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Áticos: los 10 problemas más frecuentes que puedes tener si te compras uno

UN ÁTICO EN EL BARRIO DEL CABANYAL (VALÈNCIA)

Jordi Sabaté

Si tu sueño húmedo es comprar un ático en el centro de la ciudad, o cerca de un paisaje urbano significativo, y puedes conseguirlo, bien por ti. Podrás vivir en el meollo sin excesivo ruido de la calle, con luz natural durante casi todo el día, con independencia de la orientación, y con unas vistas que harán que tu cuñada se muerda las uñas.

Serás la reina o el rey del edificio, por encima de las miserias terrenales de los pisos bajos y para colmo, si tienes terraza, puedes organizarte un bonito jardín privado donde tomar el sol los domingos de primavera u otoño.

Ahora bien, cuidado si tu pareja y tu estáis a punto de firmar la adquisición de un maravilloso ático -los áticos siempre son maravillosos-; hay una serie de factores que debéis tener en cuenta antes de ejecutar la compra, porque pueden llegar a amargaros la vida y convertir en un Vietnam lo que tenía que haber sido un nidito de amor 'deluxe'.

Dejad el boli encima de la mesa, estudiad estos 10 factores y luego decidid si continuáis con la compra o no.

1. Pagarás más por un piso que tiene menos metros cuadrados

Como decimos en la entradilla, los áticos son los pisos más demandados y los que menos oferta tienen, por lo que su precio por metro cuadrado se dispara entre un 20% y un 40%. La gente suele ser especialmente fiel a su ático. En primer lugar porque ha pagado una importante cantidad de dinero por él, y en segundo porque valora la intimidad y exclusividad que ofrecen.

Nadie te molesta, tus paredes “no oyen” las conversaciones del vecino y tienes unas vistas muchas veces privilegiadas. Al menos, no tienes que ver la ventana de enfrente. 

Sin embargo. es importante ser conscientes de que estamos pagando el metro cuadrado a un precio extra y que tendremos menos espacio que los otros vecinos. Especialmente cuando el ático viene con terraza, un espacio que la mayor parte de las veces se considera comunitario y que por tanto no nos pertenece: no podemos construir en ella, no podemos pintarla como nos apetezca ni poner el suelo que nos dé la gana sin consultar con la comunidad.

En general cualquier arreglo que mejore la finca no suele encontrar trabas, pero siempre hay ese vecino especialito que nos puede hacer la pascua. Hay áticos que tienen la terraza en propiedad, pero debemos valorar si es una opción que nos interesa, porque se pagan todavía más caros, implican responsabilidades en las filtraciones a los pisos de abajo y en el cambio, aislamiento e impermeabilización de los suelos, una obra bastante cara.

Si la terraza es de la comunidad, lógicamente estos gastos corren a cuenta de todos los propietarios, nosotros incluidos. Y en cuanto a la responsabilidad de las filtraciones, solo es nuestra si nosotros somos los causantes de la degradación de la terraza o el atasco de los desagües, con hojas por ejemplo.

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2. Te vas a pasar la vida abriéndole la puerta al antenista, el lector de contadores, el técnico de Movistar, etc.

La contrapartida de que el mantenimiento de la terraza sea compartido por toda la comunidad es la llamada servidumbre de paso. Es decir, la obligación legal que tenemos de prestar el acceso por la terraza a todo tipo de operarios que necesiten hacer una gestión que afecte a cualquier vecino de la comunidad.

Pueden venir a pasar un cable de fibra, pero también instalarse unos meses en la terraza para hacer una obra, por ejemplo, urgente de reparación de fachadas.

3. Te vas a dejar el sueldo en calentar el piso en invierno

Estaremos más expuestos a la pérdida de calor, puesto que destacamos sobre los demás vecinos y no tenemos a nadie encima. Por lo tanto es importante que el piso esté bien aislado. Si el edificio donde estamos es nuevo y está construído con materiales de calidad, usando por ejemplo doble tabique relleno con algún aislante, no tendremos demasiados problemas con esto, pero si por el contrario es viejo lo notaremos.

También deberemos asegurarnos de que los cierres de ventanas y puertas, sean de madera o de aluminio, están en buenas condiciones y no dejan intersticios por donde se cuele el aire y se vaya el calor. 

De otro modo, tendremos que pagar nosotros unas ventanas y puertas nuevas y lo notaremos en el bolsillo. Y si no lo hacemos, lo notaremos igual en la factura del gas o la electricidad; en un ático puede hacer mucho frío.

