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El limbo legal de la ayahuasca propicia el 'boom' de ceremonias para consumirla en España

Una ceremonia ayahuasquera.

Belén Remacha

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Todos aquellos que han tratado de alguna manera con la ayahuasca sitúan a finales de los 90 el inicio de su 'boom' en España. Aunque ya había llegado otros veinte años atrás a algunas comunidades. “Ayahuasca” es el nombre que se le da tanto a la liana de la planta Banisteriopsis caapi, como al líquido resultante de su decocción con otra, Psychotria viridis. Contiene DMT, una sustancia que sí figura como fiscalizada en el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 y, por tanto, en la mayoría de legislaciones sobre drogas. Por eso, todos estos años se han producido varias detenciones en Barajas de gente que la traía de lugares de América Latina. Pero en ningún caso los detenidos han sido condenados por tráfico, porque la ayahuasca, como otras plantas psicoactivas, no está sujeta a control internacional y queda en un limbo legal en el que no se le considera oficialmente una droga.

“Lo que se ha popularizado en occidente es la decocción de las dos plantas. La DMT sintética o extraída sí está prohibida, pero ninguna planta que la contenga. Por eso, a veces en los escáneres se ha detectado la DMT y ha habido problemas, pero no hay jurisprudencia que haya condenado a nadie por la ayahuasca”, explica el investigador José Carlos Bouso, doctor en Farmacología y miembro del International Center for Ethnobotanical Education, Research, and Service (ICEERS).

La ayahuasca, además de traerse en la maleta desde la selva de Brasil o de Colombia, actualmente se puede adquirir por internet. “Hace más de 20 años que las religiones ayahuasqueras se fueron expandiendo por el mundo. Pero la popularización no viene de las iglesias, sino de la gente que viaja a la Amazonía y la trae o la usa aquí, o de chamanes que vienen a Europa y organizan tomas. Todo se ha complejizado mucho. Y, como en todas partes, hay de todo: personas comprometidas con la medicina tradicional amazónica, y algunas que solo buscan negocio”, sigue Bouso.

'Retiros' de 190 a 670 euros

La ayahuasca no tiene un uso recreativo. Se consume –“se toma”, en la jerga– en forma de una especie de infusión pastosa. Pero hacerlo en soledad es raro, como señalan desde ICEERS: lo frecuente es “tomarla” en ceremonias colectivas, junto a otras decenas de personas. En España se les llama “retiros” e incluyen la presencia de un chamán que es quien “da” la medicina, acompañado de “ayudantes” y músicos. Es eso lo que ha proliferado en nuestro país en los últimos tres años: algunos retiros en la Comunidad de Madrid, por ejemplo los organizados por Inner Mastery, cuestan entre 190 y 670 euros, dependiendo si se escoge pernoctar una noche o hasta cuatro, con alojamiento y manutención. Antes habían empezado en Ibiza, que incluso acogió en 2014 la primera Conferencia Mundial de la Ayahuasca. Girona, en 2019, la tercera.

Inner Mastery es un conglomerado dirigido por el argentino Alberto José Varela. Su empresa en España es Gracias Ayahuasca S.L., la más grande del país en el sector. Pero no es la única: cada vez hay más retiros y más gente que los gestiona. En Alicante, David Torreblanca organiza uno cada 15 días de algo más de 24 horas por unos 200 euros, y ahora ya han hecho dos en Madrid, en una finca que alquilan cerca de El Escorial. Torreblanca estuvo en noviembre de 2018 en la Amazonía colombiana, cuando ya llevaba años “tomando”. Entonces volvió a España convertido en “facilitador”, como aquí se llama a los que en América Latina serían “chamanes”. Por sus ceremonias de fines de semana –de lunes a viernes tiene otro trabajo– han pasado, calcula, unas 450 personas a lo largo de este año y poco.

La toma individual no es frecuente porque, además, no es algo agradable: Zara, que ha acudido a uno los retiros de Torreblanca, reconoce que fue ahí porque se lo recomendaron en un entorno de confianza para ella, “y la toma de ayahuasca implica fe ciega y absoluta. Tú no sabes cuál va a ser tu 'proceso'. Cada viaje es personal y el 'proceso' es largo: vomitas, sudas muchísimo, puedes tener paranoias. Necesitas que te cuiden y asistan. No deja de ser un ritual, con sus pasos”. “Si alguien quiere hacerlo de manera lúdica no le sirve: no es bonito. Es precioso el resultado, yo he vuelto tomándome la vida de otra manera, pero el 'proceso' no, o no todas sus fases. No tiene nada que ver con un viaje de droga sintética o una cachimba, aunque desde fuera se vea a gente colocada bailando o algo así”, cuenta. No define lo que experimentó como alucinaciones sino como “visiones”, y también recuerda una sensación de caída libre durante el trance en la que sintió “miedo”.

