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La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

Cinco claves para entender las primarias del PSOE

Antón Losada

Pedro Sánchez ha ganado con claridad las primarias. Ha sumado la mitad de los votos emitidos. Le ha sacado más de doce puntos a Eduardo Madina y ha doblado a un Pérez Tapias que ha puntuado por encima de las expectativas. La victoria de Sánchez resulta indiscutible. El militante socialista ha preferido con nitidez su potencial como candidato joven y animoso, capaz de conectar con amplios sectores del desencantado electorado progresista. Las especulaciones sobre la procedencia o la motivación de sus votos carecen de sentido ante una victoria solvente e inapelable en once comunidades autónomas. Ha ganado de manera abultada en Andalucía, pero también se ha impuesto con comodidad en Euskadi, Comunidad Valenciana o Madrid.

La participación es la peor noticia. Ganar o perder era un problema personal de los candidatos. Donde el PSOE se la jugaba realmente como partido era en el porcentaje de militantes que decidirían acudir a votar en las sedes un caluroso domingo de julio. Una participación baja habría matado las primarias antes de nacer, había debilitado al ganador y mandado a la UVI al partido. Solo han votado seis de cada diez militantes. La cifra no es mala, pero tampoco resulta espectacular. El PSOE no está muerto, pero su estado es grave. Aún puede revivir si dejan de perder el tiempo en dilucidar cuestiones que solo le importan a ellos.

El tamaño del aparato sí importa. Los barones socialistas han debido tomar nota de la reacción hostil de buena parte de la militancia ante sus declaraciones de amor a tal o cual precandidato. También parecen haberse percatado del mal efecto causado por su burda intervención en la recogida de avales. Para la campaña han elegido la opción más inteligente. Todos han mantenido un perfil público bajo mientras trabajaban discretamente para su candidato. El aparato más grande se ha movilizado con claridad y ha decantado la balanza. Una evidencia que fortalece a Susana Díaz, la presidenta andaluza, y debilita al nuevo secretario general. Otra mala noticia para Pedro Sánchez es no haber sido capaz de movilizar a cuatro de cada seis militantes socialistas con su oferta de cambio.

El ganador no se lo lleva todo. Esto solo ha sido el primer asalto. El combate continúa. En otoño esperan unas primarias abiertas a la ciudadanía para elegir candidato a la Moncloa. Dado el resultado de hoy, cabe esperar que se presenten nuevos y viejos candidatos a ser cabeza de cartel en las generales de 2015. Al nuevo secretario general le toca ahora medir sus fuerzas y decidir si pelea por una candidatura que nadie le va a regalar, o se integra en el proyecto de otro candidato que pudiera ganarle, por ejemplo, el favor de la poderosa federación andaluza.

Los debates sí influyen. A pesar del día, la hora, el escenario o el infecto formato pensado para ahuyentar a cualquier audiencia que pudiera atreverse a acudir a echar un vistazo, el debate entre los tres candidatos socialistas parece haber tenido una influencia notable en el resultado de las primarias y haber ayudado a unos cuantos militantes a despejar sus dudas. Las encuestas hablaban de una igualdad que no se ha reflejado finalmente en el resultado. Cuando el votante está indeciso o no conoce bien las opciones disponibles, los debates marcan la diferencia y cuentan. A ver si nos vamos enterando y dejamos de aceptar con tanta facilidad que no se hagan debates o que se hagan con formatos que solo interesan a los candidatos.

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