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Ley contra la homofobia: caretas fuera

Joan Mena

Portavoz adjunto del grupo parlamentarii de ICV-EUiA —

El 17 de julio pasado se inició en el Parlamento de Cataluña la tramitación de la Ley contra la homofobia. Una ley que pretende garantizar la igualdad en las condiciones de vida de todas las personas así como erradicar los más de 400 casos anuales de ataques homófobos que aún se viven en nuestro país, según datos del Observatorio contra la homofobia. La proposición llegó al Parlamento de la mano de los colectivos LGTB que, históricamente, han luchado para que el nuestro sea el primer país del mundo con una ley de este tipo implantada. La proposición ha sido impulsada por los grupos de izquierda de la cámara catalana (ERC, PSC, ICV-EUiA y CUP) y ha contado con los votos favorables de CiU y C's (que no se sumó como grupo proponente) y una enmienda a la totalidad por parte del PP. Por tanto, la proposición de ley viene avalada por una profunda labor social (en la calle ya través de las entidades afectivo-sexuales) y es fruto de un consenso institucional de las cuatro fuerzas de las izquierdas con presencia en la cámara, algo no muy habitual en esta legislatura.

Aparte de celebrar lo que es y será un avance importantísimo en la garantía de la igualdad de oportunidades y la defensa de los derechos humanos, y agradecer la labor realizada por el conjunto de las entidades LGTB, habría que hacer un análisis político del posicionamiento de los grupos parlamentarios. En mi opinión, esta proposición de ley ha servido para sacar las caretas de unos y otros. Una ley como esta, por supuesto, tiene un trasfondo político y un calado ideológico que hay que tener en cuenta.

El PP no nos defraudó. Esperábamos una intervención que hablara de la familia, pero no de las familias; que hablara de respeto a los homosexuales, pero no de derechos. Escuchando la vergonzante intervención de la portavoz del PP, resonaron en el hemiciclo las palabras de Rouco-Varela, Aznar, FAES, Ana Botella y sus 'peras y manzanas'. Más de la España rancia. Más de lo mismo: un discurso lleno de falacias y expresiones propias de la derecha más reaccionaria de toda Europa que pretende disfrazar la homofobia latente de esta formación. Puede un partido homófobo defender una ley contra la homofobia?

CiU, por su parte, explicitó que el hecho de no presentar una enmienda a la totalidad a la ley provocó un fuerte debate interno en la federación, especialmente a UDC, y que la presión de las entidades LGTB hacerlos votar favorablemente. Es necesario, pues, reiterar el agradecimiento a las entidades y una evidencia, nuevamente, de que 'sí, se puede'. Con movilización, presión pacífica y sociedad organizada se pueden cambiar las votaciones en los parlamentos. Por mucho que lo quiera, la formación nacionalista disfrazada de derecha moderna y que ha sabido adaptarse a los tiempos, continúa con unos posicionamientos tímidos, cuando no radicalmente contrarios, si se trata de defender derechos individuales de todas las personas. A diferencia de la denegación de otros derechos (sanidad, educación, derechos sociales o laborales) que el partido de Mas los escuda en la dificultad económica de estos momentos, los derechos afectivo-sexuales de las personas no cuestan dinero. Sin embargo, los sigue costando defenderlos. Eso sí, CiU anunció que intentará pasar el cepillo a la ley, maquillarla, desvestirla y no respetar la voluntad de las entidades. Las izquierdas, especialmente ICV, estaremos muy pendientes y lucharemos para que la derecha no subsane los derechos del colectivo LGTB.

Finalmente, he de reconocer que me sorprendió y no entendí la actitud de Ciutadans. Aunque, en el Parlamento, ya empiezo a acostumbrarme a una formación que no tiene una postura definida en ningún aspecto, más allá de su eje existencialista de 'catalán-castellano'. Desde una intervención basada en el 'buenismo' político, la diputada de Ciutadans le faltó decir aquello que tanto dice la derecha ramplona: 'tengo muchos amigos gays y los quiero'. Y no es eso. El 17 de julio era un día para sumarse, sin ninguna condición y con toda la voluntad del mundo, a una propuesta que nacía desde la sociedad civil. No sumarse como grupo proponiendo a la ley es estar al lado de la derecha. Y eso hizo Ciutadans, no sé si por no molestar a sus aliados de Intereconomía o 13TV, pero cuando tuvieron que elegir entre derechos y derecha, eligieron derecha.

Así pues, una vez más queda patente que la fuerza de la izquierda social sumada al compromiso de la izquierda (plural) parlamentaria podemos conseguir una sociedad más justa, más cohesionada y donde se garantice la igualdad de oportunidades. Ahora, tendremos que trabajar para que ninguna de las cuatro fuerzas firmantes (ERC, PSC, ICV-EUiA y CUP) no caiga en los brazos de CiU y tenga la tentación de modificar, a la baja, una proposición de ley que es, esencialmente, justa. Habrá que mantenernos firmes, a ICV por dignidad y justicia lo tenemos claro, porque tenemos que hacer que la proposición de ley se apruebe aprovechando para sacar las caretas fuera.

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