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Los científicos califican de “desastre” la propuesta de Vox para recuperar el ecosistema del Mar Menor

Imagen de Sentinel del Mar Menor.

Raúl Rejón

La propuesta planteada este lunes por el Grupo Parlamentario de Vox en el Congreso de abrir los canales que conectan el Mar Mediterráneo con el Mar Menor para que entre agua es una vieja idea ya propuesta, analizada y descartada por los científicos al considerarla, básicamente, perjudicial para el ecosistema. “Un desastre”, ha comentado algún investigador al ver la iniciativa de nuevo aireada.

El pasado 16 de diciembre, los diputados de Vox firmaron una Proposición No de Ley para que se “ejecutaran” algunas medidas que, defienden, ayuden a “la mejora” del Mar Menor. La primera de ellas es “abrir las golas o canales que facilitan el intercambio de agua entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor”. 

“Eso es un desastre”, describe la directora de la Fundación Nueva Cultura del Agua, la bióloga Julia Martínez, que ha formado parte del Comité Científico Asesor del Mar Menor. La idea está específicamente rechazada en la Estrategia de gestión integrada de zonas costeras del Mar Menor del Gobierno de Murcia: “Debe descartarse el incremento de forma masiva de entrada de agua del Mediterráneo a la laguna”, establece el documento oficial. 

Las golas son los puntos por los que la laguna se comunica con el mar, y los sedimentos van cerrando esas compuertas. No es nueva la tentación de dragar los canales para que entre agua en grandes cantidades y disuelva la contaminación por fertilizantes agrícolas que llega al Mar Menor y que es la primera piedra de la degradación ecológica.  

En 2017, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) realizó un estudio específico sobre este asunto y concluyó que la medida “podría tener incluso consecuencias más negativas para la preservación del ecosistema marino del Mar Menor tal y como lo conocemos”. Las conclusiones fueron expuestas en el Comité Científico del Mar Menor en 2017.

Uno de los autores de aquel análisis, Eugenio Fraile Nuez, cuenta este martes –un día después de la PNL– que “ya dijimos que no estábamos de acuerdo con una apertura adicional porque sería negativo para el ecosistema”.

El Mar Menor es un hábitat específico que se caracteriza por ser muy salino y cálido, producto, precisamente, de estar semicerrado respecto del Mar Mediterráneo. Su riqueza proviene de la adaptación a esas características.

El agua del Mediterráneo es “mucho menos salina”, aclara este doctor en Ciencias de Mar, por lo que una entrada masiva “modifica drásticamente las condiciones del ecosistema. No hace falta una medida tan agresiva con una obra de ingeniería así”, insiste Fraile Nuez. “Y menos sin un estudio exhaustivo previo”. 

En ese sentido, la Estrategia publicada por el Ejecutivo de la Región de Murcia también explica que, en caso de que “se plantee una recuperación del calado de las golas [que pase más agua] se requerirá un estudio científico sobre la tasa de renovación de agua, su incidencia en el ecosistema y su aportación a la restauración de la ecología lagunar”.

Los análisis del IEO de 2017 explicaban incluso que dos de estas golas, la de las Encañizadas y Marchamalo “tienen una contribución mínima a la tasa de renovación lagunar”, es decir, del cambio de agua del Mar Menor. Por tanto “no serían necesarias medidas artificiales adicionales de ingeniería”.

Sin embargo, la propuesta del grupo de ultraderecha pide reabrir la golas “a su dimensión de 1950, con lo que se obtendría la alimentación de agua procedente del Mediterráneo”, dicen. El investigador del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura –perteneciente al CSIC–, el doctor Gonzalo González Barberá, remacha que “desde la perspectiva de la tierra, eso sería esconder un problema debajo de la alfombra: no va resolver el problema porque su origen está tierra adentro”. 

