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Coronavirus
La crisis de la pandemia deja a España como el país con mayor caída en la esperanza de vida en la UE

Un paciente permanece en una habitación de la UCI de la Clínica Universidad de Navarra, en Pamplona, Navarra, (España), a 10 de noviembre de 2020.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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España ha terminado 2020 a la cabeza en caída de la esperanza de vida entre los países de la Unión Europea a causa de la crisis sanitaria del coronavirus. Concretamente una reducción de 1,6 años para quedar en los 82,4, todavía una de las más altas en el ránking mundial. Así lo constata el informe de seguimiento sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en la UE elaborado por Eurostat, la oficina estadística europea. El estudio refleja que el elevado exceso de mortalidad en 2020 ha reducido la esperanza de vida en la UE, en particular en la población mayor de 60 años, así como entre las personas de grupos socialmente desfavorecidos.

El informe calcula que “entre marzo y diciembre de 2020 se produjeron casi 600.000 muertes de más en la UE en comparación con el mismo período entre 2016 y 2019”. Como consecuencia, “la pandemia de la COVID-19 ha provocado una reducción de la esperanza de vida en 2020 en la mayoría de los Estados miembros, sin embargo, con considerables diferencias geográficas”.

Las mayores reducciones de la esperanza de vida en comparación con 2019 “se observaron en España (-1,6 años), en Rumanía y en Bulgaria (-1,4 años)”, según el informe, mientras que la influencia de la pandemia en la esperanza de vida es menos evidente en otros Estados miembros. Como resultado, “se calcula que la esperanza de vida al nacer en la UE, según estimaciones provisionales basadas en los datos disponibles de los Estados miembros para 2020, ha disminuido en 0,9 años, de 81,3 años en 2019 a 80,4 años en 2020”.

Más caída en hombres que en mujeres

En el caso de España. en 2019 la esperanza de vida era de 84 años y en 2020 cayó hasta los 82,4 años aunque sigue siendo de las mayores del mundo.

“Los hombres parecen haberse visto afectados un poco más (- 1,0 años) que las mujeres (- 0,8 años)”, afirma el estudio de Eurostat: “Aunque la caída de 2019 a 2020 significa una reducción del 1,1% en la esperanza de vida al nacer, los años de vida restantes esperados a quienes tienen 65 años se redujeron en un 4%. Los hombres mayores se vieron especialmente afectados, con una caída del 5,5% en su esperanza de vida restante a los 65 años”.

Como explica el comisario de Finanzas de la Comisión Europea, Paolo Gentiloni, el informe analiza singularmente el impacto de COVID-19 en el progreso hacia los Objetivos de la Agenda 2030. “Por ejemplo, el número de jóvenes de 15 a 29 años que no están empleados ni en educación y formación aumentó del 12,6% en 2019 al 13,7% en 2020. En el lado positivo, los planes de trabajo de jornada reducida [como los ERTE en España], en muchos casos apoyados por el programa SURE de la Comisión Europea, han ayudado a amortiguar el impacto de COVID-19 en el mercado laboral, y el desempleo aumentó solo 0,4 puntos porcentuales en 2020 en comparación con 2019”.

El informe, en todo caso, muestra un progreso en la reducción de la pobreza y la exclusión social para el período de 2015 a 2019. En estos años, la UE redujo el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social en 12,7 millones. “Estábamos en una mejor posición para enfrentar la crisis del COVID-19”, afirma Gentiloni: “En general, la pandemia de COVID-19 ha dificultado aún más el avance en los objetivos de desarrollo, pero estoy convencido de que las medidas sin precedentes que estamos tomando, en particular a través del NextGenerationEU [fondos europeos], nos volverán a poner en la senda para en dos o tres años muchos de los indicadores mostrarán un progreso significativo”.

Otros aspectos: un trabajo no salva de la pobreza

En este sentido, el estudio muestra que “tener un trabajo no es garantía contra la pobreza, porque la pobreza también puede afectar a las personas empleadas”. Así, según la investigación, “la proporción de personas que no pueden escapar del riesgo de pobreza a pesar de estar empleadas, los denominados trabajadores pobres, aumentó casi de forma continua entre 2010 y 2016, antes de volver a caer”.

Según el informe, en 2019, la tasa de pobreza de los ocupados fue del 9%, una disminución de 0,6 puntos porcentuales desde 2014. Sin embargo, las tasas variaron considerablemente en la UE en 2019, con la tasa más baja registrada en Finlandia (2,9%) y la más alta en Rumanía (15,7 %) y España (12,7%). “La probabilidad de que una persona se convierta en trabajador pobre varía según su tipo de trabajo y nivel educativo”, dice el estudio: “Los trabajadores poco cualificados y las personas que trabajan a tiempo parcial o con contratos temporales son generalmente los más afectados”.

En el caso de España, el informe también destaca el compromiso con el cambio climático de sus ayuntamientos a través del Pacto de los Alcaldes por el Clima y la Energía, firmado en 2008. “En 2020, los signatarios del Pacto de los Alcaldes (CoM) representaban a 190,4 millones de personas en la UE, el 42,6% de la población de la UE. Desde 2010, la población cubierta por firmantes del CoM ha crecido de manera constante. En diez Estados miembros de la UE, los signatarios del CoM representaron más de la mitad de la población en 2020. La proporción más alta fue encontrada en Bélgica, con el 94,4% de la población, seguida de Italia con el 72,9% y España con una proporción del 70,4%”.

Además, el estudio señala avances “considerables” en el despliegue de conexiones de red fijas de muy alta capacidad en toda la UE. “La conectividad de la red de capacidad (VHCN), que se refiere a las conexiones de fibra u otras redes que ofrecen un ancho de banda similar, ha mejorado considerablemente desde 2013. Si bien solo el 15,6% de los hogares de la UE disfrutaba de dicha conectividad en 2013, esta proporción ha aumentado considerablemente, alcanzando el 59,3% en 2020”.

Si se sigue a este ritmo, “la UE alcanzará el 100% de cobertura mucho antes de 2030”. Eso es gracias a que la conectividad de VHCN también ha mejorado en las zonas rurales. “Entre 2013 y 2020, la proporción de hogares rurales con conexión VCHN fija aumentó del 3,6% al 27,8% en toda la UE. En cuanto a los Estados miembros, Malta ya había logrado una conectividad del 100% con VHCN fijo en 2020, seguida de Luxemburgo, Dinamarca y España, con más del 90% de hogares cada uno. Por el contrario, las conexiones VHCN fijas estaban menos extendidas en Grecia y Chipre, con solo el 10,2% y el 26,2% de los hogares disfrutando de dicha conectividad, respectivamente”.

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