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El Gobierno aspira a convertir la FP y la Universidad en el eje de la formación continua de los trabajadores en 2050

Escuela de adultos de Súria (Barcelona).

Daniel Sánchez Caballero

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El Gobierno quiere ampliar el papel de la Universidad y la Formación Profesional Superior. En el capítulo formativo de su informe Plan 2050, que dibuja el panorama al que debería aspirar el país en 29 años, el Ejecutivo destaca la necesidad que tendrá España a mediados de siglo de ahondar en la formación de sus profesionales de manera constante, a lo largo de toda la vida, para mantener la competitividad con nuestro entorno europeo. Y para ello, explica el estudio, es necesario convertir los campus y los centros de FP en el eje de esta formación continua, que deberá ser más flexible y específica y dejar de ser instituciones más vinculadas a la formación inicial, como sucede ahora. “Si hacemos las cosas bien, en los campus profesionales y universitarios españoles habrá tantos alumnos por encima de los 25 años como por debajo”, asegura el informe.

La clave de hasta dónde llegue el país, en general, es la educación superior, sostiene el texto. Para converger con las naciones punteras europeas, España necesita una población más formada en el medio y largo plazo. Necesita más graduados universitarios, más titulados en Formación Profesional Superior, más formación continua. Estas son las principales conclusiones a las que llega el estudio prospectivo España 2050 en su parte educativa, que el Gobierno va a presentar este jueves y a la que ha tenido acceso este diario.

“Para no quedarse atrás en este escenario emergente, España tendrá que reducir a menos de la mitad la población que solo cuenta con estudios de ESO, aumentar la proporción de personas con educación terciaria (universidad o FP superior) y poner en marcha un sistema integral de recualificación que le permita actualizar las competencias de al menos un millón de trabajadores (empleados y desempleados) cada año”, se lee en el texto. “Solo así podremos tener las ganancias de productividad que necesitamos, desarrollar un patrón de crecimiento económico competitivo a escala global, llevar a cabo con éxito la transición ecológica y garantizar la sostenibilidad de nuestro estado de bienestar en el largo plazo”, añade.

Una perspectiva a largo plazo

¿Qué país quiere ser España en 2050? A esta pregunta trata de responder el Plan 2050, con el que el actual Ejecutivo pretender señalar un camino que le dé objetivos al país a largo plazo, con la idea de converger con las principales naciones europeas. El documento ha sido elaborado por la Dirección General de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo del Gobierno, que depende de Presidencia. La motivación tras este estudio es que, con carácter general, las democracias en general y los Gobiernos en particular tienen una mirada cortoplacista y hace falta, piensan en Moncloa, levantar la vista y mirar más allá. El documento ha sido elaborado por un centenar de expertos multidisciplinares y de distintos orígenes (académicos, profesionales de organismos supranacionales como la OCDE o el Banco Mundial, de la Airef, etc.) y pretende trascender la línea de actuación de un gobierno específico.

El informe propone objetivos específicos a alcanzar en los próximos 29 años en el terreno educativo. En concreto, se destacan tres prioridades: reducir en 25 puntos como mínimo la proporción de personas que abandonan su formación sin obtener al menos un título de Bachillerato o FP Media (bajar del 40% de 2018 a un 15% en 2050); elevar el porcentaje de su población con estudios universitarios del actual 26% al 38%; y por último pasar de un 11% de los adultos con FP Superior a un 17%. A este respecto, el informe destaca la particularidad española respecto a la FP, una posibilidad de formación sin demasiado atractivo en nuestro país: en 2018, solo un 36% del alumnado que finalizó la ESO optó por la Formación Profesional, dato que en el los principales países europeos supera, de media, el 50%.

En este punto, el documento introduce como ventaja un elemento que habitualmente se suele considerar como negativo: la caída de la población entre 16 y 24 años, que caerá en 200.000 personas para 2050 respecto a las actuales cifras, lo que permitirá, dice el texto, “duplicar su gasto por estudiante en educación postobligatoria (pasando de los 6.953 euros actuales a los 13.462 euros que registra Dinamarca) aumentando de forma moderada su gasto público”. El objetivo de gasto educativo para 2050 es del 5,5% del PIB desde el poco más del 4% actual.

Potenciar la Universidad

El texto también destaca la necesidad de España de recualificar a su población a lo largo de toda la vida, aspecto que considera de cara al futuro “tan importante para la prosperidad de los países como lo es hoy la formación de la población más joven”. Nuestro país es el tercero de Europa que más necesita esta recualificación, solo por detrás de Lituania y Portugal, y avanzar hacia este objetivo pasa, entre otras, por un cambio cultural en tres aspectos: “Un entorno que incentive a las personas mayores de 25 años a seguir aprendiendo; un marco laboral y cultural que haga que los empleadores (públicos y privados) lejos de penalizar, recompensen ese deseo en su población trabajadora; y unas políticas de conciliación y una oferta formativa flexible que permitan satisfacerlo”.

De nuevo, el texto no se queda en las voluntades y le pone cifras a esta necesidad. Según este estudio, en España más de un millón de personas en edad de trabajar verán sus competencias desactualizadas cada año. Por tanto, calculan los expertos, para mantener una fuerza de trabajo competitiva sería necesario, “al menos”, recualificar a ese número de trabajadores al año. Y no de la manera que se realiza hasta ahora, ya que más de la mitad de las personas que participaron en una actividad de formación formal o no formal en 2016 consideran que esta no les sirvió ni para encontrar trabajo ni para mejorar su rendimiento profesional.

En este proceso deberán jugar un papel fundamental las universidades y los centros de FP, para los que el informe propone casi un cambio de paradigma. “Cabe destacar la poca atención que la universidad española ha prestado y presta todavía a la recualificación de población trabajadora”, afea el texto. “Las universidades subutilizan su potencial formador en este sentido, siendo minoría las que ofrecen títulos cortos para profesionales ocupados que quieren actualizar su conocimientos”.

El cambio que propone la Oficina de Prospectiva se puede resumir en que las universidades y los centros de FP deben “convertirse en lugares atractivos y acogedores para todos los grupos de edad”. Esto es, el documento propone hacer de las universidades lugares más ligados a la formación continua, cercanos a las necesidades formativas del mercado laboral, que meros espacios de formación inicial, como sucede actualmente. “En el futuro, la población adulta de nuestro país (ocupada y desocupada) actualizará y ampliará sus competencias cursando, juntos, programas ofrecidos por las universidades y los centros de FP”, sostiene el texto. En este campo, los expertos consideran fundamental romper con la actual segregación de la población adulta –en términos formativos– entre empleados y desempleados. “No tiene sentido seguir separando (...) ni creando cursos duplicados”, se lee en el texto.

El documento cierra evaluando los posibles beneficios que tendría sobre España realizar estos cambios. Solo con reducir el abandono escolar temprano del actual 17% al 3%, la tasa de desempleo podría reducirse entre 1,4 y 1,9 puntos y la productividad del trabajo subir entre un 7,7% y un 11,1%, según los cálculos de los expertos. Recualificar a la población al nivel de los principales países europeos podría añadir dos décimas anuales al PIB.

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