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Al planeta se le acaba la paciencia

Huertos en Villacañas

Julià Álvaro

Asociación Democràcia en Verd —

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Si la vuelta a la normalidad tras el “día después” del coronavirus es seguir “como siempre”, es que somos una especie fallida, con un clase dirigente criminal y una ciudadanía mayoritariamente estúpida. Ahí va una breve explicación en forma de decálogo.

1- Lo del coronavirus no es una guerra, es una lección. No hay un enemigo externo. Somos nosotros contra nuestros excesos, nosotros contra nosotros. La Tierra no tiene problemas. Bueno, sí, nosotros somos su problema. Sin nosotros, la Tierra respiraría aliviada. El futuro no va de salvar el planeta, va de evitarles sufrimientos a nuestros hijos e hijas.

2- No somos los amos del Universo. Somos un milagro. El Universo en el 99’99% de su historia ha sido un escenario sin vida humana. Hemos tenido la suerte de caer en su “instante habitable”, pero puede volver a ser inhóspito con el paso de un suspiro.

3- La normalidad de la que venimos es la causa de nuestros padecimientos. Esa normalidad no vale. Crecemos a costa de la naturaleza y, como dependemos de ella, crecer nos lleva al colapso. La lección es: lo hemos hecho tan mal que tenemos que parar nuestro modelo de vida para salvar la vida. Genial.

4- La crisis sanitaria, por dura que esté resultando, pasará pero, si no modificamos el rumbo, lo peor está por venir. Avisen a los que se quedan.

5- Estos días ha sucedido lo que se decía que era imposible: el Estado ha parado la economía. A las bravas, boom, de golpe. Si lo hemos podido hacer así, más lo podemos hacer organizando bien un nuevo modelo.

6- Hay dos escenarios: frente a la distopía fúnebre de no cambiar, la utopía de una vida más sostenible, justa y democrática. Se puede imaginar. Se puede defender. Se puede hacer. Es tan real como queramos que sea.

7- Para empezar podríamos poner la economía al servicio de la gente, justo al revés que ahora. No es mucho pedir. Aflojar el lazo de la deuda y revisar los modelos fiscales y sus trampas sería un buen inicio. Menos consumo, menos competir, más colaborar y menos prisas son recetas seguras. Lo que está cerca, incluso lo que es gratis, es bueno y hasta hace feliz.

8- La tecnología, ya que forma parte de nuestras vidas, procuremos que nos sea lo más útil posible, que aproveche al interés general. Que no solo sirva para que se forren Amazon, Google, Apple o Telefónica, que sea de todos y para todo.

9- La ciencia se equivoca menos que el IBEX. Si ahora lamentamos los retrasos con el coronavirus, qué diremos luego con todas las advertencias que hemos ignorado sobre el cambio climático. Como siempre, sufrirán más los más pobres pero, si hay colapso, no escapará nadie, como con el coronavirus.

10- La solidaridad es un requisito innegociable que se organiza fortaleciendo lo público que, a su vez, sólo se asegura con más democracia. Resumen: de ésta sólo salimos con más democracia. Y con hechos, no con discursos.

En los últimos diez años, unos 2.000 ecologistas han sido asesinados por intentar que en sus territorios se respetara la naturaleza y la dignidad de las personas. Si defender un trozo de selva o un manantial de agua puede costar la vida, imaginen lo complicado que es modificar todo un modelo económico. Los comportamientos individuales son valiosos, pero el liderazgo es responsabilidad de la administración, de los que hacen las leyes, de la gente a la que votamos. Va, valientes…

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