El pasado 10 de febrero el ruso Valery Rozov viajaba hasta Tanzania para volar desde la cima del Kilimanjaro (5.895 metros), el pico más alto del continente africano. Rozov saltó justo debajo de la cima de la denominada Western Breach Wall, a 546 metros, la única posible salida que encontró que ofreciese las suficientes garantías para el salto. Rozov pasó la noche en el cráter del Kilimajaro, a 5.759 metros, para poder saltar temprano por la mañana y evitar que las nubes cubriesen el gigante africano.