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El desconocido 'paciente cero': una dificultad añadida para controlar la epidemia de coronavirus en Italia

Aumenta el control sanitario y de cuarentena en el aeropuerto de Sheremetyevo (Moscú) debido al brote de coronavirus en China.

Esther Samper

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Aunque aún no puede hablarse de pandemia, la expansión del nuevo coronavirus fuera de las fronteras de China preocupa a las autoridades sanitarias. Italia se ha convertido en el tercer país del mundo, tras China y Corea del Sur, con el mayor número de afectados por el COVID-19. Como respuesta, el gobierno de Giuseppe Conte ha decidido mantener a 50.000 personas aisladas para contener la epidemia, con una evidente dificultad: no se sabe cómo ha comenzado.

Aunque se pensaba que se había identificado al paciente cero o caso índice (el caso inicial de la epidemia actual en Italia), los análisis de laboratorio han mostrado que el individuo sospechoso no había desarrollado anticuerpos contra el virus, lo que indica que no había estado previamente infectado. Por el momento, se desconoce quién podría ser el paciente cero.

“Desafortunadamente, la persona que se consideraba el paciente cero no lo era. Necesitamos buscar en otros lugares. Estamos siguiendo dos hipótesis y estamos tratando de comprender si una de las dos es correcta”, ha explicado el presidente de la región italiana de Lombardía.

¿Por qué es importante el 'paciente cero'?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado su preocupación por la aparición de nuevos casos de COVID-19 sin vínculos epidemiológicos claros con China y su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, alerta de que se está acabando el tiempo (la “ventana de oportunidad”) para contener al coronavirus. El desconocimiento de la identidad de los pacientes cero, como en el caso de Italia, dificulta el control de la epidemia.

Como explica Ignacio Rosell, médico especialista en medicina preventiva y salud pública, profesor asociado Universidad de Valladolid: “La identificación del 'paciente cero', que también llamamos 'caso índice', es relevante para entender el origen de la epidemia y también para delimitar con mayor certeza los mecanismos y probabilidades de transmisión”.

Rosell aclara, además, que el paciente cero: “puede no ser un 'paciente' en sentido estricto. Puede no haber requerido atención sanitaria, sino haber contagiado desde una forma leve de la enfermedad (la gran mayoría de casos de COVID-19 cursan de esta forma). La no identificación del paciente cero o caso índice no es una situación deseable, porque supone perder información y por la falta de control sobre ese caso. Sin embargo, esa falta de identificación del caso índice no es una situación excepcional, en salud pública puede darse con cierta frecuencia. En ocasiones, y especialmente en enfermedades transmitidas por vía respiratoria, un contacto relativamente casual e inadvertido puede transmitir la enfermedad a una persona especialmente susceptible, y esto resulta muy difícil de identificar. Aunque lo idóneo sería controlarlo, eso tampoco quiere decir que ese caso índice siga contagiando a más personas, depende del período de transmisibilidad en que se encuentre, de sus movimientos y de la susceptibilidad de quien tenga ese contacto. Es posible que ese caso índice ya no sea un problema. Pero al no tenerlo identificado, se desconoce”.

Una de las posibilidades sobre la mesa en Italia es que el virus SARS-CoV-2 está, en realidad, más extendido en dicho país de lo que indican los casos sospechosos y confirmados. Diversos expertos plantean la hipótesis de que en varias regiones de Italia haya tenido lugar una difusión “oculta” del coronavirus. Los síntomas de los pacientes podrían haberse achacado a gripe o resfriados, al no haberse identificado relación alguna con China. Otra posibilidad que no puede descartarse es que el paciente cero fuera capaz de transmitir el virus a las personas de su entorno, a pesar de no tener síntomas, lo que explicaría la dificultad para identificarlo.

Sobre las declaraciones de la OMS, el doctor Rosell explica que: “La 'ventana de oportunidad' es la opción de contener la epidemia en un país, y el hecho de que la enfermedad salte fuera de ese país evidentemente reduce las posibilidades de control. Además, la posibilidad de restringir movimientos a los ciudadanos es más fácil en un solo país que en muchos, con sus diferentes recursos, políticas y leyes. En todo caso, existen normativas de salud pública para actuar en estas situaciones. En España, por ejemplo, la Ley Orgánica de medidas especiales en materia de salud pública confiere la posibilidad de restringir ciertas libertades individuales en beneficio de la salud colectiva”.

La búsqueda con éxito de los pacientes cero en Irán y Corea del Sur

En Irán y Corea del Sur, donde han surgido también dos brotes de coronavirus recientemente, las autoridades han conseguido dar finalmente con los pacientes cero, a pesar de ciertas dificultades.

En Irán, el actual brote de coronavirus cuenta con 43 casos confirmados y 12 muertos. Las autoridades no conocieron la identidad del paciente cero hasta el domingo. El ministro de Salud iraní Saeed Namaki informó de que un comerciante, que falleció por el COVID-19, había transportado el virus desde China hasta la ciudad de Qom. Aunque los vuelos directos entre Irán y China estaban suspendidos, el comerciante había realizado vuelos indirectos, escapándose inicialmente del radar de las autoridades.

Mientras tanto, la segunda mayor epidemia de coronavirus está teniendo lugar en Corea del Sur, donde se han registrado más de 800 casos confirmados y 7 muertos. El gobierno ha declarado el nivel máximo de alerta. La mayoría de los casos se originaron en una secta apocalíptica en Daegu con un líder mesiánico que afirma que llevará a sus seguidores al paraíso en el día del Juicio Final.

Los profesionales sanitarios tuvieron dificultades para confirmar al paciente cero ya que la mujer sospechosa de serlo se había negado inicialmente a realizarse las pruebas para la detección del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) y declaraba no haber viajado recientemente a China. Finalmente, se confirmó que la mujer de 61 años había estado infectada con el virus y que, antes de que el test diera positivo, había acudido a un hotel, a un hospital y a la iglesia de la secta donde también estaban presentes centenares de adeptos. Según indican los análisis epidemiológicos, esta persona era una supercontagiadora, pues fue capaz de transmitir el virus a alrededor de 40 personas.

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