Estos 10 pueblos de Cantabria son perfectos para una escapada inolvidable
Santillana del Mar, Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera, Comillas, Potes... Estos nombres aparecen en todas las guías turísticas de Cantabria y no es para menos: sus calles empedradas, su historia y su ambiente los han convertido en paradas imprescindibles en una ruta por la comunidad.
Sin embargo, más allá de estos pueblos emblemáticos, Cantabria esconde muchos otros lugares menos transitados, que conservan esa esencia rural y montañesa que define esta tierra. Son pueblos en los que el tiempo parece ir más despacio, en donde las fachadas de piedras llaman la atención por sus balcones repletos de flores.
Para que una escapada por Cantabria se convierta en un recuerdo especial, estos pequeños pero exclusivos rincones de la comunidad invitan a vivir una experiencia mucho más auténtica y enriquecedora, ofreciendo la oportunidad de participar en fiestas locales, de conocer mercados tradicionales, de saborear los platos más auténticos e incluso de recorrer senderos que se pierden entre sus bosques.
Carmona
Perteneciente al municipio de Cabuérniga, en su mayor parte en el valle del Saja, aunque realmente situado en el valle del Nansa, Carmona está declarado conjunto histórico-artístico desde el año 1985. Representa la esencia de la Cantabria de los siglos XVII y XVII, con sus fachadas de piedra, sus arcos y sus casas de montaña.
Desde el punto de vista cultural, Carmona ha sabido mantener las costumbres y tradiciones, ya que entre sus calles aún se pueden conservar oficios como la ganadería y la artesanía. Está envuelto entre una inmensa riqueza forestal típica de los valles del Saja, Nansa y Besaya, lo que aumenta aún más su belleza y lo convierte en un destino imprescindible de conocer.
Una vez allí, es recomendable visitar su edificio más emblemático: el Palacio de los Díaz Cossío y Mier. En la actualidad se ha convertido en un alojamiento turístico, pero fue mandado construir por Francisco Díaz de Cossío en el siglo XVII, por lo que tiene un transfondo histórico y cultural muy relevante. Curiosamente, su forma es similar a la de los edificios de la arquitectura barroca madrileña y, combinada con las torres cuadradas de sus laterales, su fachada se vuelve imponente.
Tudanca
Enclavado en el valle del Nansa, este pueblo cántabro declarado conjunto histórico-artístico en 1983, tiene un encanto único y la mejor arquitectura tradicional montañesa de Cantabria. Además, Tudanca no solo es el nombre de este acogedor lugar, sino que también se conoce así a una raza de vaca autóctona de la comunidad con carnes de altísima calidad gracias.
Para los y las amantes del senderismo es un destino perfecto, ya que ofrece diversas rutas que permiten conocer su entorno, como por ejemplo, el sendero que recorre el Camino Real o de Castilla por el tramo medio del río Nansa, que arranca en Cosío, pasa por Rozadío y llega hasta Tudanca. Una bonita senda llevará al caminante hasta cruzar su característico puente, construido en el siglo XVIII, para adentrarse en una zona de fincas y bosques de robles.
El recorrido avanza junto al río Nansa, y ofrece la oportunidad de disfrutar de su ruidoso caudal, de cada rincón, de las cabañas ganaderas e incluso de alguna pequeña cascada que convertirá el camino en una senda más salvaje.
Cabezón de la Sal
Uno de los pueblos de Cantabria que mayor patrimonio histórico-artístico tiene es Cabezón de la Sal. Su estratrégica ubicación sobre un diapiro salino que justifica su nombre le ha permitido ejercer durante siglos su actividad principal: la extracción de sal. La explotación del yacimiento ha hecho que este municipio sea la cabecera de la comarca del Saja-Nansa, un paisaje de abundante naturaleza y un enorme valor ecológico.
Hoy en día, además de ser el protagonista de muchas ferias ganaderas, Cabezón de la Sal también se caracteriza por su actividad industrial en sectores como el textil y el mueble y es un destino turístico único. Posee variedad de monumentos arquitectónicos y multitud de edificios históricos, como el emblemático Palacio de Bodega, del siglo XVIII, un edificio urbano neoclásico.
Además, también hay varios museos de diferentes temáticas que permitien realizar un interesante recorrido cultural. En la visita a este pueblo también se puede caminar por el Bosque de Secuoyas, situado en el Monte Corona, único en Europa y declarado Monumento Natural.
Lamiña
Conocido por sus impactantes cascadas, Lamiña es uno de los pueblos más antiguos del valle de Cabuérniga, perteneciente al municipio de Ruente. Las primeras huellas de este pueblo datan de hace siglos y hoy en día se pueden conocer gracias al monasterio de San Fructuoso, que fue fruto de la repoblación visigoda de la Alta Edad Media.
La ermita de San Fructuoso se puede visitar en la actualidad y en una escapada por Cantabria puede ser interesante profundizar en su historia y los tesoros que guarda en su interior, como un sarcófago y unas columnas de estilo prerrománico asturiano.
Lamiña mantiene un carácter campesino y rústico desde sus orígenes, y es que está repleto de numerosas casas llanas e hileras de casitas que forman pequeñas calles. Sin embargo, también hay casonas, como las del Barrio de la Calleja, que son del siglo XV o la de Velarde, conocida como “la Casa Pinta” por las figuras policromadas que conserva.
Ucieda
Situado en el municipio de Ruente, Ucieda es uno de los lugares de referencia para admirar las entrañas del Parque Natural Saja-Besaya. Desde su ocupación, sus habitantes han buscado el máximo aprovechamiento del entorno natural, convirtiéndose en un paisaje increíble, que contiene uno de los mejores robledales de la cornisa cantábrica.
