen que los deberes son necesarios, que haya una hora lectiva donde se hagan”, argumenta. Defiende, como lo hace Ceapa, que la “educación no solo tiene que ser formal y curricular”. Ir a un museo educa, pero no solo eso. Pasarse por la asociación de vecinos o ayudar a comer a una persona mayor, también“, añade.

Este arquitecto padre de tres hijos –los mayores ya no tienen deberes– subraya la “desigualdad” que provocan las tareas que exceden al horario escolar. “Hay niños y niñas cuyas familias pueden estar encima, ayudarles, apoyarles, decirles que los hagan, mandarles a academias de apoyo... y otras que no”.

En el instituto de Clara el debate entre las familias no se ha organizado aún. Camilo no sabe cuántas se van a sumar a la acción, no se ha hablado. Ante esta incertidumbre, Màrius Sullana, aprecia los pasos que sí ha dado el colegio valenciano de sus hijos: el año pasado se empezó a hablar de los deberes en el Consejo Escolar y la reflexión ya se ha planteado a la dirección. Según este padre, en Valencia hay centros que han conseguido arrancar el compromiso de los profesores de no encargar tareas a los estudiantes al menos durante los fines de semana de este mes como punto de partida.

Otras formas de organizarse

Justo en este punto están en el colegio de Leire, de seis años, que estudia en Valladolid. Su maestra se coordina con la otra profesora del grupo para poner algunas tareas solo en días alternos y dejando los viernes, sábados y domingos libres de deberes.

“Me parece una organización estupenda y es un alivio no tener que contar con una mochila a cuestas y hueco para las tareas cuando nos vamos por ahí el fin de semana”, dice María, la madre. Cuenta además que cuando Leire estaba en Infantil, estudiaba por proyectos y aprendía “cantidad de cosas. No traían deberes de copiar, sino de curiosear, buscar, enterarte de algo y después contarlo en la clase. El problema es el sistema educativo”, zanja.

Los efectos de la huelga están por ver pero de momento el ruido mediático ha llegado hasta las páginas del diario británico The Guardian que se ha hecho eco de la iniciativa. El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, también ha sido preguntado por el tema en su estreno como portavoz del Gobierno. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este viernes, ha reconocido que el debate “hay que tomarlo con tranquilidad y sosiego y puede formar parte del pacto educativo”, aunque por lo pronto considera que “estas medidas no son las correctas”.

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