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Detectadas en los Pirineos ondas acústicas provocadas por la erupción del volcán de Tonga

Erupción submarina cerca de la Isla de Tonga.

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El pasado sábado, 15 de enero, entró en erupción el volcán submarino de la isla de Tonga y sus efectos se han propagado por varios puntos del planeta. En España, en los Pirineos, se han detectado unas ondas acústicas provocadas por este fenómeno, según informa el CSIC.

Las ondas producidas por la erupción viajan a unos 8 km/s, por lo que llegaron a los Pirineos a los 20 minutos de producirse la explosión. 16 horas más tarde se produce la llegada de la onda de presión, que provoca una deformación claramente detectada por el sismómetro.

El CSIC cuenta que fueron dos las señales acústicas que llegaron. La primera onda, después de viajar siguiendo el trayecto más corto entre Tonga y los Pirineos, llega a la estación sísmica cerca de las 20:00 UTC. Unas cuatro horas después, se registra la llegada de la onda acústica que había recorrido el globo en dirección contraria, siguiendo pues un trayecto más largo.

El punto de mayor interés de los datos obtenidos en el LSC es que permiten identificar la deformación del suelo producida por el segundo paso, unas 36 horas más tarde, de las ondas de presión, que alcanzan los Pirineos después de haber circunvalado nuevamente la Tierra y viajado uno total de 57.000 km, siendo aún capaces de generar una señal claramente perceptible.

El sábado, cuando el volcán de Tonga entró en erupción, provocó un tsunami en el Pacífico, una pluma volcánica de unos 30 kilómetros de altura y una fuerte explosión. Esta última ha tenido una energía de unos 10 megatones, según la NASA, algo que se traduce, dice el CSIC, en una energía 500 veces superior a la de la bomba nuclear de Hiroshima de la Segunda Guerra Mundial.

Los efectos se han distribuido por todo el planeta, desplazándose como una onda de choque, con una velocidad cercana a los 1100 km/h. Las variaciones de presión al paso de la onda oscilan en general entre 1 y 8 milibares. Esa variación ha provocado cambios en el nivel del mar en diferentes puntos. En España, ha afectado a localidades de las costas de Valencia y Baleares, con variaciones de 50 centímetros de altura.

La deformación del suelo producida por la variación de presión asociada puede ser detectada también por sensores sísmicos, cuyo objetivo principal es el registro de las ondas sísmicas generadas por terremotos. Los datos obtenidos por el sensor sísmico instalado en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC) y gestionado mediante un convenio de colaboración por el instituto GEO3BCN del CSIC, muestran un ejemplo de especial interés de este tipo de registros. Esta estación sísmica se encuentra a unos 17000 km del volcán, relativamente cerca de su punto antipodal, situado en el sur de Argelia.

Al producirse terremotos de gran magnitud, las ondas superficiales generadas circunvalan el planeta, tardando unas 3.5 horas en cada vuelta. Es relativamente habitual detectar dos o tres de estos pasos en sensores sísmicos situados en zonas con poco ruido ambiente. Sin embargo, la detección sísmica de la deformación del terreno producida por el segundo paso de las ondas acústicas es un hecho excepcional, que pone de manifiesto la gran energía de la explosión.

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