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¿Cómo será la música y los instrumentos que sonarán en el espacio, en gravedad cero?

Música en el espacio. Fotograma del vídeo del proyecto Zero-Gravity Band

Toñi Herrero Alcántara

“No tenemos futuro si no colonizamos el espacio”, aseveró el físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico Stephen Hawking en más de una ocasión, consciente de que grandes crisis como el cambio climático, la superpoblación o las epidemias amenazan la supervivencia de la especie humana en nuestro planeta. Y aunque el espacio exterior - sin gravedad ni oxígeno ni protección de la radiación-  se nos antoje hostil para la vida esta parece perfila como una salida. Por ello la carrera por la conquista del espacio se está acelerando, con el objetivo crear colonias humanas en otros planetas. Para 2021, la empresa OrionSpan prevé abrir Aurora Station, un hotel de lujo en el espacio y también se habla ya de los primeros asentamientos en Marte para 2030. La conquista del espacio está pasando y se produce muy rápido. Sin duda, todo apunta a una mayor presencia humana el espacio en las próximas décadas.

Cuando haya asentamientos humanos en otros planetas, ¿cómo será vivir fuera de la Tierra? Cuando no estemos restringidos por las leyes físicas que la Tierra impone, ¿cómo cambiará el arte y su percepción? Es decir, en condiciones de gravedad cero, ¿cómo se ve afectada la percepción estética y cómo se modifica la producción artística en ese entorno? Según estudios de la neurocientífica Elisa Ferrè, directora en el VeME Lab (Vestibular Multisensory Embodiment de Royal Holloway University of London), en condiciones normales de gravedad los seres humanos tenemos una clara predilección por las líneas verticales. En cambio, en gravedad cero las curvas nos resultan mucho más bellas que las líneas rectas.

Intrigados por este estudio, los artistas Albert Barqué-Duran, investigador y artista de la City, University of London, y Marc Marzenit, músico, compositor y productor musical, han querido investigar qué pasa cuando la gravedad queda prácticamente eliminada. En concreto, ¿cómo será la música y los instrumentos que suenen en esas colonias fuera de la órbita de la Tierra?

Música en el espacio

La música acompañó al cosmonauta Yuri Gagarin en la que fue la primera misión espacial tripulada. Era 1961 y desde entonces, tal y como recogen en este interesante artículo de Replicantes, la música ha estado presente en todas las misiones. Grabaciones enviadas desde la Tierra o melodías tocadas en gravedad cero, los astronautas han recurrido a la música para sentirse acompañados en su aventura espacial. La música es antigua, está por encima del lenguaje. Explicaba el astronauta Chris Hadfield que desde 2001 en la ISS cuentan con una guitarra a instancias de los psiquiatras de la NASA como apoyo psicológico para los astronautas. Conocido también por la versión de la canción Space Oddity de David Bowie que grabó en la ISS en gravedad cero, Hadfield reflexionó sobre la diferencia de tocar instrumentos fuera de la Tierra. La falta de gravedad afecta a la manera en que se tocan los instrumentos, especialmente con relación a su ergonomía. En el caso de la guitarra, en gravedad cero el instrumento no tiene peso, flota y el intérprete necesita de las dos manos para sujetarla. Esto impide mover con soltura las manos por los trastes. Otro ejemplo claro es el piano, que funciona por un sistema de contrapesos, por lo que sin gravedad es imposible tocarlo.

“La gravedad cero es muy hostil. Dentro de nuestro cuerpo y mente tenemos muy interiorizada la gravedad. El ser humano necesita muchas horas de experimentación en gravedad cero para poder desarrollar actividades con normalidad”, indica Marc Marzenit que tiene claro que los instrumentos se tienen que volver a diseñar. “Las técnicas de piano, de interpretación de las artes plásticas, todos se ha de diseñar nuevamente”.

Para indagar en cómo la producción artística y la percepción estética se ven influidas por las fuerzas gravitatorias del planeta Tierra, Albert Barqué-Duran y Marc Marzenit han desarrollado The Zero-Gravity Band (TZGB), que ha contado con la participación de investigadores y artistas de centros científicos, tecnológicos y artísticos de Alemania, Estados Unidos y Reino Unido como la City, University of London, Royal Holloway University of London, el MIT Mediana Lab, Eurecat o la IED Barcelona Escuela Superior de Diseño.

Vuelos parabólicos

Y con el objetivo de conseguir las condiciones más parecidas a estar en el espacio, los científicos tuvieron que embarcase en vuelos parabólicos que permiten momentos de gravedad cero o microgravedad. En Burdeos (Francia), fletaron un avión de la compañía Air Zero G, un Airbus A310 especialmente equipado, que habitualmente transporta a astronautas de la Agencia Europea Espacial, además de algunos turistas aventureros. Así voló Marc Marzenit, entre tres astronautas franceses y una pareja rusa. Albert no lo pudo acompañar al no superar los estrictos controles médicos exigidos para el vuelo.

