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La gestión educativa descentralizada ha reducido las desigualdades históricas entre comunidades autónomas

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Daniel Sánchez Caballero

Descentralizar la educación y transferir la gestión a las comunidades autónomas ha ayudado a reducir las diferencias históricas entre regiones en España. Así de categórico se muestra un estudio elaborado por la Fundación Fideas, que ha comparado 16 indicadores educativos desde que se completó el traspaso de las competencias educativas a todas las comunidades autónomas, en el año 2000, hasta la actualidad.

Los 16 indicadores escogidos evalúan los aspectos educativos fundamentales, explican desde Fideas, y van desde las tasas de escolarización a diferentes edades hasta los resultados, pasando por los recursos financieros dedicados a la educación o los procesos educativos (cómo se gestiona la repetición, por ejemplo).

“Hemos mirado los valores absolutos y el Coeficiente de Variación, que mide la variabilidad entre regiones, y en todos los indicadores mejoran los valores y en todos, excepto uno (la tasa de repetición a los 12 años), se ha producido una convergencia entre regiones, se han reducido las diferencias históricas”, explica Miguel Recio, director de instituto y autor del informe.

“Hay una evolución a mejor, provocada por la compensación, que contrasta con el discurso cansino enredado con nacionalismos radicales sobre que la gestión educativa por parte de las autonomías ha supuesto un aumento de las diferencias. En absoluto”, zanja.

Se refiere Recio —sin nombrar a nadie— a posturas como la de Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, que llegó a provocar un debate en el Congreso sobre las “enormes diferencias territoriales” en educación como consecuencia, según él, de “un reparto desigual de los recursos que privilegia a ciertos territorios” y, sobre todo, de “la pasividad y la permisividad de todos los Gobiernos que han elegido, conscientemente, dejar de ejercer sus funciones a cambio de apoyos políticos puntuales”.

La realidad en datos

En el informe de 90 páginas, explica el autor, no se han desagregado datos comunidad a comunidad con ánimo de “no señalar a nadie” en un contexto electoral. Se hará en un futuro.

El análisis aborda la educación a partir de cuatro grandes áreas: escolarización, recursos, procesos y resultados, “siguiendo el modelo de indicadores de la OCDE”, explica Recio, para valorar el contexto educativo. Y la conclusión de comparar los indicadores del año 2000 con los últimos disponibles (según cuál puede ser de 2016 o 2017) es inequívoca: todos mejoran excepto la repetición a los 12 años, tanto en cifras absolutas como en el Coeficiente de Variación (CV), una medida que expresa la relación entre la media de los valores y la desviación estándar (el CV es más alto cuando los datos son más diversos y más bajo cuando hay menos diferencias).

Algunos ejemplos: en el primer ciclo de educación infantil (0-3) la escolarización ha crecido en más de 25 puntos porcentuales y el CV se ha reducido en más de dos tercios desde el 2000. “En las tasas de escolarización se ha producido una práctica convergencia entre todas las comunidades autónomas”, explica el informe.

En datos, esto quiere decir que la comunidad autónoma que menor tasa de escolarización en la etapa 0-3 tenía en el año 2000, Galicia, ha pasado a superar en 2017 a la que mayor tasa tenía en el 2000, Cataluña (están en el 43,6% y el 37,9%, respectivamente, y la media nacional es 36,4%). Lo que en el año 2000 era una diferencia de 26 puntos porcentuales entre ambas se ha invertido.

Es un ejemplo de reducción de diferencias, puntualiza el informe, pero tampoco hay que obviar que aún existen: la comunidad con una tasa de escolarización más alta a día de hoy, Euskadi (52,8%) todavía triplica a la que menos bebés tiene en escuelas infantiles, Canarias (16,6%). “Pero para el conjunto de las comunidades las diferencias se han ido reduciendo”.

Algo similar ocurre con los procesos en el aula, por ejemplo la repetición, aunque es en este apartado donde se sitúa el único indicador que no muestra una reducción de las diferencias entre comunidades autónomas. Es la tasa de idoneidad (el porcentaje de alumnado que está en el curso que por edad le corresponde), que refleja que a los 12 ha bajado 1,5 puntos porcentuales (del 87,2% en el 2000 al 85,7% en 2017) y “un ligerísimo incremento del CV”, según el informe, que se sitúa en 11 puntos porcentuales.

Otro ejemplo son los resultados educativos. En cifras, esto quiere decir por ejemplo que la tasa de graduación en la ESO media en España ha pasado del 73,4% en el año 2000 al 87,3% en 2017 y la diferencia entre las regiones que mejor (Asturias) y peor (Islas Baleares) tasa presentaba en el año inicial de referencia y el último dato disponible ha bajado de 20 puntos de diferencia a 16. En el Bachillerato, la media española ha subido del 46,8% al 55,5% y la desigualdad entre la mejor (País Vasco) y la peor (Islas Baleares) ha pasado de casi 30 puntos porcentuales a 26.

Los recortes ralentizan la convergencia

Esta mejoría, tanto absoluta como relativa, se ha dado en un contexto que a priori no es el más idóneo para ello por dos circunstancias que se han dado en el país en este tiempo, explica Recio. Por un lado, la llegada a España de 800.000 hijos de inmigrantes, que se han incorporado al sistema educativo. Una “inmigración inesperada” que al menos coincidió con una caída de la cohorte de población de alumnos, pero que se integró en el sistema gracias a una ley, la LOGSE, “orientada a la atención a la diversidad que permitió atender a este grupo de alumnos con relativo éxito y sin grandes esfuerzos”.

El otro fenómeno fue la crisis económica, que tuvo un resultado desigual según al área analizada: algunos indicadores bajaron (los recursos destinados, por ejemplo), pero otros subieron (la escolarización en etapas postobligatorias como consecuencia del paro juvenil). Aún así, “los recortes afectaron a la corrección de desigualdades, pero el saldo final comparado con el año 2000 sigue siendo positivo”, explica Recio.

Otra consecuencia de la crisis fue que a nivel de inversión España ha tenido una década perdida en Educación. Los valores, tanto absolutos como porcentuales respecto al PIB, están hoy por debajo de los que había en el año 2009. Ese año España dedicaba a gasto público educativo un 4,99% del PIB y en 2017 (los últimos datos disponibles) un 4,24%. En cifras absolutas, en 2009 dedicábamos 53.895 millones de euros y en 2017 solo 49.458 millones.

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*Este artículo ha sido editado el 27 de mayo a las 12.48 para corregir los datos del último párrafo sobre inversión educativa en España.

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