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Esta ciudad portuguesa es Patrimonio de la Humanidad y conserva un legado romano único

El conjunto arqueológico de Évora se encuentra en el templo romano del siglo I, uno de los mejor conservados de toda la península ibérica.

Edu Molina

11 de junio de 2025 13:53 h

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Ubicada en el Alentejo portugués, a poco más de 100 kilómetros de Lisboa, Évora se alza como una ciudad monumental y pausada, donde el pasado habita cada rincón del presente. Reconocida como Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1986, esta localidad encierra en sus límites amurallados una historia que abarca más de veinte siglos.

Su trazado urbano conserva una armonía excepcional, con vestigios romanos, templos góticos, fachadas manuelinas y plazas renacentistas que forman un conjunto histórico de incalculable valor. Recorrerla es caminar por una crónica arquitectónica viva, que se despliega a través de calles estrechas, portales blasonados y fuentes marmóreas.

Évora no es solo una ciudad-museo, sino un enclave donde lo histórico convive con lo cotidiano. Lejos del bullicio de las grandes capitales, ofrece una experiencia de viaje serena y envolvente, ideal para descubrir a pie y sin prisas. La Praça do Giraldo, punto neurálgico del casco antiguo, es el lugar desde donde se ramifican los principales ejes del patrimonio urbano: desde el templo romano hasta la catedral fortificada, pasando por iglesias monumentales, palacios regios y antiguos colegios religiosos. Todo ello bajo la sombra de una historia que se ha mantenido a salvo del paso de los siglos.

El equilibrio entre el legado arquitectónico y la vida moderna ha permitido a Évora conservar una autenticidad difícil de encontrar en otros destinos turísticos. En sus calles, aún se percibe la huella de reyes, humanistas y artesanos que hicieron de esta ciudad un centro de poder y cultura durante los siglos XV y XVI. Hoy, esa herencia se combina con un ambiente relajado, pequeños comercios, cafeterías con encanto y una identidad profundamente enraizada en la tierra alentejana.

Herencia romana, arte gótico y estilo manuelino

El monumento destaca por sus columnas corintias de granito, que emergen del tiempo como vestigios majestuosos del antiguo foro.

El conjunto arqueológico de Évora se encuentra en el templo romano del siglo I, uno de los mejor conservados de toda la península ibérica. Aunque tradicionalmente vinculado a la diosa Diana, los expertos consideran que su dedicación original fue al emperador Augusto.

Situado en una plaza elevada y rodeado de jardines, este monumento destaca por sus columnas corintias de granito, que emergen del tiempo como vestigios majestuosos del antiguo foro. Su estructura sobrevivió a siglos de abandono y usos diversos hasta su restauración en el siglo XIX, que permitió devolverle parte de su apariencia original.

Muy cerca del templo se alza la Catedral de Santa María, un edificio de proporciones imponentes que fusiona estilos románico y gótico. Iniciada en el siglo XII y consagrada a comienzos del XIII, es la mayor catedral medieval del país. Su fachada austera da paso a un interior con naves altas, un claustro silencioso y una terraza panorámica desde la que se divisa toda la ciudad y la llanura alentejana.

A pocos pasos, la Iglesia de São Francisco impresiona con su Capilla de los Huesos, un espacio revestido con miles de cráneos y esqueletos humanos, acompañado por la inscripción “Nos ossos que aqui estamos pelos vossos esperamos”, una invitación visual a la reflexión sobre la mortalidad.

Catedral de Évora y fuente en la plaza de Portas de Moura.

Una ciudad viva entre cromlechs, vinos y tradiciones

Évora ofrece un entorno natural y cultural de enorme riqueza. A pocos kilómetros se encuentra el Cromeleque dos Almendres, uno de los monumentos megalíticos más importantes de Europa. Este conjunto de más de 90 menhires dispuestos en forma circular data del Neolítico y refleja la importancia astronómica y ceremonial del territorio desde tiempos prehistóricos. Cerca también se puede visitar el Menir dos Almendres, un monolito solitario de más de tres metros de altura que forma parte del mismo complejo ritual.

Los alrededores de la ciudad invitan a descubrir pueblos con encanto como Arraiolos, célebre por sus alfombras bordadas a mano desde el siglo XVI. La tradición textil sigue viva y puede conocerse en talleres y museos locales. También es posible recorrer bodegas de vino con denominación de origen Alentejo, muchas de ellas ubicadas en antiguas fincas rehabilitadas. El clima cálido y el suelo arcilloso favorecen el cultivo de variedades tintas y blancas de gran carácter, que pueden degustarse junto a la gastronomía local.

Évora ha sabido conservar su alma sin congelarse en el tiempo. Su perfil urbano, sus monumentos imponentes y sus tradiciones vivas conforman una identidad que resiste modas y tendencias. Para el viajero que busca lugares donde la historia no solo se visite, sino que se respire, esta ciudad del Alentejo ofrece una de las experiencias más completas y genuinas del sur de Europa. Un destino que no solo se contempla, sino que se habita.

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