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La campaña sucia del PP no cumple los códigos éticos de la comunicación política: “Es como jugar con las cartas marcadas”

Otro de los anuncios con el eslogan "no contéis conmigo", compartido con la campaña de cartelería. Esta publicidad pagada ha logrado una cifra cercana al millón de impresiones.

David Sarabia

“Es como jugar con las cartas marcadas” con una operación “bien pensada” y “hecha a medida”: así definen los expertos en ciencia política entrevistados por eldiario.es la campaña política de intoxicación para beneficiar al PP ante el 10N. Las técnicas de engaño deliberado utilizadas por los colaboradores del PP para fomentar la abstención traspasan los límites del código ético de organizaciones de profesionales como la Asociación de Comunicación Política (ACOP), que considera una mala práctica ir en contra de la “participación democrática” o manipular “la integridad y la veracidad de la información”. Este código, según explica la web de ACOP, está inspirado en los códigos de ética de la American Society for Public Administration, la American Association of Political Consultants, la International Association of Business Communicators y la Stockholm Charter, que a su vez se han pronunciado sobre este debate a raíz del escándalo de Cambridge Analytica.

“Las noticias falsas también te hacen ganar elecciones”, comienza Enric Luján, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona (UB). El docente destaca que la campaña está “muy bien pensada” porque “ni Podemos ni PSOE se pueden quejar al PP directamente” ya que la operación “está pensada para desvincular la acción de lo que hace la empresa”, continúa.

Una de las campañas publicitadas, llevada a cabo entre otros por Josep Lanuza, consultor de la agencia de comunicación Sanmartin Politics y relacionada con el asesor del PP Aleix Sanmartin, pide la abstención a los votantes de PSOE y Podemos a través de anuncios en Facebook y carteles en las calles de varias ciudades españolas como Madrid, Huelva, Granada o Murcia. eldiario.es también ha revelado que un militante de Nuevas Generaciones del PP en Murcia, Javier Ager Solano, pagó más de 17.000 euros en anuncios a la red social para desmovilizar el voto de la izquierda o atacar a todos los partidos salvo al PP.

Luján afirma que este tipo de campañas tienen precedentes: “La era actual consiste en hacer política sin tener que exponerte a las consecuencias de que te digan que eres un manipulador”, opina. El profesor de la UB considera que Sanmartin ha ideado una trama “para evadir responsabilidades diciendo que todo se hace a título individual”. Aleix Sanmartin, último responsable de la empresa Sanmartin Politics y en la que trabaja uno de los responsables de la campaña, Josep Lanuza, estuvo al frente de la estrategia electoral en la campaña tras la que Juan Manuel Moreno Bonilla se convirtió en presidente de Andalucía: recogiendo el descontento de cierta parte de los votantes socialistas hacia Susana Díaz, elaboraron una campaña en la que se hacían pasar por partidarios de Pedro Sánchez en la que pedía la abstención o el voto nulo para derrotar a Díaz. Sanmartín, ahora dentro del equipo electoral de Pablo Casado, niega “las acusaciones”, aunque no aclara en qué puntos difiere de las últimas informaciones publicadas por eldiario.es.

“Será difícil de atacar jurídicamente”

Joan Barata, jurista experto en libertad de expresión y profesor del centro Internet y Sociedad de la Universidad de Standford explica a eldiario.es que es relevante conocer si los carteles y las campañas se han pagado con el dinero público de las subvenciones a los partidos. Si no se consigue demostrar, “nos moveríamos en un terreno pantanoso, el de las noticias falsas. Intentar ponerse a regular qué se puede decir en función de si algo es verdadero o falso sería peligroso”, explica. No obstante, el jurista tiene claro que las sanciones, si es que las hay, “tienen que ser más desde un punto de vista político en el marco de la campaña electoral que no en otro ámbito”.

“Lo que ha pasado es fruto del contraste del mundo en el que vivimos, en el que se pueden tanto pegar carteles como lanzar campañas por Internet usando RRSS”, dice Barata. La cohesión de ambos mundos (el físico y el digital) en la campaña de intoxicación contra PSOE y Podemos también le parece algo muy llamativo a Luján, “el hecho de que haya una campaña online y otra offline”, reconoce.

Ambos expertos hacen hincapié en el hecho de que la campaña, hasta ahora, solo recaiga sobre un individuo: Lanuza. “Como jurista, evaluar eso sería muy difícil de atacar o de cuestionar”, dice Barata. El jurista recuerda que las normas electorales “están pensadas sobre todo para que medios de comunicación y partidos políticos no se sobrepasen”. Reconoce, además, que abrir un debate sobre si las fake news y las campañas falsas deberían ser perseguidas por la ley nos llevaría a algo “bastante peligroso para la libertad de expresión”. A su vez, Luján reconoce que este panorama es “problemático” porque “significa que los partidos políticos van a apostar por estrategias genuinamente diferentes para influir en el voto y cada vez les van a seducir más. Es como jugar con las cartas marcadas”, concluye el profesor de la UB.

Ya hemos visto cómo otras campañas de desinformación o intoxicación han sido usadas en el pasado en otros países. La más sonada fue la llevada a cabo por Cambridge Analytica durante las elecciones de 2016 en EEUU para manipular el voto de ciertos sectores de la población. Sin embargo, la desinformación también deja víctimas, crea bulos y consecuencias políticas más allá de la victoria o la derrota de un candidato. Es algo que “busca generar ausencia de fe en las instituciones políticas y crear caos y disrupción. Evoluciona constantemente y es muy barata. Es un juego al que vamos a seguir jugando en el futuro”, según Kristine Berzina, analista del centro de pensamiento The German Marshall Fund de los EEUU. Los expertos, que ponen al año 2016 como el punto de inicio en el que las noticias falsas comenzaron a proliferar por Internet no tienen, en cambio, una fecha límite en la que las fake news dejen de utilizarse. Todo lo contrario.

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