Y lo que hay tierra adentro es un sistema de explotación intensiva de agricultura de regadío. La aplicación creciente y a gran escala de fertilizantes a base de nitrógeno en esas explotaciones ha terminado por inundar el agua de la laguna con nutrientes de los abonos: la eutrofización del mar. Esa abundancia ha disparado la proliferación de ciertos organismos en aguas más superficiales, enturbiado el Mar Menor, devastado la flora submarina y privado de oxígeno las aguas más profundas. “Un colapso ecológico”, como lo definió el estudio del Gobierno en 2016. 

Aunque el análisis científico ha sido claro desde hace años: “Podrían observarse síntomas de reversibilidad y mejora de las condiciones del Mar Menor a corto o medio plazo siempre y cuando se produzca una eliminación efectiva y significativa de los aportes terrígenos procedente de la agricultura local”, apuntaba el Instituto de Oceanografía en una reunión del Comité Asesor de febrero de 2017, la PNL de Vox explicita que su objetivo es poder “continuar a pleno rendimiento la actividad motor de la economía murciana”.

Eugenio Fraile Nuez insiste en que, en su informe, “se decía no, no y no a esta opción porque podría suponer, a la larga, convertir el Mar Menor en una bahía del Mar Mediterráneo. Nos cargamos un ecosistema único”.

Repetición de medidas

El resto de medidas con las que el grupo de Vox ha acompañado la idea de forzar la entrada masiva de agua en el Mar Menor son varios programas que ya están contemplados en el Plan Vertido Cero que maneja el Ministerio para la Transición Ecológica.

Entre ellas, se incluye la construcción de “saneamientos separativos” en los municipios que rodean la laguna. Se trata de construir una red específica para aguas residuales y otra para la escorrentía –el agua de la lluvia que discurre por la superficie– de manera que no se mezclen esos caudales, ya que se producen desbordamientos en episodios de precipitaciones intensas. El agua con restos de fertilizante acaba en ramblas que desembocan en el mar. El plan de Transición Ecológica incluso calcula que esta medida (que cae también en las competencias locales y regionales) costaría unos 42 millones de euros para 350 kilómetros de canalizaciones. 

Además, el escrito parlamentario de Vox menciona que se construya una zanja en el perímetro del Mar Menor para drenar el agua que proviene del acuífero contiguo a la laguna. El agua subterránea acumula los nitratos de los fertilizantes aplicados durante años que se filtran al ecosistema. De nuevo, el Plan Vertido Cero “propone una red de drenaje perimetral del acuífero que consistirá en una combinación de zanjas drenantes y pozos”. El agua se bombearía a plantas de tratamiento.

La apertura de las zanjas está calculada en algo más de 20 millones de euros. El resto del sistema para llevar y tratar el agua contaminada lleva el programa a, entre 72 y 85 millones de euros, según recoge el documento de Transición Ecológica ya aprobado, pero a la espera de un Ejecutivo con plenas facultades. 

Por último, Vox pide que se creen nuevas infraestructuras para poder seguir utilizando agua del acuífero para regar. La cuestión es que esa agua es demasiado salina ya que, al haberse extraído demasiada cantidad y estar sobreexplotado, el agua del mar llega al depósito. Los agricultores han pinchado el acuífero y desalado el agua.

Ese procedimiento deja como residuo una salmuera muy contaminante cuajada de nitrógeno de los fertilizantes. Por eso se terminó por clausurar las desalinizadoras autorizadas en un principio. Algunas han continuado su actividad de manera clandestina. Así que la PNL habla de “desalobrar las salmueras” y que “por evaporación” queden láminas de sal, “permitiendo el desarrollo agrícola”.  

Vox escribe que “existe la necesidad de evitar que las consecuencias de las actividades agrícolas sigan perjudicando”, pero añade que puede mantenerse a todo ritmo el mismo sistema de explotación que ha provocado el colapso ecológico a base de medidas paliativas. Exactamente lo contrario de lo que afirman los científicos. 

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