En este tipo de vuelos, el avión se eleva a una altitud de 6.000 a 8.000 metros. Durante el vuelo, los pilotos realizan entre 15 y 45 parábolas, durante las cuales los pasajeros se encuentran en microgravedad durante 22 segundos. Cada fase de microgravedad es precedida y seguida de una fase de hipergravedad, de unos 20 segundos cada una, donde los pasajeros son sometidos a cerca del doble de su peso (1,8 g). De este vuelo, Marc obtuvo la certeza de que el sonido no cambia en gravedad cero. De forma cambiarán muchos instrumentos, como el piano, del que Marc Marzenit aventura que tendrá un rediseño nuevo y creo que será vertical y se tocará con las dos manos. “Cuesta imaginarlo, aún se tiene que investigar mucho. Hay que dejar de pensar en los instrumentos tal y como los conocemos actualmente”. Para este músico espacial, se trata de otro tipo de instrumentos que aún no se han hecho, se crearán de cero, con otra ergonomía, que tendrán o no los mismos sonidos. “Pero incluso a lo mejor podemos crear nuevos sonidos. La música sonará diferente porque podrán ser nuevos instrumentos”.

Imaginar nuevos instrumentos

Este es el caso del Telemetron, un sistema con unas campanas que cuando están en gravedad cero vuelan y unos sensores detectan ese movimiento. A través de unos parámetros se envía a un protocolo MIDI que genera los sonidos. Diseñado por la investigadora del MIT Nicole L'Huillier junto con Sands Fish, este instrumento se ha creado especialmente para ser tocado en gravedad cero. Marzenit aventura que los estilos de música quizás cambiarán cuando vivamos en el espacio. Por ejemplo, el ritmo está muy asociado a la gravedad, asociado al movimiento corporal. Por eso si yo estoy flotando no me imagino bailando de otra manera. A lo mejor la música cambiará y será más de ambiente, experimental… con otras formas y no tan rítmicas“.

La gravedad cero pondrá en jaque las Bellas Artes, obligando a la redefinición de cualquier tipo de material. “El concepto clásico de pincel, pintura y tela se tiene que repensar rediseñar por completo porque no se pueden usar en gravedad zero. Por ello se tienen que repensar los formatos y los materiales.  Las fronteras creativas son totalmente diferentes”, señaló Albert Barqué-Duran, responsable del prototipo Savnac (canvas al revés) diseñado para poder hacer una obra de arte efímera, de pintura, en gravedad cero.

Para mostrar los resultados, presentaron durante la sexta edición del Sónar+D, una creación artística-inmersiva sonora y lumínica en 360º que recreaba un ambiente de gravedad cero. La atmósfera sonora de la instalación audio, basada en tecnología Sfëar, un sistema de sonido 3D creado por Eurecat para crear música inmersiva en tres dimensiones, contó con algunos fragmentos que Marc tocó durante su vuelo a gravedad cero. Tanto el Telemetron el prototipo Savnac estaba expuestos junto exhibición de prototipos de vestidos inteligentes espaciales.

¿Y si nos oyen? ¿Y si nos hablan?

En 1979, The Clash con su canción London Calling alertaba de que el mundo estaba cambiado para peor. Casi tres décadas después, Sónar lanza al espacio canciones y composiciones a la espera de que una inteligencia alienígena las escuche. De esta manera, el festival, que este año cumplió 25 años, participa también de esta exploración doméstica del espacio. Sónar Calling GJ273b recoge la transmisión efectuada por radio de alta potencia de 38 piezas de música y sonido de 10 segundos a un exoplaneta potencialmente habitable: Luyten Star b, situada a 12,4 años luz de la Tierra, más de 6 millones de kilómetros. La respuesta, si es que se produce, podría llegar dentro de 25 años, justo para cuando el Sónar cumpla 50 años. El diseño del mensaje por parte de Institut d'Estudis Espacials de Catalunya, que desde hace años participa en el SETI y organizó también un taller de creación de nanosatélites, y METI International (Messaging Extraterrestrial Intelligence) es propedéutico: cada sección del mensaje contiene la información necesaria para decodificar la sección siguiente. Se ha enviado tanto información básica sobre la humanidad como varias piezas musicales, algunas de ellas compuestas exclusivamente para la ocasión.

Y si nos contestan, ¿cómo será hablar con ellos? Imbuidos también de este espíritu aventurero espacial, el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) ha aplicado sus investigaciones de visualización de datos, analítica e inteligencia artificial para desarrollar un chat que simula una conversación con una especie alienígena. “Hablar con los extraterrestres puede ser una experiencia complicada. Quizás no vean la realidad como nosotros, quizás tengan otros sentidos y no los nuestros”, indica Fernando Cucchietti, científico experto en visualización del BSC. Y poder hacernos una idea se ha creado una red neuronal, un chatbot, que emula a un extraterreste que percibe el mundo en doscientas dimensiones (los seres humanos solo vemos el mundo en tres dimensiones; la cuarta es el tiempo). Y se ha preparado a esta inteligencia artificial para mantener una conversación, alimentando la red neuronal con 300.000 diálogos extraídos de películas. El resultado final de las respuestas del sistema es una representación gráfica en 2D cuyo significado se desconoce.

Inspirado en la película ‘La llegada’ (‘The arrival’), en la que se invitaba a expertos lingüistas y de comunicación para tratar de entender a los alienígenas, este proyecto muestra la experiencia de hablar con una especie que quizás nos entiende pero que, cuando ellos nos hablan, nosotros no tenemos los sentidos necesarios para ver su respuesta completa. “Siempre se piensa que los extraterrestres serán tan inteligentes que nos entenderán en cualquiera de nuestros idiomas. Pero tal vez su idioma sea más sensorial o bioquímico”, reflexiona Cucchietti Como decía Arthur C. Clarke, “existen dos posibilidades: que estemos solos en el universo o que no lo estemos. Ambas son igual de terroríficas”. Y más aún si no podemos comunicarnos con ellos.

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