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Doñana: el último refugio para las aves en peligro de extinción

Dos agujas colinegras, una de las zancudas europeas más grandes y vistosas, reconocible por su largo pico.

Asunción Ruiz

Directora Ejecutiva de SEO/BirdLife —

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Doñana representa el último bastión de aquel humedal mítico y salvaje que fueron las marismas del río Guadalquivir, y que hace más de un siglo atrajo a naturalistas y exploradores, como los británicos Buck y Chapman, maravillados por la extraordinaria riqueza biológica y estética de estos parajes. 

A pesar de que desde entonces la transformación agraria ha dejado anchas cicatrices en sus marismas, y las obras de ingeniería hidráulica han desnaturalizado grandes áreas fluviales, Doñana sigue siendo un referente para la conservación de las aves acuáticas en Europa.  

Avalan su gran valor ecológico las figuras de protección que le han sido otorgadas: Parque Nacional y Natural, Red Natura 2000, Reserva de la Biosfera, Sitio Ramsar y Patrimonio de la Humanidad. Estas figuras reconocen la singularidad y la importante representación de ecosistemas marismeños, pero también forestales, fluviales, lagunares y los asociados a los arenales de su entorno, en forma de playas y dunas. A este mosaico de paisajes se le asocia una enorme biodiversidad: hasta 1.535 especies de plantas y 720 de animales vertebrados, de los que 467 son especies de aves, han sido citadas en el espacio protegido. Por eso, Doñana es especial por su alto valor ecológico y biológico, pero también social, histórico, cultural y antropológico. 

Aunque muchos son sus valores y sus matices, cuando pensamos en Doñana, nos llega la imagen del agua y las aves. Y es que este humedal es famoso mundialmente por ser el último refugio de especies amenazadas de extinción y por su extraordinario valor como zona de invernada, paso migratorio y área de reproducción para la avifauna acuática del Paleártico Occidental. Entre sus paisajes destacan alrededor de 30.000 hectáreas de marisma natural que presentan un característico ciclo anual de inundación y sequía. Su situación geográfica, entre Europa y África, convierte a las marismas de Doñana en un lugar de importancia capital para especies de aves acuáticas migratorias de los dos continentes, por lo que llegan a formarse espectaculares concentraciones de decenas de miles de individuos.

En años ecológicamente muy favorables, Doñana es la principal zona de cría de España para las aves acuáticas y una de las más importantes de Europa. Aquí se reproducen alrededor de medio centenar de especies, entre las que se encuentran algunas aves gravemente amenazadas, como la cerceta pardilla o la focha moruna. Entrando al detalle, Doñana es considerada la principal zona de reproducción en nuestro país para especies como el avetoro común y se han llegado a contabilizar 13.000 parejas de flamenco común, lo que representa el 13% de la población europea; 10.000 parejas de morito común, el 9%; y también 2.000 de espátula común, el 18% de la población del continente. 

No menos importante es el valor de Doñana para los cientos de miles de aves acuáticas que arriban cada invierno desde el centro y norte de Europa. A pesar de la sequía, durante la invernada de 2020-2021, en Doñana se contabilizaron casi 527.000 aves acuáticas, lo que supone el 64% de las aves censadas en los humedales de Andalucía. Las marismas del Guadalquivir son la principal zona de invernada de España y una de las mejores de Europa para anátidas como el ánsar común, el ánade rabudo, el ánade silbón o el cuchara europeo, y para limícolas como la avoceta común. Allí pasa el invierno casi el 70% de la población europea de aguja colinegra y el 87% de la de archibebe oscuro.

Nuestra querida Doñana es, en sí misma, una joya de biodiversidad que la sociedad española tiene el deber de preservar y salvaguardar para las generaciones futuras. Por ello, urge poner freno a las amenazas que la empujan hacia el abismo de la inminente desaparición, al menos, tal y como la hemos conocido. 

La mala gobernanza

Aunque aún asociamos Doñana con las “últimas tierras salvajes de Europa”, esta idílica concepción se desvanece ante las evidencias científicas, que alertan de que el humedal afronta algunas de las más graves amenazas sufridas desde su declaración como parque nacional en 1969. Una situación que pone en grave riesgo su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. 

