Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Distribución de espacios, identidad, visibilización de mujeres: el feminismo se cuela en las aulas

El feminismo y la igualdad también pueden tratarse en la escuela. / Edu Bayer

Daniel Sánchez Caballero

El campo de fútbol como ejemplo de la imposición masculina sobre lo femenino. El campo de fútbol, en el medio del patio de (casi) todo colegio que tenga espacio para uno. El campo de fútbol articulando el ocio y la ocupación de espacios en los centros. Ellos, en el medio pateando un balón. Ellas, donde pueden, alrededor. Es como el ajedrez: domina los cuatro escaques centrales y dominarás la partida.

“Si conquistas el espacio, te estás visualizando como un primer elemento”, explica María Jesús González, responsable de Igualdad de CCOO en Madrid. Ella, profesora de Educación Física, prohibía la práctica del llamado 'deporte rey' en su centro. “No es que estuviera en contra de él, pero proponía deportes alternativos, que nadie dominara, para que todos pudieran participar”, argumenta.

Como González, de manera informal, cada una buscándose la vida ante la falta de un programa central auspiciado por las administraciones, las escuelas y centros educativos han trabajado el feminismo de cara a este 8 de marzo. Específicamente con motivo de la huelga, pero también de manera general colegios e institutos van introduciendo —de la mano de profesoras voluntarias, en la mayoría de las ocasiones— charlas, debates y actividades diversas para trabajar la igualdad a lo largo del curso.

“La administración no se preocupa”

En cada centro han de buscarse la vida. “Desde la administración no se preocupan en absoluto por que se lleve a cabo de verdad lo que aparece en las leyes educativas [sobre igualdad]”, explica Ana Ojea, coordinadora de Igualdad en el Instituto Politécnico de Vigo.

“No se controla. No conozco a ningún inspector educativo que vaya al centro pidiendo un plan de igualdad o que exija que exista. Mientras esto no pase, si la inspección no se preocupa en absoluto de que las cuestiones transversales se cumplan y quede todo al libre albedrío del profesorado y de quien quiera implicarse, habrá poco interés”, argumenta.

Lo cual no quiere decir que no se hagan cosas. Según explican las personas que trabajan en estos ámbitos, lo ideal es hacer una labor transversal, en todos los ámbitos educativos, a lo largo de todo el ciclo educativo, poniendo el foco en un aspecto diferente en cada etapa.

“En infantil se trabaja sobre todo la aceptación de todos y del espacio común”, explica González. “En Primaria se centra en la ocupación de los espacios, especialmente en el patio. Que no sea siempre los niños jugando al fútbol en el centro y las niñas en un rincón hablando. En Secundaria se trabaja el bullying hacia la mujer y las redes sociales, y con las chicas en concreto que no se dejen dominar, algo que se ve mucho últimamente. Por último, en los cursos de Bachillerato se está haciendo un programa para fomentar las carreras tecnológicas y las ingenierías entre las mujeres”.

Y en todas las etapas, en todos los departamentos, maestras y maestros comprometidos fomentan la visibilización de la mujer y sus logros a lo largo de la historia. Lo cual no siempre resulta sencillo, recuerdan los profesores, con unos currículos repletos de contenidos que no dan margen apenas para añadir nuevos elementos.

Incluir a la mujer en el currículum

Esta práctica es una de las que más recomiendan Melani Penna y Yera Moreno en su artículo Breve Decálogo de ideas para una escuela feminista. “A las alumnas del aula les va a ayudar mucho tener referentes de mujeres de todas las materias y especialmente de Lengua y Literatura”, argumentan.

¿Cómo llevarlo a la práctica? “Incluir, al menos, la misma cantidad de libros escritos por mujeres que por hombres en el currículum (...); la misma cantidad de mujeres filósofas que de hombres filósofos en el temario de Historia de la Filosofía (...); feminizar la historia del arte y la cultura: existen artistas, cineastas, historiadoras, fotógrafas (...); habla de ellas, de sus investigaciones y aportaciones a la física, la matemática, la medicina; eliminar libros escritos por autores machistas y misóginos entre las lecturas obligatorias para el alumnado y dar otra visión de los autores más famosos”, explican.

Otras buenas prácticas para centros son no separar los baños de hombres y mujeres para “no estigmatizar los espacios”, no dar la heterosexualidad por supuesta, diseñar asignaturas específicas de educación sexual y equidad de género, actuar sobre los espacios comunes dejando fuera “esos espacios de juegos competitivos que los monolopizan y excluyen a quién no participa de ellos” (como el fútbol), eliminar los códigos de vestimenta o emplear un lenguaje no machista, usando el femenino o el neutro, entre otras.

De cara a este 8 de marzo, actividades ha habido casi tantas como centros. Se han fomentado los debates entre alumnos, las charlas informativas, sobre todo por parte de mujeres. Se han pintado murales en institutos y escuelas, se han hecho vídeos en los que alumnos voluntarios, sin guion, explicaban por qué se consideran feministas. Se han pegado carteles y realizado talleres sobre micromachismos.

¿Sirven de algo estas pequeñas acciones? “A veces encuentras resistencia del alumnado en un primer momento, cambiar conciencias personales es complicado”, afirma Ojea. “Pero cuando ven cómo se trata el tema, cómo cambia el ambiente del centro, acaban llegando”.

Etiquetas
stats