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El 'efecto Mateo' de la desigualdad y una gestión “colonial” hunden la educación pública en Ceuta

El alumnado ceutí obtuvo los peores resultados de toda España en PISA.

Gonzalo Testa

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La directora provincial del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes en Ceuta, Yolanda Rodríguez, ha elegido un poema de Mario Benedetti para su felicitación corporativa de estas fiestas navideñas: “Abajo abajo –reproduce en su postal– [...] hay quienes se desmueren/ y hay quienes se desviven/ […] así entre todos logran/ que todo el mundo sepa/ que el sur también existe”.

El sur del sur, Ceuta y Melilla, que suman menos de 200.000 habitantes, son los únicos territorios en los que el Estado mantiene las competencias educativas. El último informe PISA las ha vuelto a colocar “abajo abajo”. Más que nunca. El alumnado ceutí es el que peor resultados promedio obtiene en España y el resto de la UE en Lectura (retrocedió 16 puntos, de 411 a 395, cuando la media española es de 474), Matemáticas (404 frente a los 473 del conjunto del país) y Ciencias (410 por los 485 puntos a nivel nacional).

Estas cifras son equiparables a las de México, Costa Rica o Colombia y equivalen a terminar la Secundaria como si se hubiera estudiado como mínimo dos años académicos menos que la media nacional, ya que cada curso equivale aproximadamente a 30 puntos en el examen de PISA, según explica la propia organización (aunque no es una correspondencia exacta).

Los estudiantes de Ceuta con un rendimiento alto en Matemáticas no llegan ni al 1% (la media de la OCDE es del 9%) y un 62% no alcanza el mínimo, más del doble que la ratio nacional (27%). En Lectura solo descolla un 1% y el 52% se queda por debajo del estándar base, como el 49% en Ciencias.

Además, son los que muestran el peor índice de “mentalidad de crecimiento”: creen que su inteligencia es algo que no pueden “cambiar demasiado” con esfuerzo. Para más inri, el 10,7% se siente “frecuentemente acosado”, sobre todo el socioeconómicamente desfavorecido.

El diagnóstico de la OCDE no ha generado una reflexión institucional pública. La Delegación del Gobierno, a la que la Secretaría de Estado paró los pies cuando a finales de 2022 quiso cesar a Rodríguez para poner a alguien de la cuerda del PSOE local, no ha permitido a la directora provincial dar a elDiario.es su opinión sobre los resultados de la ciudad en PISA 2022.

Durante los últimos diez años el único ministro del ramo que ha pisado Ceuta ha sido José Ignacio Wert, que fue abucheado en junio de 2014. En 2020, el socialista Javier Martínez dimitió como director provincial lamentando no tener margen ni para autorizar el gasto en cambiar una ventana. Hoy sigue siendo un quebradero de cabeza hasta cuadrar las nóminas a tiempo cada mes y Educación no construye un colegio en la ciudad desde los años ochenta, pese a su explosión demográfica de la década pasada.

Ceuta y Melilla, “como una misión exterior”

“El Ministerio da a las ciudades autónomas un trato colonial, nos gestiona como si fuera una misión exterior y se limita a dotar de recursos humanos, sin políticas, compromisos o estrategias adaptadas a nuestra realidad educativa”, lamenta Juan Luis Aróstegui, exdirector de un IES y presidente con FECCOO durante décadas de la Junta de Personal Docente No Universitario de Ceuta.

El profesor de la Facultad de Educación local de la Universidad de Granada (UGR) Fernando Trujillo, un referente a nivel nacional, tiene claro que las razones que explican el sistemático fracaso educativo de la ciudad en todas las estadísticas y evaluaciones nacionales e internacionales “son problemas multifactoriales”.

Hay una ciudad sumamente pobre y otra integrada sobre todo por funcionarios, lo que se traduce en dos redes escolares: la pública, que concentra a la población más desfavorecida, la mayoría musulmanes; y la privada, en la que se blinda el alumnado pudiente

Juan Luis Aróstegui Exdirector de un IES y presidente de la Junta de Personal Docente no Universitario de Ceuta

“Sobre todo tenemos un índice económico y cultural de las familias [el 40% está en situación o riesgo de pobreza, según el informe 2023 de EAPN] difícil de resolver porque para ello habría que atacar antes otros mayores muy importantes: tendríamos que jugar a la compensación, pero arrastramos la tasa de escolarización temprana más baja y a partir de 3 años sufrimos problemas de ratios...”, diagnostica.

Según el Consejo Escolar del Estado, solo uno de cada cinco niños con entre 0 y 2 años (21,5%) se encuentra escolarizado en Ceuta, la mitad que la media nacional (41,8%). Los que lo están se hallan en las aulas más masificadas del país y las escuelas infantiles se concentran en el casco histórico, donde la renta anual media por persona, más de 22.000 euros, es la sexta más alta de España.

El factor del “racismo estructural”

El centro es el cogollo de la urbe cristiano-occidental y funcionaria, muy bien retribuida. A apenas cinco kilómetros, cerca del perímetro fronterizo, están las barriadas, cuyos ingresos per cápita no llegan a 5.000 euros anuales. En ellas vive población árabo-musulmana con otra lengua materna (el desdeñado árabe ceutí o dariya) que aglutina las mayores tasas de paro, exclusión, infravivienda, fracaso y abandono escolar.