Y es que, a pesar del más de medio millón de aves acuáticas invernantes censadas en la pasada temporada, Doñana está considerada ‘IBA in Danger’, según los datos de Bird Life International. Es decir, es una de las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA) más amenazadas a nivel mundial.

Los análisis de las tendencias de las poblaciones de aves acuáticas realizados por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) nos dan indicadores precisos para llegar a esta conclusión: en el periodo 2004-2021, el 83% de las especies amenazadas para las que se dispone información presentaron una tendencia negativa. Durante el trienio 2019-2021, las poblaciones de aves acuáticas reproductoras han sufrido el mayor desplome conocido desde que Doñana es parque nacional. Por otra parte, durante la última invernada (2021-2022) se han censado 87.488 individuos, el número más bajo en 40 años, según los resultados de los censos aéreos presentados por la EBD.

Los informes técnicos, ninguneados

Dado que las aves son fieles indicadores de la salud ambiental de los ecosistemas, es evidente que la marisma natural del Parque Nacional de Doñana no se encuentra en un buen estado. Once años consecutivos de ciclo climático seco han dejado su impronta y un mal diagnóstico. Las olas de calor y sequías posiblemente continuarán aumentando en intensidad y frecuencia, tal y como recogen los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Pero, por encima de todo, y como venimos denunciando desde hace años en SEO/BirdLife, la mayor amenaza es el saqueo del agua para la expansión de un modelo agrícola de regadío insostenible y la mala gestión hídrica que se hace en el entorno del humedal. 

Pero ¿cómo se ha podido llegar hasta aquí? Una histórica falta de gobernanza ante las continuas infracciones y la dejadez en la aplicación de la legislación autonómica, nacional y las directivas europeas han desembocado en esta situación límite. El diagnóstico, por tanto, no es alentador. La comunidad científica reconoce y describe la afección de la escasez hídrica sobre los hábitats y las especies. También la ciencia afirma que la resiliencia de los ecosistemas ha sido gravemente dañada. La avifauna del espacio natural de Doñana está sufriendo un deterioro extremo, como corroboran los informes técnicos realizados por las Administraciones ambientales nacionales, por la UICN, por el Convenio Ramsar y por la UNESCO; además de los acuerdos suscritos por el propio Consejo de Participación de Doñana o las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.   

Si desaparece Doñana, adiós a las aves

El actual colapso de los ecosistemas acuáticos de Doñana está mostrando el escenario más dramático para un humedal: su incapacidad para albergar aves en su periodo más crítico, la reproducción. Por ello, es necesario y urgente cuantificar con precisión el impacto de la pérdida de Doñana sobre las poblaciones de aves acuáticas europeas. Asimismo, es imprescindible conocer la capacidad de otros humedales mediterráneos para albergar a esas “poblaciones refugiadas”, que mitigarían el impacto que para la biodiversidad europea podría suponer el ocaso del que ha sido unos de los humedales más importantes del mundo.

El descenso en las poblaciones de aves reproductoras de Doñana es evidente desde hace más de 10 años y se ha vuelto dramático a partir de 2019, entrando en una tendencia regresiva desconocida hasta hoy. Las especies amenazadas presentan una evolución negativa extremadamente preocupante. Se ha perdido como reproductor el fumarel común. La cerceta pardilla se encuentra al borde de la extinción, mientras que el porrón pardo puede considerarse localmente extinto como reproductor, con una sola pareja en 2018. Además, ninguna pareja de focha moruna ha criado con éxito en los últimos años, a pesar de que en la primera década del presente siglo hubo años con más de un centenar de parejas. Especies más comunes, como garzas o espátulas, también están registrando bajas tasas de productividad. 

