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Pánico frente al abismo

Sede del PP en la calle 'Génova'

Rodolfo Irago

El PP había sido siempre una aparente balsa de aceite. Nadie cuestionaba en las reuniones de la dirección ni una sola de las decisiones, silencios o parálisis de Rajoy en todos estos años.

Pero ha sido salir Mariano por la puerta de Génova y el PP ha estallado en un permanente de ataque de nervios. Tanto reírse de las primarias del PSOE para que ahora tengan más candidatos a la presidencia de los que han tenido nunca el resto de partidos.

El desconcierto es general porque además el principal favorito para la sucesión ha decidido quedarse cómodamente en Galicia y no enfrentarse a la trituradora madrileña de dosieres y conspiraciones, fotos con narcos incluidas. Feijóo se queda en su tierra viendo el espectáculo desde la barrera y esperando el tren de 2020 que tal vez ya no vuelva a pasar por Santiago.

Sin Feijóo en la arena, los populares se miran asustados ante el duelo que no querían ver entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Su rivalidad con silla vacía en medio era una invención machista según Rajoy pero ahora ya no hay quien la disimule. Se tiran con bala en estos primeros días.

Cospedal apela al orgullo de partido y quiere que le voten por haberse partido la cara durante el caso Bárcenas mientras otros y otras se escondían. Es la candidata del aparato. El despido en diferido y los negocios de su marido son sombras alargadas por mucho que ella diga que López del Hierro hay muchos en España.

La exvicepresidenta ha roto su palabra porque siempre dijo que se iría con Rajoy y espera compensar su escaso peso orgánico en el partido con una mejor imagen publica que su rival. Su fracasada gestión en Cataluña le resta puntos pero ella recuerda que las encuestas la apoyaban a ella y no a Cospedal.

Para evitar el choque de trenes entre las dos, los militantes del PP podrían tener la opción aparentemente renovadora de Pablo Casado, pero el realismo mágico de su currículum complica tal vez de forma definitiva sus posibilidades. Jugará la carta de víctima que en otros casos ha funcionado.

Por lo demás, Margallo promete espectáculo y nunca decepciona porque es de los pocos que dicen lo que piensan. Los otros tres candidatos no parecen tener más objetivo que salir un par de días en los medios.

El PP se dispone así a vivir su propia catarsis interna mientras Rajoy se instala a marchas forzadas en su refugio como registrador en Santa Pola. Ha huido de Génova como si estuviera en llamas. Los militantes del PP, con los que hasta ahora no se había contado nunca tienen en su mano el futuro de un partido expulsado del gobierno por la corrupción y en plena conmoción general.

Es un escenario nunca vivido en la derecha española y cuyo desenlace es imprevisible. El PP puede estallar en mil pedazos o puede acabar teniendo la primera mujer candidata a la Moncloa con opciones reales de dar la batalla para ganar en las urnas.

Sería una mujer, candidata del PP frente al gobierno del PSOE con más mujeres del mundo. Esto se pone interesante.

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