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INTERIOR. SEDE DE VOX – DÍA

Abascal cree que Sánchez debería dimitir por "estafar" a los españoles

Jose A. Pérez Ledo

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ABASCAL (43 años) cruza apresuradamente un pasillo. Suda, está acalorado. Se detiene frente a un despacho y entra sin llamar. Dentro está ESPINOSA (49 años). Tiene los pies sobre el escritorio y lee distraídamente un ejemplar de Jara y Sedal.

ESPINOSA (sin mirarle):

¿En el PP no te enseñaron a llamar a la puerta, muchacho?

ABASCAL:

Perdona, Iván, pero es que… ¿Viste los Goya?

ESPINOSA lanza la revista sobre escritorio y mira a ABASCAL de hito en hito.

ESPINOSA:

¿Te parezco un comunista? ¿Es eso? ¿Tengo pinta de querer nacionalizar Iberdrola?

ABASCAL:

¡No quería decir eso, perdóname, Iván! Pero es que hablaron de nosotros con indirectas. ¡Nos odian!

ESPINOSA retira los pies del escritorio y abre un cajón. Saca una botella de brandy y dos copas. Empieza a llenarlas.

ESPINOSA:

Deja de sudar o provocarás un cortocircuito en el suelo radiante. No es muy fiable, lo montó mi mujer.

ABASCAL (paseando nervioso por el despacho):

¡Solo ganaron películas de maricas y de republicanos, Iván! ¡Hasta la de dibujos era de rojos! ¿Qué van a ver nuestros niños, eh? ¡Tenemos que prohibir el cine!

ESPINOSA:

Eso no tiene ningún sentido, Santi, muchacho.

ABASCAL:

¿No?

ESPINOSA (ofreciéndole una copa):

Ten, echa un trago. Te ayudará a pensar.

ABASCAL (coge la copa):

Gracias. Sabes que a veces me cuesta entender las cosas.

ESPINOSA:

No pasa nada, grandullón, para eso estoy yo. Escucha, un país moderno no puede prohibir el cine. Los extranjeros se nos echarían encima, ¿entiendes?

ABASCAL:

¿Los negros?

ESPINOSA:

No solo los negros. Europa, Estados Unidos, todos. Cuando lleguemos al poder, dejaremos que se hagan películas, pero nosotros decidiremos de qué tratan.

ABASCAL:

¿Como hacen el PP y el PSOE con el Telediario?

ESPINOSA:

Exacto. ¿Ves como el brandy te ayuda?

ABASCAL:

¿Y crees que…? (Carraspea, se alisa la pechera con una mano). ¿Crees que, a lo mejor, yo podría salir en una película?

ESPINOSA:

¡Claro que sí, Santi, muchacho! ¿De qué te gustaría hacer, eh?

ABASCAL:

De Blas del Lazo.

ESPINOSA:

Es Blas de Lezo. Pero no es buena idea. Era tuerto. Y cojo. Tú eres demasiado apuesto para ese personaje. Te propongo algo mejor.

ABASCAL:

¡Claro, Iván, proponme algo mejor!

ESPINOSA:

Te propongo que hagas de Aguirre.

ABASCAL:

¿Esperanza?

ESPINOSA:

Lope de Aguirre. Un machote vascoespañol, como tú, al que mataron en Venezuela.

ABASCAL:

¿Maduro?

ESPINOSA:

No, esto pasó antes. Mira, tengo una idea. ¿Por qué no escribes tú el guion? ¿Por qué no te pones ahora mismo, en tu despacho?

ABASCAL:

¡Claro que sí! ¡Gracias por darme esta oportunidad, Iván! ¡No te defraudaré!

ESPINOSA:

Nunca lo haces, grandullón. Anda, ve. Y sécate el sudor.

ABASCAL deja la copa en la mesa y sale del despacho brincando de alegría.

ESPINOSA se levanta de la silla y, con la copa en la mano, mira por la ventana. Al otro lado, la Gran Vía de Madrid llena de gente. Aproximadamente la mitad son comunistas.

ESPINOSA (para sí):

Pronto, muy pronto, todo esto será mío…

FUNDE A NEGRO.

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