La escasez de precipitaciones y la sobreexplotación de las masas de agua, ha provocado que durante 2022 la reproducción de las aves acuáticas en la marisma del Parque Nacional de Doñana haya sido, un año más, un fracaso casi absoluto. En los años hidrológicamente óptimos, en Doñana se reproducen miles de moritos comunes, garzas imperiales, garcetas comunes, martinetes, garcillas bueyeras y unas cuantas decenas de garcillas cangrejeras. Estas especies forman colonias multiespecíficas sobre carrizales, eneales o tarajales de caños y lagunas. La existencia y éxito reproductor de estas colonias dependen, principalmente, de que la marisma alcance y mantenga niveles adecuados de inundación, lo que permite la disponibilidad de alimento durante la primavera y dificulta el acceso a depredadores oportunistas. Estas colonias fracasan debido a las malas condiciones ecológicas de los últimos años, lo que permite que con frecuencia los jabalíes accedan hasta los nidos situados sobre la vegetación, depredando huevos y pollos, al no existir la barrera natural que crean las aguas más profundas de la marisma. 

Por otra parte, el éxito reproductor de las aves que crían en el suelo como la canastera común, la avoceta común o el flamenco común; las que crían en sustratos vegetales de bajo porte, como el avetoro común; o en los nidos flotantes de vegetación palustre, como los fumareles común y cariblanco, o el zampullín cuellinegro, depende del encharcamiento de la marisma. Pero, la falta de precipitaciones, la sobreexplotación de aguas superficiales y subterráneas y el incremento de las temperaturas, está reduciendo el período de encharcamiento y las posibilidades de que el ciclo reproductor de estas especies culmine con éxito.

Quedan en la memoria, por ejemplo, el más del millar de parejas de pagaza piconegra que en la primera década del siglo XXI se reproducían en Doñana, mientras que en los últimos ocho años se han reproducido algunos ejemplares de esta especie y solo en dos temporadas. Su situación retrata la mala evolución de los representantes de la familia de los charranes y fumareles en Doñana, que también se observa en otras especies como el charrancito común, que ha pasado de más del millar a principios de la década a no llegar a las 60 parejas en 2021.

Por otra parte, el mal estado hídrico de la marisma de Doñana durante el otoño y el invierno afecta gravemente a las poblaciones de aves acuáticas procedentes del norte y centro de Europa, principalmente a anátidas y limícolas, tanto invernantes como en paso migratorio, que ya no encuentran un hábitat propicio para alimentarse, reduciendo sus posibilidades de sobrevivir y reproducirse.

No podemos fallar

Los períodos de sequía son habituales en la cuenca mediterránea, así como las fluctuaciones poblacionales en las aves, compensando años malos con años óptimos. Sin embargo, si seguimos mirando a otro lado y se mantienen las malas condiciones ecológicas de Doñana, los efectos sobre las aves van a ser dramáticos. Ya los estamos viviendo, pero se harán más extremos: modificaciones en sus rutas migratorias, cambios en las fechas de reproducción e invernada, reducción de las poblaciones por la disminución de los recursos y, en última instancia, la extinción de especies.

En 1952, SEO/BirdLife estaba a punto de nacer. Toño Valverde y nuestro fundador, Francisco Bernis, llegaron por primera vez a Doñana para anillar pájaros. Fueron invitados por Mauricio González-Gordon, uno de los propietarios del coto. Franco quería secar y repoblar con eucaliptos el corazón de Doñana. Fruto de esa expedición, Bernis redactó un informe técnico que fue enviado al dictador para convencerle de la relevancia del coto y evitar su destrucción. Gracias a esa misiva, Doñana pudo llegar a salvo hasta nuestros días.

Sin embargo, en 2022 estamos a punto de sobrepasar una situación de no retorno que podría empujar definitivamente a Doñana a la extinción. ¿De verdad vamos a permitir que esta joya de la biodiversidad desaparezca o se convierta en algo completamente distinto a un humedal? Si Bernis contemplara ahora estas increíbles marismas y su estado de conservación, no podría entender cómo 70 años después se encuentra en una situación más crítica de la que defendió. 

Nuestra sociedad actual dispone de mayor conocimiento científico, más sensibilidad ambiental y más información sobre los beneficios de la naturaleza, con el derecho a un medio ambiente sano reconocido por la ONU como un derecho fundamental. Ahora no podemos fallar, no pueden ganar la sinrazón y los intereses socioeconómicos cortoplacistas. Setenta años después solo queda volver a salvar Doñana.

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