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El minuto a minuto en Twitter de los españoles en campos de concentración nazis convertido en cómic

Detalle de una de las viñetas del cómic Deportado 4443

Marta Borraz

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Como si fuera una especie de agujero virtual en el tiempo. Así fue como Antonio Hernández Marín, a través del perfil de Twitter @deportado4443, se trasladó en pleno año 2015 a 1941 para narrar, tuit a tuit, prácticamente minuto a minuto, la vida, el horror y la muerte que vivieron los españoles exiliados a Francia deportados a los campos de concentración del nazismo. “Estamos fuera, desnudos sobre la nieve. Debe haber diez grados bajo cero. Reparten unos uniformes rayados. El mío es muy fino y me está enorme”, tuiteó el 25 de enero de 2015.

Durante más de tres meses relató en tiempo real el infierno al que él, prisionero en Mauthausen, y otros más de 9.000 españoles fueron condenados por Hitler, en colaboración con Franco, tras la invasión alemana de Francia. Los tuits, que engancharon a miles de usuarios, estaban conformados por las experiencias reales del propio Antonio y otros tantos deportados, pero detrás estaba su sobrino, el periodista e investigador Carlos Hernández. La iniciativa se convirtió poco después en el cómic Deportado 4443, con ilustraciones de Ioannes Ensis, que agotó dos ediciones. Ahora Penguin Random House, con su sello SineQuaNon, ha decidido reeditar la obra, que estará en las librerías este 27 de enero, Día del Holocausto.

El proyecto nace de la pormenorizada investigación en la que se embarcó Carlos Hernández tiempo después de que su tío falleciera. Tras soportar cuatro años –hasta la liberación del campo en mayo de 1945– de encierro, torturas, hambre y sufrimiento, Antonio logró sobrevivir a Mauthausen; otros 5.500 murieron en los campos. “Para mí siempre fue y será 'mi tío de Francia', pero no tenía ni idea de por qué vivía allí. Falleció cuando era bastante chaval, fueron pasando los años y tenía una espina clavada”, cuenta Hernández en conversación con elDiario.es.

En 2012 se puso manos a la obra y comenzó a investigar, recopiló testimonios de los deportados españoles que aún quedaban vivos, y consultó bibliotecas, archivos y hemerotecas que dieron lugar a su primer libro, Los últimos españoles de Mauthausen. Entonces, casi nadie, o al menos de cara al gran público, hablaba del tema. Aún así, a Hernández le pareció que el libro podría no llegar a mucha gente, fundamentalmente joven, y encontró en Twitter la herramienta perfecta.

El cómic está formado por los textos tuiteados por @deportado4443, cada historia es real, todos los personajes existieron y las ilustraciones están documentadas. A lo largo de sus 256 páginas, Antonio Hernández, el narrador principal, nos introduce de lleno en la dura experiencia de los deportados, tal y como ocurrió en Twitter. Con una excepción: en una parte es Antonio Cebrián, del que era gran amigo, el que protagoniza el relato, cuando este se ofrece a ir de voluntario al campo de Gunsen, donde falleció. Las cosas se dieron así también en la red social, y fue entonces la cuenta @deportado4442, la de Cebrián, la que tuiteaba cómo era el horror de Gunsen y @deportado4443 retuiteaba.

A través de sus voces se cuentan la historias de otros deportados, como la del barcelonés Francesc Boix, conocido como el fotógrafo de Mauthausen, donde sobrevivió hasta su liberación y de donde logró robar copias y negativos que probaban los crímenes cometidos por las SS. Aquellas fotografías acabarían siendo utilizadas en los juicios de Nüremberg. El cómic relata también la fuga del murciano Antonio Velasco y otros dos españoles de uno de los grupos de trabajo del campo o la historia del cordobés Juan Romero, el último superviviente de los deportados españoles, fallecido en octubre de 2020.

El primer trabajo esclavo al que las SS mandaron a Romero durante su paso por Mauthausen fue picando y trasladando piedras en la cantera de granito, donde los prisioneros tenían que ascender cargados con bloques de hasta 50 kilos de peso. La obra reeditada aborda el trabajo forzado, pero también cuenta el traslado a los campos en vagones atestados y pésimas condiciones, las palizas, el hambre, los asesinatos, las muertes en la cantera, las noches, la cámara de gas...Todas las violencias a las que fueron sometidos los presos y que obligaron a Ioannes Ensis, el nombre con el que firma el dibujante Juan Espadas, a hacer un alto en el proceso de ilustración del cómic.

Prisioneros con nombre y apellidos

Ensis se puso en contacto con Carlos Hernández tras descubrir la cuenta de @deportado4443 para proponerle ilustrar lo que él iba narrando. De ahí surgió la idea del cómic. Pero el proceso no fue fácil para él. “Antes de empezar a dibujar y durante el proceso tuve que documentarme mucho. Fueron meses y meses viendo fotografías, vídeos, leyendo testimonios...Llegó un punto en el que tuve que parar un par de semanas porque me despertaba con pesadillas de todo aquello”, narra el ilustrador, que destaca el apoyo de su familia para afrontarlo emocionalmente.

Lo que a Ensis más le atormentaba es que esa acumulación de horrores que él debía plasmar en dibujos hablaban de personas de carne y hueso, con nombres y apellidos. “Tu sabías que no eran personajes de cómic inventados y que algunos sobrevivieron... Realmente todo aquello se prolongó más tiempo y tras hacer el cómic, me costaba sentarme a dibujar”.

La obra agotó los 5.000 ejemplares de las dos ediciones publicadas y se esfumó de las librerías. Ahora estará disponible también en formato electrónico. “Es un regalo que se reedite, nos habían llegado muchas peticiones. Nos escribían incluso profesores porque querían utilizarlo como herramienta para contar a los chavales este aspecto de la historia”, cuenta Hernández, que pone el foco en que el objetivo principal de toda su investigación es la difusión: “Para que no le pase a la gente, y a los jóvenes, lo que me había pasado a mí con mi tío. Crecimos en democracia, pero en desmemoria histórica”.

Que los españoles también sufrieron las vejaciones y el exterminio en los campos de concentración ideados por Hitler pasó durante muchos años desapercibido. El franquismo se encargó de ocultarlo y la democracia no rescató este episodio de la historia del olvido. Cada vez más proyectos como Deportado 4443 contribuyen ahora a hacerlo, aunque haya quienes se resistan. “Hemos conseguido avanzar, pero al mismo tiempo todavía hoy hay grupos políticos, como Vox y en ocasiones el PP, que en determinados ayuntamientos vetan realizar homenajes a estos deportados. Hay que decirlo: la extrema derecha española se niega a homenajear a quienes fueron asesinados por los nazis”, lamenta Hernández.

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