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Colau presenta su hoja de ruta para recoser la Barcelona “fracturada” por la desigualdad

Gerardo Pisarello, Ada Colau y Jaume Asens

Oriol Solé Altimira

Barcelona en Comú ganó las elecciones municipales con la lucha contra la desigualdad como bandera. Las primeras medidas que tomó el gobierno de Ada Colau, como la ampliación presupuestaria, han buscado reducir la brecha social, con las limitaciones que tiene un Ayuntamiento aunque sea el de Barcelona. Y el Programa de Actuación Municipal (PAM), la hoja de ruta para los cuatro años de mandato de BComú, no ha sido una excepción. “Ante el peligro de una Barcelona fracturada, tenemos un plan”, ha afirmado el primer teniente de alcaldía, Gerardo Pisarello.

En el PAM, cada gobierno presenta las acciones de actividad municipal que tiene previsto llevar a cabo en sus años de mandato, incluyendo cierta planificación económica. Se suelen tardar meses en aprobarlo de forma definitiva -en este caso, además, se da por descontado debido a que BComú gobierna en minoría con 11 regidores de 41. Con todo, el PAM de Ada Colau contempla una capacidad inversora de 1.660 millones de euros y 321 actuaciones.

El PAM de Xavier Trias no llegó a cumplirse del todo, en especial a lo referente a participación ciudadana (no se hizo ninguna consulta) y a la cesión de edificios propiedad del Estado. Estaba estructurado en tres ejes: reactivación económica, atención a las personas y regeneración urbana. El PAM de Colau versará sobre cinco grandes líneas de trabajo.

El primer macrobjetivo pasa por lograr una Barcelona “que asegure el buen vivir” mediante el despliegue de Pla de Barris y la creación de una renda infantil municipal y un salario mínimo metropolitano. También se quieren construir 4.000 viviendas públicas, comprar 300 pisos a los bancos por debajo del precio de mercado y que las entidades financieras cedan voluntariamente 450 pisos vacíos.

El segundo objetivo es lograr una “economía plural”, que según Pisarello se caracteriza por un sector público “fuerte y eficiente”, un sector privado con “retorno social y ambiental” y un mayor desarrollo de las cooperativas. Dentro de este capítulo se incluye una de las medidas que amenaza con levantar más ampollas entre el empresariado y los grupos conservadores de la ciudad: la modificación de la fiscalidad para compensar los costes y el impacto del turismo. “En principio se utilizarían tasas”, ha dicho Pisarello sin más concreción.

Otros dos ejes del PAM son lograr una “transición ecológica” de Barcelona -consolidando el parque de los Tres Turons como pulmón verde de la ciudad, entre otras medidas- y que la ciudad sea “abierta y comprometida con el mundo”. En este sentido, se propone que Barcelona destine el 0,7% de sus ingresos a cooperación internacional.

El último objetivo es el de lograr una Barcelona “participativa y que garantice el buen gobierno”. Aquí se quiere “implantar un código ético para cargos electos y personal directivo”, algo que BComú incumplió nada más llegar al Ayuntamiento.

La oposición no ha tardado en responder a la presentación del PAM. El presidente del grupo municipal del PSC, Jaume Collboni, ha considerado que tanto el PAM como los presupuestos tendrían que encauzarse antes de Semana Santa. Por parte de la CUP, Josep Garganté se ha mostrado escéptico respecto al proceso participativo del PAM ya que “los vecinos y vecinas no tienen vinculación real con lo que se decida”.

Las anticapitalistas han instado a BComú a que despliegue las remunicipalizaciones que llevaba en el programa que le hizo ganar las elecciones del 24-M. En este sentido, la regidora de la CUP, Maria Rovira, ha puesto sobre la mesa que BTV, Parcs i Jardins y el servicio de atención domiciliaria vuelvan a manos 100% públicas. En una entrevista con este diario durante la precampaña, Pisarello afirmó: “Municipalizar el agua es imprescindible para recuperar el control público sobre la economía”.

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