Descubriendo los secretos mejor guardados de las Merindades

Puentedey, en las Merindades, se ubica sobre un arco natural.

Roberto Ruiz

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A las Merindades hay que ir. En el norte de la provincia de Burgos, rodeada por Cantabria, Álava y Vizcaya, cubriendo valles y montañas y atravesada por innumerables cauces de agua, se encuentra la comarca de las Merindades. Una tierra históricamente nombrada como la cuna de Castilla y que hoy día vive tranquila lejos del turismo más numeroso.

Una pequeña escapada de tres o cuatro días por las Merindades te permitirá alejarte del ritmo frenético del día a día, sumergirte en el silencio, respirar aire puro, viajar por el románico, adentrarte bajo tierra, contemplar impresionantes cascadas, conocer una importante época de la historia de España y su arquitectura, disfrutar al aire libre de infinidad de senderos, saborear platos tradicionales y, sobre todo, desconectar en un enclave rural donde tienes mucho que descubrir.

10 lugares de las Merindades que no te deberías perder

La superficie de la comarca es amplia, alcanza los 2.821 km2, pero para que sepas de manera clara qué visitar en las Merindades y qué es lo que no te puedes perder, vamos a destacar algunos de esos puntos imprescindibles que nunca deberías pasar por alto. De pueblos a saltos de agua, pasando por cuevas, iglesias, monasterios, museos y formaciones naturales, con estas pinceladas vas a tener suficiente para empezar a organizar tu próxima escapada rural. Hay mucho más, por supuesto, pero puedes empezar por aquí.

  • El pueblo de Espinosa de los Monteros

Esta villa le debe su apellido a los Monteros de Espinosa, el cuerpo de hidalgos que desde el año 1006 custodiaba las estancias de los reyes de Castilla durante las noches, como una guardia nocturna. Conserva un valiosísimo legado señorial, con imponentes casas de piedra engalanadas con escudos heráldicos. Destaca sin duda el Castillo de los Velasco, la iglesia de Santa Cecilia, la Plaza Mayor y el espectacular Palacio de los Marqueses de Chiloeches.

  • El pueblo de Frías

Frías es quizá una de las localidades más conocidas de las Merindades. Presume de ser la ciudad más pequeña de España y su ubicación le hace llamar la atención, elevada y encaramada a un cerro del que ya desde lejos destaca su castillo. Tiene un encanto medieval innegable, con su puente fortificado sobre el Ebro, su entramado de calles empedradas y su antigua judería. Además, sus casas colgadas al filo de un cortado natural son otra de sus señas de identidad.

  • La ermita de San Pedro de Tejada

Es una pequeña joya del románico castellano, uno de los ejemplos más bellos y mejor conservados que podemos encontrar en las Merindades. La ermita de San Pedro de Tejeda se encuentra a los pies de la Sierra de La Tesla, en la Merindad de Valdivieso y la población de Puentearenas, y data de la primera mitad del siglo XII. Resulta interesante admirar su decoración exterior y detenerse en cada uno de sus detalles en perfecto estado de conservación. Aunque la ermita es de propiedad particular sus dueños permiten y facilitan su visita.

  • El Monasterio de Santa María de Rioseco

Este viejo monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco fue levantado aquí en el siglo XIII, aunque sus orígenes son anteriores en una localización distinta. En 1835 la ley desamortizadora de Mendizábal lo hizo pasar a manos privadas y aunque la iglesia y la sala capitular se cedieron al arzobispado de Burgos el resto del complejo quedó en ruinas. El colectivo Salvemos Rioseco surgió en 2010 y tiene el objetivo de salvar el monasterio y convertirlo en un referente sociocultural de las Merindades. En agosto se celebra incluso la Semana del Voluntariado para trabajar en su restauración.

  • El Salto del Nervión

El Salto del Nervión es la cascada más alta de la península ibérica y está en el límite de las Merindades, pues el agua se precipita desde Burgos y cae en Álava. Desde el lado castellanoleonés tienes buenos miradores para contemplar este salto de 222 metros de altura que es considerado el nacimiento de la ría de Bilbao. Se encuentra en pleno corazón del Espacio Natural de Monte Santiago y solo por las vistas ya merece la pena llegar allí.

  • El pueblo y el arco natural de Puentedey

Aquí tienes un dos en uno: un pueblo bonito y una espectacular formación natural. El pueblo de Puentedey, pequeño y coqueto, descansa sobre un enorme arco natural horadado en la roca por el río Nela. Puedes pasear junto a su cauce y pasar bajo las casas y sus vecinos. El origen de su nombre proviene de “Puente de Dios”, y de ahí Puentedey, ya que su formación los antiguos pobladores la atribuían a la mano divina.

  • La cueva de Ojo Guareña y la Ermita de San Tirso y San Bernabé

La cueva de Ojo Guareña es sin duda el enclave natural más famoso y visitado de las Merindades. Una galería de 110 km de túneles que la convierte en la cuarta cueva más grande de la península ibérica. Actualmente se conocen 14 entradas distintas y dos de ellas son visitables, la de Cueva Palomera y la de la Cueva y Ermita de San Bernabé. En esta última y aprovechando la cavidad natural se encuentra la ermita de San Bernabé, una pequeña “Capilla Sixtina” burgalesa de espectacular belleza y singularidad.

  • El pueblo de Medina de Pomar

Para Medina de Pomar conviene reservar unas cuantas horas. Primero para recorrer sus calles, que son todo un museo al aire libre y puedes recorrerlas siguiendo una ruta turística diseñada para sus visitantes. Después para visitar el Museo Histórico de las Merindades que encontrarás en el interior del monumental Alcázar de los Condestables, donde podrás repasar la historia de la comarca pasando por arqueología, patrimonio y etnografía, así como por costumbres y tradiciones. Y para terminar, visitando el Monasterio de Santa Clara, un convento que ha sido habitado desde su fundación en 1313 por una comunidad de Hermanas Clarisas y que tiene su propia hospedería.

  • La ermita de San Pantaleón de Losa

Aquí tienes un buen ejemplo de uno de esos sitios que, o te lo cuentan, o lo pasarías por alto. En la cima de un promontorio con forma de proa de barco se encuentra la pequeña ermita de San Pantaleón de Losa. Se compone de dos naves, una románica y otra gótica, y su belleza justifica la cuesta de subida que lleva hasta ella. No falta además su correspondiente leyenda, ya que durante la época de las cruzadas la tradición situaba aquí ni más ni menos que el Santo Grial.

  • El pueblo de Oña y el Monasterio de San Salvador de Oña

Oña es uno de los principales municipios de las Merindades y también uno de los más conocidos. Su fama se la debe al imponente Monasterio de San Salvador de Oña, fundado en el año 1011 por el conde castellano Sancho García. Te gusten o no los monasterios, el de Oña merece una visita. Hay que detenerse a admirar su órgano barroco de 1768, así como la bóveda, el altar principal y el claustro, pero sobre todo el panteón real de madera, donde descansan por ejemplo los reyes Sancho II El Fuerte (el rey del Cid Campeador) y Sancho III El Mayor. Si pasas por aquí a mediados de agosto no te pierdas la singular representación del Cronicón de Oña.

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