Este árbol tropical fulmina a los de su alrededor atrayendo rayos para vivir más
Recibir un rayo no siempre es mala suerte. En algunos casos, puede ser la mejor jugada en siglos. Sobre todo si se tiene corteza, raíces y hojas en vez de piel y huesos. Porque hay árboles tropicales que no solo sobreviven a una descarga de millones de voltios, sino que salen reforzados. Literalmente, crecen más, viven más y dejan atrás a sus rivales. El fenómeno, que durante años fue solo una sospecha entre científicos, ya tiene pruebas detrás.
La idea se afianzó en el corazón del bosque panameño, cuando un árbol de Dipteryx oleifera permaneció en pie después de ser alcanzado por un rayo que destrozó a más de una docena de sus vecinos. El impacto fue tan potente que incluso arrancó una liana parásita de su copa. Aquello ocurrió en 2015, pero marcó el inicio de una investigación a largo plazo liderada por Evan Gora y su equipo del Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas.
Un superviviente en medio del estruendo eléctrico
Los análisis posteriores revelaron una diferencia importante entre especies. Mientras otras sufrían daños severos —con pérdidas de hojas en la copa 5,7 veces mayores y una tasa de mortalidad del 64 % en los dos años siguientes— los árboles de Dipteryx oleifera soportaban la descarga con efectos mínimos.
Durante los años siguientes, los científicos siguieron de cerca la evolución de 93 árboles impactados en el Monumento Natural Barro Colorado. De esos, nueve eran ejemplares de Dipteryx que sobrevivieron con daños leves.
La descarga eléctrica se comportó además como un aliado estratégico. Cada vez que un árbol de Dipteryx recibía un rayo, la media era de 9,2 árboles vecinos muertos, ya que la electricidad se propagaba a través de lianas, ramas en contacto o incluso saltaba entre copas cercanas.
Ese efecto colateral reducía la competencia por luz y nutrientes. También disminuía las infestaciones de enredaderas parásitas hasta en un 78 %, algo que los investigadores constataron en los registros de cuatro décadas anteriores.
Otra diferencia destacada fue la altura. Utilizando drones y modelos 3D, el equipo comprobó que los Dipteryx solían sobresalir unos cuatro metros por encima de sus vecinos más próximos. Parte de esa ventaja puede deberse precisamente a que los rayos eliminaban a otros árboles altos, dejándoles el camino despejado hacia el sol.
El propio Gora resumió esa relación durante la presentación del estudio al señalar que, en términos evolutivos, “es mejor que un árbol de Dipteryx oleifera sea alcanzado que no”.
Aunque la especie ya era conocida por su resistencia y valor ecológico —sus frutos alimentan a mamíferos del bosque como el agutí en la estación seca—, el hallazgo aporta un nuevo matiz sobre su papel en el ecosistema. Conocido también como eboe, haba tonka o choibá, el Dipteryx oleifera crece en varios países de Centroamérica y Sudamérica, y su madera se utiliza en construcción mientras sus semillas se venden en mercados locales.
Una estrategia evolutiva que mejora su éxito reproductivo
La probabilidad de que uno de estos árboles reciba un rayo se estima en una vez cada 56 años, pero con una longevidad que supera el milenio en algunos casos, la mayoría experimenta varias descargas a lo largo de su vida. Uno de los ejemplares estudiados fue alcanzado dos veces en solo cinco años.
Según los cálculos del equipo, estos árboles podrían tener hasta un 68 % más de probabilidades de ser impactados por un rayo que otras especies de tamaño y copa similares, algo que refuerza la hipótesis de que podrían haberse adaptado para atraerlos.
La combinación de resistencia, altura y ventaja competitiva incrementa por 14 la capacidad reproductiva de la especie, de acuerdo con las estimaciones científicas. Es decir, el rayo no solo no los frena, sino que los impulsa.
El siguiente paso para los investigadores será estudiar qué características estructurales o eléctricas permiten a estos árboles sobrevivir al impacto. También buscan comprobar si otras especies tropicales muestran un patrón similar.
El trabajo, publicado en New Phytologist, deja claro que los rayos juegan un papel decisivo en la dinámica del bosque tropical, especialmente en un contexto de cambio climático, donde se prevé un aumento en la frecuencia de tormentas eléctricas. En ese juego, el Dipteryx oleifera parece tener las cartas marcadas a su favor.
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