Para Aróstegui, el sistema educativo local es, con el PP o con el PSOE, un reflejo de “una sociedad marcada por el racismo estructural”. “Hay una ciudad sumamente pobre y otra integrada sobre todo por funcionarios, lo que se traduce en dos redes escolares: la pública, que concentra en cerca de 20 colegios de Infantil y Primaria a la población más desfavorecida, la mayoría musulmanes; y la privada [seis colegios concertados, casi todos católicos], en la que se blinda el alumnado pudiente que se beneficia de un 'dopaje pedagógico' en forma de clases y apoyos extraescolares”.

Al alcanzar los 15 años, los de la segunda sacan de media un año lectivo y medio de ventaja en las competencias analizadas por PISA 2022 a los de la primera (43, 44 y 37 puntos). “Todo suma y tiene un nombre: el 'efecto Mateo'”, advierte Trujillo sobre la teoría que inspira el evangelio: “Al que tiene se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no tiene incluso eso se le quitará”. Para el doctor en Filología Inglesa, “el problema de Ceuta es que no tenemos ningún tipo de política de mejora: ni para compensar el ISEC (índice socioeconómico y cultural), ni para la escolarización temprana, ni de educación lingüística”.

En cualquier tardeo del centro se señala a las familias árabo-musulmanas como responsables del fracaso escolar de sus hijos por no inculcarles el castellano, pero los expertos rechazan el tópico: “El debate –rebate Trujillo– es falaz: si el entorno no cumple tiene que estar la escuela, como en un hospital. Si una familia alimenta mal a un niño y tiene diabetes infantil la Sanidad no puede inhibirse porque haya entornos obesogénicos”.

“En Ceuta –amplía– siento que no tenemos las políticas necesarias para que los docentes hagan bien su trabajo y esta es una ausencia que se prolonga demasiados años en el tiempo, porque cuando se pongan tendremos que esperar tres rondas de PISA para ver cambios”.

“Uno de los contextos más complicados”

Fuentes próximas a la administración alegan que este curso hay más docentes que nunca en Ceuta, por encima de 1.600, y piden tiempo para ver florecer en las estadísticas ese despliegue. El ex secretario de Estado de Educación Alejandro Tiana asume que “lo raro hubiera sido que las ciudades autónomas hubieran obtenido de buenas a primeras un resultado sorprendente” en PISA 2022.

“Ese tipo de informes no son muy concluyentes, pero sí revelan un escenario general y la existencia de dos ciudades dentro de cada una con grandes diferencias”, se acerca a las conclusiones de Aróstegui. El profesor emérito de la UNED y antiguo 'número dos' del Ministerio difiere en que, desde su punto de vista, el Estado ha hecho un “gran esfuerzo” para corregir las “dificultades” que genera su contexto interno y externo por la proximidad de Marruecos.

El problema no es tener 400 puntos en Lectura o Matemáticas, sino haber conseguido que lo que debería ser ascensor social se convierta en un lastre, porque hay una correlación muy grande entre el fracaso escolar y el desempleo juvenil, la pobreza...

Fernando Trujillo Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Granada

“Hace falta un trabajo continuado y decidido con programas como el PROA+ y quizá requiera más porque es de las situaciones más complicadas que nos podemos encontrar en toda España... Es posible que haya que dar más pasos”, concede. Con sus Estatutos de 1995 Ceuta y Melilla se quedaron a medio camino entre simples ayuntamientos y comunidades autónomas. “A título personal me parece que sería positiva una mayor integración de la gestión de los servicios estatales en la administración local”, acepta Tiana, que sin embargo niega que el Ministerio tenga “olvidadas” a las dos ciudades.

Difiere radicalmente Aróstegui, que denuncia que los servicios centrales tienen “maniatadas” a las direcciones provinciales y a los centros “condenados” a regirse por normas de los noventa, sin inversiones “para reducir las ratios más allá de la caída de la natalidad o la inmigración para paliar las dificultades de un contexto más complicado” y con recursos para atención a la diversidad “raquíticos”.

“La desafección por la parte menos favorecida del sistema educativo se impregna en el profesorado, que tiene muy buenos profesionales, pero en una ciudad donde un tercio de la población vota a Vox y con claustros en un 95% no musulmanes se cultiva un colectivo que no cree en las capacidades de la mayoría de su alumnado”, alerta Aróstegui. Esa “abdicación” deriva a su vez en una “desmotivación” estudiantil que “se retroalimenta”, remacha.

“Es muy difícil desde Madrid entender en profundidad qué son las ciudades autónomas”, razona Trujillo. “Pero si no resolvemos el problema de la educación, se convertirá en una piedra más en nuestros bolsillos que complicará el fronterizo, el económico y el social”.

“Es inaceptable –critica el presidente de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (FAMPA) de Ceuta, Mohamed Ali– que las familias sin recursos deban arreglárselas con ayudas de 105 euros que, cuando llegan, lo hacen tarde y mal, o que el alumnado al que la ciudad sufraga parte de sus libros de texto no disponga de ellos el primer día de clase”.

“El problema –recapitula Trujillo– no es tener 400 puntos en Lectura o Matemáticas, sino haber conseguido que lo que debería ser palanca y ascensor social se convierta en un lastre porque hay una correlación muy grande entre el fracaso escolar y la tasa de desempleo juvenil, la de pobreza... La escuela es uno de los ámbitos por donde se puede romper, pero hace falta voluntad política y repensar cosas con imaginación”.

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