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Miles de personas piden “soluciones inmediatas por el clima” en plena celebración de la COP28: “Los gobiernos se ríen en nuestra cara”

Manifestación por el clima en Madrid

Paula del Toro

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“Señores diputados, ¿qué pasa con los grados?” coreaba Alba, de 29 años, junto a sus amigas. Ha decidido acudir a la manifestación que se ha celebrado en la mañana de este domingo en el centro de Madrid porque, en el momento en el que se está llevando a cabo la Conferencia de las Partes (COP 28) en Dubai, cree que es necesario “reivindicar a cada gobierno soluciones mucho más exigentes de las que se están negociando para acabar con la emergencia climática”.

Junto a ella, otras 3.000 personas, según los organizadores -800 según Delegación del Gobierno- convocadas por Juventud por el Clima, Greenpeace y otras organizaciones medioambientales se han concentrado en la Puerta del Sol bajo el lema ‘¡Ante la emergencia climática que ya sufrimos: soluciones y no declaraciones’. “Muchos creerán que somos como cualquier otro colectivo que se manifiesta por lo suyo propio, pero el planeta es de todos y debemos ser más contundentes. Necesitamos medidas medioambientales, pero también económicas y educativas con las que mucha más gente sea consciente de que, o actuamos, o esto acabará con nosotros”, opina Alba. 

Irene, de 57 años, ha acudido a la manifestación con sus vecinos. Juntos sujetan una pancarta en contra de las centrales nucleares porque piensan que “para proteger el planeta deben cerrarse de forma radical·”: “Tenemos que abandonar los combustibles fósiles porque el planeta ya está en una situación de no retorno, y como los sigamos usando la destrucción será cada vez más rápida y acentuada. ¡Hay que defender el planeta!”. La madrileña piensa que queda “muy poco tiempo para actuar de forma efectiva” y cree que debemos tomar conciencia “desde lo local hasta llegar a hacer un pacto de estados” porque cree que las COP “no sirven absolutamente para nada, hay demasiadas presiones”.

Como la de estos activistas, las calles de la capital se han llenado cientos de coloridas pancartas en las que se podía leer “Cambia tu vida, no tu clima” o “Ni un grado más, ni una especie menos” en un gran dibujo en el que la Tierra se destruía entre llamas. Todas seguían a una creada por la ONG WWF que llamaba especialmente la atención: treinta metros de lona simulaban una factura. “Es la factura que pagaremos en poco tiempo si no se toman medidas de emergencia acordes al momento que estamos sufriendo. Entre los 145 elementos que hemos incluido en esta ‘factura’ están los aguacates, los manatíes, los campos de regadío o los corales del Mar Rojo. El tiempo restante para no tener que pagarla son 2234 días, sino, el coste será el planeta entero”, explica Mar, portavoz de WWF. 

“A mí la COP28 me genera mucho enfado”, sostiene Nicky, de 17 años. “Los gobiernos, tanto locales, autonómicos, nacionales e internacionales se están lavando las manos en la lucha contra el cambio climático. Que se vayan todos, durante más de 15 días, y que las pocas medidas que negocian sea marcando una fecha de éxito de más de veinticinco años me parece de dos cosas: o no se dan cuenta de lo que está pasando o piensan que el dinero que mueve los lobbies petroleros vale más que nuestra vida”, sostiene la joven con bastante enfado. 

Teresa y Carmina caminan por la calle Alcalá del brazo y sujetan una pancarta cada una mientras miran al grupo de Nicky con admiración. Tienen 95 y 83 años, respectivamente, y sienten orgullo al saber que seguirán luchando como ellas. Teresa ha trabajado durante cuarenta años en el campo, en Extremadura, y sabe a ciencia cierta cómo el medioambiente está siendo dañado “por la falta de conciencia”.

“He visto como se envenenaban mis tierras porque el agua, de una manera o de otra, acababa totalmente contaminada. Y he visto como cada vez iba a peor, hasta llegar a extremos como el de este verano en el que hemos vivido las temperaturas más altas de la historia”, cuenta Teresa emocionada. Piensa que las movilizaciones son necesarias. Las Conferencias de las Partes también, pero dice, “tienen que espabilar”. “Ya no les vale con decir cosas bonitas, sino que tienen que comprometerse de verdad y llevarlo a cabo con efectividad sin aplazamientos”, sostiene. Su amiga Teresa se anima a entrar en la conversación: “Tengo esperanza en que esto cambie para las generaciones futuras, y espero que la incoherencia se deje a un lado, sino llegaremos al caos”, concluye. 

No son las únicas personas mayores que se han unido a la marcha. Carmina, de 69 años, recuerda el calor que ha pasado este verano y se echa las manos a la cabeza:“¡Fue horrible! No hay planeta B y en este la emergencia climática ya es una evidencia. Lucho porque mis nietos no tengan que pelearse por tener agua potable o tener un árbol que le de sombra”. La madrileña cree que, aunque desde las instituciones no se esté haciendo el trabajo suficiente, es necesario que “todos aportemos un granito de arena a la causa” e invita a que personalmente “cambiemos el chip y, por ejemplo, consumamos menos para no tener que arrepentirnos el día de mañana”.

La acompaña Lola, de 70 años, a quien le preocupa “la poca cantidad de árboles” que plantan en su barrio, al sur de Madrid, a lo que se le suma “una tala masiva de los que teníamos desde hace años”. “Solo tenemos que ver las nuevas reformas en la capital. La Puerta del Sol y la Plaza de España son cemento puro. Hablan de sostenibilidad para que parezca que así cumplen con el cupo de compromiso climático, pero no nos dejan ni respirar. Así vamos muy mal”.

He venido porque tienen que saber que el planeta se muere, y si se muere nos morimos nosotros también

Hugo, 10 años

Con ellas también está Salud (68) quien tiene una opinión muy clara sobre las COP, ya que es algo que lleva viendo y siguiendo varios años y nunca le convence: “Es vergonzoso. Encima se van a Dubai, sabiendo que son los reyes del petróleo y que van a tener que tratar con alguien cuya riqueza se basa en destruir el planeta sin mirar por los demás. ¡Van en vuelos privados! Eso es reírse en la cara de los que lo estamos sufriendo. Yo les diría que dejen de tomarnos el pelo y pongan un poco de sentido común a este desastre”, argumenta esta mujer. 

También los más pequeños se comprometen en la lucha. Acompañado de su padre, Hugo de 10 años, sostiene un dibujo en el que él mismo cuida al planeta. “He venido porque tienen que saber que el planeta se muere, y si se muere nos morimos nosotros también”. Aunque pide que la gente que tenga competencia para ello se ponga de acuerdo para crear medidas, tiene claro que la acción empieza en cada uno.

“Hay que reducir el consumo de agua. Yo, por ejemplo, cuando me lavo los dientes cierro el grifo y en lugar de bañarme, me ducho. También se que no debemos comprar cosas innecesarias porque las fábricas contaminan mucho. Además, a mi me gusta mucho ir en bici y creo que en Madrid todos estaríamos mejor si nos moviésemos de esta manera”, sostiene Hugo al llegar a la plaza de Cibeles. 

Allí, las organizaciones convocantes han leído un manifiesto en el que han exigido a los gobiernos “que cumplan con su deber de proteger la vida y el futuro de todas las personas”. Creen que es necesaria una respuesta “suficiente y adecuada” para la crisis climática, “a través de una transformación que ponga en el centro a las personas, a la ciencia, a la salud, a la reducción de las desigualdades y la justicia climática”. 

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