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Baño o ducha: ¿qué es más limpio, más sano y más ecológico?

Foto: Horia Varlan

Jordi Sabaté

  • El baño y la ducha no son intercambiables; según lo que se elija hay que usar una metodología de higiene u otra.

Quizás en nuestro país, por las circunstancias climáticas, pegarse una ducha diaria tenga mayor aceptación que tomar un baño cada dos o tres días. Son cuestiones prácticas las que pesan en España, como el sudor frecuente, la incomodidad de tomar baños calientes en verano o las prisas de la vida diaria. Sin embargo en países del norte de Europa, o del ámbito anglosajón, la opinión pública no está tan masivamente a favor de este método y podríamos decir que su población se divide a partes iguales entre los que apuestan por la ducha y los que prefieren el baño.

Un dato revelador: según un estudio elaborado en 2008 por el grupo papelero SCA, líder en la fabricación de papeles de higiene, el 37% de las inglesas y el 40% de los ingleses no se duchan más de tres veces por semana, si exceptuamos los días que hacen ejercicio físico o transpiran especialmente. Otro dato: la media de duchas semanales en Alemania es de cinco, mientras que en Francia o España es de casi siete, según la revista The Atlantic. ¿Estamos hablando de un norte poco disciplinado en materia de higiene y un sur pulido? 

No: los ingleses no son más guarros

¡Claro que no! Ya se ha dicho que el clima influye mucho en la transpiración y los olores, y evidentemente en Inglaterra, Suecia, Dinamarca o Alemania no hace tanto calor como aquí. Pero además hay otra cuestión: la bañera en estos países tiene una gran tradición. Y en ello también influye el clima, ya que el calor, además de un relajante muscular, es un estimulante cuando el cuerpo se va a exponer después a bajas temperaturas.  

El contraste entre calor y frío impulsa la circulación sanguínea y por lo tanto activa la musculatura y el cerebro. Pero un baño caliente en un clima caluroso tiene el efecto contrario: además de relajar los músculos, sirve de sedante al ralentizar la circulación por la ausencia de contraste de temperaturas exterior e interior. ¿Sucede lo mismo con las duchas? De nuevo, no: una ducha caliente estimula nuestro cuerpo porque su efecto sobre el mismo es limitado en el tiempo y el contraste inmediato es con un medio relativamente más frío. 

Es este contraste ligero entre el cuerpo caliente y el ambiente del baño el que reanima nuestros músculos por las mañanas y nos ayuda a ir a trabajar en condiciones mucho mejores. También, una ducha tibia por la noche en verano provoca una reacción que baja la temperatura corporal y ayuda a dormir cuando el aire es sofocante. En resumen, la ducha es un gran invento, pero muchos europeos prefieren tomar uno o dos baños semanales y el resto de la semana mantenerse secos. Puede parecer chocante, pero tienen sus razones. Veamos cuáles son.

A favor del baño

Por increíble que parezca, dos baños semanales gastan menos agua, de media, que siete duchas. Si calculamos un tiempo medio de permanencia bajo la ducha de siete a diez minutos, nos resultan entre 50 y 70 minutos con el grifo abierto. En cambio, una bañera individual precisa de aproximadamente 20 minutos para llenarse de modo que una persona dentro de ella quede cubierta por el agua. Es decir, dos baños a la semana son aproximadamente 40 minutos de grifo abierto.

Por otro lado, nuestra piel prefiere los baños a las duchas frecuentes. El motivo es la capa de grasa que cubre nuestra piel y que se conoce como manto lipídico, que actúa como una barrera natural contra agresiones e infecciones. Además, el manto lipídico sirve de cobijo a diferentes tipos de bacterias simbióticas, que fabrican sustancias tóxicas para otras poblaciones fúngicas y para bacterianas perniciosas. Pues bien; las duchas frecuentes agreden esta capa grasa y no le permiten regenerarse correctamente. El efecto es peor si nos aplicamos geles de baño de forma abundante. Y si nos frotamos con saña ya es el colmo. 

Esto no quiere decir que lavarse sea malo para nuestra piel. La renovación dérmica es higiénica, pero después precisa de varios días para regenerarse adecuadamente y solo esos dos o tres baños semanales se lo permiten. ¿Podríamos sustituirlos por dos o tres duchas semanales? En principio no, ya que para una correcta renovación dérmica debemos estar en remojo de una manera uniforme más de veinte minutos, de modo que tanto el manto como la capa córnea dérmica se desprendan totalmente. En la ducha sustituimos este tiempo de permanencia por los geles jabonosos, un método agresivo, especialmente si no se utilizan productos de un PH natural, que es de 5,5.

A favor de la ducha

Sin duda la ducha es un sistema de higiene más adaptado a la vida moderna y como se ha dicho, sirve de estimulante matutino casi tanto como un buen café o un té. Además, se puede prevenir su agresividad usando geles suaves y de PH neutro y alternándolos con duchas en las que solo usemos champú para el pelo. Después podemos ayudar a la regeneración del manto lipídico con una crema hidratante de calidad, preferiblemente con aceites vegetales, que deberemos aplicar uniformemente.

Pero lo más importante es que la ducha es un sistema más limpio que el baño, especialmente en el caso de mujeres y menores. Uno de los grandes culpables de este hecho es la bacteria Pseudomonas Aeruginosa, que tiene como medio natural el agua. En principio el cloro es una buena defensa contra la misma, pero el tiempo de residencia dentro de la bañera hace una parte de este se evapore. Además, los cambios de PH del agua por los pruductos que usemos pueden favorecerla.

Si la bacteria se introduce en la bañera por un contacto posterior con un bote húmedo o una esponja, puede refugiarse en el oído o en la vagina, zonas de donde es difícil eliminar la humedad. El resultado pueden ser erupciones cutáneas que ayuden a otros microbios a penetrar en la zona y provocar una infección peor. Por lo tanto cuando nos bañemos debemos de tomar precauciones especiales en lo que refiere a la limpieza de los objetos que vayamos a utilizar y en cuanto a la ventilación del baño, de modo que la bañera y sus contornos estén bien secos siempre.

Otro posible foco de infecciones que en la ducha se aminora son los hongos, que encuentran su hábitat ideal en las cortinas de baño de las bañeras mixtas, esas que se usan para todo y nunca se suelen limpiar bien. Es importante mantener una buena higiene de las mismas y retirarlas cuando nos bañamos y, por supuesto, asegurarnos de que no se introducen sus bordes dentro de la bañera. La cortina cuando nos bañamos, siempre va por fuera.

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