A los rituales de David han acudido en su mayoría personas alrededor de los 40. Virginia, una de sus 'ayudantes', las divide en tres tipos de perfiles: “buscadores”, aquellos que están experimentado un camino espiritual; los que van “por probar” y no repiten; y gente con adicciones, como a las drogas o al sexo, a quienes los suyos van especialmente dirigidos. Torreblanca asegura estar “sanando a muchísima gente de adicciones”. “Muchas personas que somos facilitadores tenemos en común que hemos pasado por traumas. Yo he pasado por muchos lugares y he tenido adicciones. Por eso, la mayoría de las personas que me llegan son adictos. Puedo comprender y darles el lugar que corresponde, y veo a la gente salir. Aquí nadie juzga ni acusa”. Defiende que “si en este país se viese que con 8 o 10 tomas de ayahuasca y de bufo alvarius –otra sustancia similar que se inhala y que él también ofrece– se deja de ser adicto, que en cuestión de mes y medio o dos semanas se camina por la vida como si no hubieses tenido adicción, las cosas serían totalmente diferentes”.

“Con potencial” pero “con riesgos”

¿Tiene alguna base científica la afirmación de Torreblanca? “La ayahuasca es una sustancia con potencialidad que podría llegar a ser útil en ámbitos como la depresión o las adicciones”, contesta el Doctor Joaquin Solé, psiquiatra de la unidad de trastorno límite del hospital de Sant Pau y que en 2016 participó en una investigación científica sobre las propiedades de la planta, “pero la evidencia empírica es escasa. Hay muy pocos estudios, y con tamaños muestrales muy pequeños”. “Requiere que la administre alguien con experiencia en el manejo y en el trabajo posterior de integración, que más allá de la toma tiene mucho que ver con el tratamiento psicológico. No es un uso recreativo y no se puede poner en manos de gente sin la adecuada experiencia. Incluso asumiendo que se toma realmente ayahuasca: hablamos de un brebaje, con dosis variables. Por lo privado no sabes dónde te metes en muchas ocasiones. Hay gente con responsabilidad y gente sin responsabilidad”.

“Estamos hablando de una sustancia psicotrópica con actividad potencial de alucinógeno. Puedes acabar en urgencias de psiquiatría. Ha habido casos, y tanto que ha habido casos”, sigue Solé. Los efectos secundarios más peligrosos que puede acarrear los relatan desde el Centro Médico Aúpa de Madrid, especializado en adicciones: infarto de miocardio, hipertensión arterial súbita, brotes de psicosis derivados del estado alterado de la conciencia. “En personas mayores de 60 con ciertas circunstancias podría ser fatal”, advierten. E insisten: “Quizá no se le podría considerar pseudoterapia si se hiciera en un hospital, bajo condiciones adecuadas para el tratamiento, con protocolos y un buen reconocimiento como algunos equipos serios están intentando diseñar. Si no, no sirve para todos ni tiene los mismos efectos”. Desde la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas, Elena Campos pone el foco en lo mismo: hay muy pocos estudios y por tanto “si se vende con fines terapéuticos, hablamos de pseudoterapia”.

Que la aplicación de la ayahuasca se extienda más allá de los retiros espirituales y llegue algún día a la sanidad es algo que no es descartable, precisa el Doctor Solé. Pero todavía remoto. “Hay quien busca conseguir estudiarlo en poblaciones clínicas, que es lo que falta”, razona el Doctor Solé, “pero hay muchos escollos legales: el primero por ejemplo es que no hablamos de una pastilla, es muy difícil administrar en un laboratorio cosas no tipificadas ni estandarizadas. Pero hay grupos de trabajo, hay gente interesada en hacerlo y quizá algún día se consiga”.

También Solé puede confirmar la proliferación del último lustro: “Yo empecé a estudiar la ayahuasca en 2015. En estos últimos años la cantidad de pacientes que te lo consultan como opción se ha multiplicado. Hace 5 años ponías en Google 'ayahuasca' y no encontrabas casi nada; ahora podrías irte este fin de semana mismo en Barcelona, si quieres. Algo está pasando con la ayahuasca, sí”.

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