Sus orígenes se remontan a la Edad Media y, durante siglos, sus recursos fueron el motor de las vidas de sus habitantes. La madera se empleaba para construir viviendas, el carbón alimentaba ferrerías y hogares y la materia prima abastecía la industria de la ebanistería.
La mejor fecha para conocer el pueblo es en septiembre, que es cuando tiene lugar la Fiesta del Cocido Montañés, el primer domingo del mes. En este día reina la gastronomía típica de Cantabria y la fiesta está declarada de Interés Turístico Regional. Se celebra en la Campa de Ucieda, la misma que hay que atravesar para subir al Monte Ucieda y apreciar sus vistas.
Esles
Para experimentar la verdadera esencia de Cantabria, Esles en el típico pueblo rodeado de prados, muros de piedra, casas señoriales y blasonadas alternadas con otras más tradicionales. Encajado en el corazón de los valles Pasiegos, representa la viva imagen de una tierra donde se vive al ritmo de la naturaleza. Se encuentra en Santa María de Cayón, a 240 metros de altitud, y es la localidad más importante de todo el municipio desde el punto de vista arquitectónico.
Este pueblo, de carácter hidalgo, en el que se asentaron los primeros habitantes de las tierras cántabras, atraídos por todos los beneficios que ofrecen los ríos que lo rodean, ofrece un entorno privilegiado para realizar variedad de actividades al aire libre, como el senderismo.
La ruta del Hayedo y las cascadas de Gamoneo es un trayecto circular que arranca en el casco antiguo, cruza el Hayedo y se adentra en el monte hasta alcanzar las cascadas.
Cóbreces
Perteneciente al municipio de Alfoz de Lloredo y distinto al resto de pueblos, Cóbreces es un lugar pintoresco de la costa occidental de Cantabria. Historia, arquitectura, mar, montaña y muchas cosas más hacen de este rincón uno de los más especiales.
Es un destino ideal para visitar en verano, pues una de sus playas más cercanas, tan solo a un kilómetro de distancia, la playa de Luaña, es una completa joya costera entre acantilados y bosques. Durante los meses de calor suele ser bastante frecuentada por la gente de la zona pero, aún así, sigue siendo conocida por su tranquilidad.
En uno de esos días en los que el sol calienta hasta el anochecer, así que para aquellos y aquellas que saben apreciar el valor de la naturaleza, el acantilado del Bolao es el destino ideal. Con unas vistas panorámicas de la costa cántabra, con el sonido de las olas rompiendo en las rocas y pudiendo observar a un lado las ruinas del Viejo Molino del Bolao, este lugar de Cóbreces es imprescindible en una ruta por Cantabria.
Mazcuerras
También conocido como 'Luzmela', nombre que adquiere por ser el escenario de una de las obras de la escritora santanderina Concha Espina, que vivió en este pueblo, Mazcuerras está situado en la comarca de Saja-Nansa. Es un pueblo ganadero conocido también por su tradición en el cultivo de flores. Sus colores y formas decoran sus calles y crean un ambiente único.
Mazcuerras se encuentra en el camino de la Ruta de los Foramontanos. Gracias a sus valores históricos, culturales y ambientales, ofrece muchos rincones interesantes como casonas, monumentos y palacios para una agradable visita. La primera parada en la visita podría ser la iglesia de San Martín, construida en lo alto de una loma, dominando la mies del río Saja.
Asimismo, otro rincón que se puede aprovechar son los Viveros Escalante, 20 hectáreas repartidas a lo largo del pueblo, llenas de vida y color, con variedad de plantas, árboles y flores. Estos viveros son referentes a nivel nacional en el mundo del cultivo, así que son un destino muy interesante para rematar una visita al pueblo.
San Roque de Riomiera
Volviendo a los valles pasiegos, San Roque de Riomiera es otro destino perfecto para una escapada rural. Es una zona con gran riqueza de pastos, rodeada por montañas, ríos y praderas y conocida por el blanco paisaje que ofrece en invierno, con las copiosas nevadas que tanto le caracterizan.
Su geografía es única por las formaciones geológicas y el relieve que invita al senderismo y a la continua exploración del entorno. Además, el pueblo está repleto de cabañas pasiegas, típicas de la zona desde sus orígenes, que han sido rehabilitadas para los visitantes que quieran vivir la experiencia de pasar una noche entre sus empedradas fachadas.
San Roque de Riomiera también brilla por su patrimonio y cultura, entre el que destaca la iglesia de San Roque, sencilla pero llena de magia, y la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, un gran santuario cuya fachada se asemeja a las cabañas tradicionales del pueblo. Asimismo, la gastronomía de este lugar también resalta por sus carnes de vacuno y cordero.
Cartes
Este pueblo cántabro es conocido, sobre todo, como un lugar de peregrinación típico por el ambiente festivo de San Cipriano, que tan intensamente viven sus habitantes. Este festejo, que tiene lugar el 16 de septiembre, está declarado de Interés Turístico Regional, y consiste en subir desde Riocorvo hasta la ermita en albarcas. Una vez arriba, la tradición se basa en honrar al santo y celebrar en su honor una romería montañesa.
También se conoce por la conservación de su patrimonio histórico y por la belleza del paisaje natural en el que se encuentra. En 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural, y es que ofrece construcciones cuyos orígenes se remontan al siglo XV.
Por ejemplo, el Torreón de Cartes es una casona situada en plena calle principal, concretamente una fortaleza medieval de estilo gótico. Otra de sus principales señas de identidad es el puente de piedra del siglo XVIII, que en su día salvaba el paso por el río Besaya.
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