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Los otros afectados por el voto rogado: emigrados que han vuelto a casa y no pueden votar

Protesta de un grupo de expatriados españoles contra el voto rogado. | MAREA GRANATE

Ander Iñaki Oliden

Cientos de españoles han descubierto en los últimos días que no podrán participar en las elecciones que se celebran este domingo. Incluso es probable que muchos de ellos lo estén descubriendo al acercarse a votar durante la jornada electoral. Se trata de los emigrantes que han regresado a nuestro país tras inscribirse como votantes en el extranjero para las elecciones europeas o municipales y que no se registraron a su vuelta en el censo antes del 30 de julio. Son los otros afectados por las complicaciones del voto rogado, el mecanismo puesto en marcha en 2011 para que los españoles residentes en el extranjero voten desde el exterior y que ha suspuesto todo un quebradero de cabeza para quienes tuvieron que emigrar.

Es el caso de Rocío, una madrileña de 26 años que vivió en Múnich entre febrero de 2014 y julio de 2015. Se inscribió como residente en el extranjero en el consulado para poder votar por el sistema de voto rogado en las municipales y autonómicas de mayo. “De los 23 españoles de mi entorno allí, fui la única que lo hice. A pesar de todas las trabas, cumplí todo el proceso burocrático para poder votar y demostrar que por muchas dificultades que nos pusieran, yo ejercería mi derecho”.

Al regresar, acudió a la oficina del censo del Ayuntamiento de Fuenlabrada el 31 de julio con la mente puesta en las elecciones que tendrían lugar a final de año. “Nadie me dijo nada al inscribirme en la oficina sobre las elecciones”, recuerda. En septiembre, volvió a cambiar su residencia, esta vez a Madrid y se registró en el censo de la capital. De nuevo, nadie le explicó si la decisión tendría alguna consecuencia para su voto.

Hace dos semanas, al comprobar que no le había llegado a casa la tarjeta censal, se puso en contacto con los ayuntamientos de Madrid y Fuenlabrada donde nadie le supo aclarar dónde tenía que votar y si tendría algún problema para ejercer el derecho al voto. Finalmente, llamó a la Oficina del Censo Electoral del Instituto Nacional de Estadística, donde, tras varios días sin respuesta, le explicaron que el plazo para inscribirse en el censo en España había finalizado el 30 de julio, un día antes de su regreso, y que, a efectos legales, seguía residiendo en Múnich. “Me lo dijeron unos días después de que se hubiera acabado el plazo para solicitar el voto en Alemania como residente en el extranjero. Si lo llego a saber con tiempo, hubiera removido cielo y tierra para poder votar allí”, explica Rocío.

“Lo que más me fastidia es que precisamente por cumplir la obligación de registrarme para poder votar desde Alemania en mayo, no he podido votar hoy aquí. Mucha gente que no lo hizo entonces por desinterés y que ha vuelto, podrá votar ahora”, cuenta.

En la última semana, Rocío se ha puesto en contacto con varios partidos para explicar su caso sin recibir respuesta. Solo Podemos le ha contestado para decirle que han tenido noticia de cientos de casos como el suyo que no tienen solución. La única posibilidad, le explicaron, pasaba por inscribirse en la iniciativa de la Marea Granate para lograr que un abstencionista le cediera el voto. Rocío ya se había inscrito, pero ante la avalancha de solicitudes no ha conseguido que nadie le cediera el voto. Es su caso y el de miles de personas a las que no les contaron que el largo proceso burocrático que siguieron para solicitar el voto rogado tendría consecuencias inesperadas meses después.

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