También debemos informarnos de si las terrazas que quedan por encima de nuestro piso tienen o no instalación aislante además de la rasilla y la tela asfáltica. Por el techo se llega a perder hasta un 20% del calor de un ático.

Finalmente deberemos tener en cuenta la orientación del piso. Si está orientado al sur o sureste, recibirá toda la insolación y nos ayudará a ahorrar, ya que de día el sol mantendrá alta la temperatura interior. Ahora bien, este calor, si estamos mal aislados, se irá en cuanto caiga el sol.

4. Te vas a dejar el sueldo en enfriar el piso en verano

Es lo mismo de antes pero al revés. Si no tienes el piso bien aislado y piensas poner la bomba de calor (el aire acondicionado), más vale que te toque la lotería. Al igual que antes, los pisos viejos tienen muchos más números de estar mal aislados que los de obra nueva.

Y también pesará la orientación, ya que ese mismo sur sureste que en invierno nos hace las delicias, convertirá nuestro ático en un infierno a partir de mayo, por lo que deberemos de tomar medidas de aislamiento lumínico. Un piso orientado al norte, en cambio, se agradecerá en verano.

5. Te vas a dejar el sueldo en empresas de seguridad

Una buena terraza en un edificio urbano, que normalmente suele estar adosado a otros que también tienen sus áticos con terraza, es una autopista para cacos. Los ladrones podrán ir y venir saltando de un ático a otro y llevarse nuestras joyas a placer a no ser que estemos dispuestos a poner una alarma y cámaras de vigilancia, o una reja que nos tape y afee las vistas. Además, si el ático es bonito, la tentación para el gremio de los mangantes será demasiado grande. 

6. Te vas a dejar la espalda subiendo muebles que no caben en el ascensor

Si vamos a vivir en un octavo y esperamos que ese somier de dos metros por dos metros quepa en el ascensor, ya podemos empezar a llamar a nuestro cuñado para que venga a ayudarnos a subirlo por las escaleras a cambio de una caja de cervezas...

Y no es el único mueble o electrodoméstico que nos puede dar problemas. Así que sí: mira antes de firmar las dimensiones del ascensor y piensa en la reforma que quieres hacer. 

7. No sueñes con tener árboles en la terraza; el viento te los tirará un día sí y el otro también

Bien, esto no es un axioma pero hay que tenerlo en cuenta. Si tu ciudad es ventosa y además tienes una vista despejada, serás víctima de los vendavales. El colmo será cuando estés orientado en dirección norte o noroeste: verás volar tus sillas, romperse tus toldos y caer tus arbolitos.

Por lo tanto piensa en qué tipo de equipamiento de terraza y jardín vas a poner si finalmente firmas. Y no se te ocurra hacer agujeros en el suelo para anclar el mobiliario, porque si te cargas el aislamiento asfáltico tendrás que pagarlo enterito.

8. La luz del sol se te comerá el color de los muebles y los cuadros

Lo que decíamos sobre la orientación sur suroeste vale para este apartado: la luz directa te llenará de alegría y de calor, pero devorará los lomos de los libros de tu biblioteca y hará palidecer de manera irreversible ese cuadro que te costó 5.000 euros. Piensa en poner persianas exteriores e interiores. Las exteriores te protegerán en verano y las interiores en invierno, que es cuando el sol entrará directamente y más daño puede hacer al estampado de tu sofá.

9. Tendrás que subir las escaleras cuando se estropee el ascensor

Si vives en una altura elevada y el ascensor es viejo, prepárate para sorpresas y reza para que la avería no te coja con la compra mensual. El tipo y antigüedad del ascensor es una de las prioridades a estudiar a la hora de decidirse por un ático u otro. 

10. Seréis los primeros en tener goteras cuando llueva, y puede que las tengáis en toda la casa

Vosotros seréis los únicos que tendréis tejado descubierto en todo el edificio, de modo que si la tela asfáltica está degradada, viviréis el impacto de las goteras antes que nadie. De nuevo la edad del edificio nos condicionará la compra, aunque lo hará más el tiempo transcurrido desde la última obra de aislamiento de terrazas y tejados.

Un pavimentado aislante suele durar de media unos 20 años y puede alargarse hasta 25, pero será en estos últimos cinco años cuando empiecen a darse las filtraciones y humedades. Luego, habrá que convencer a la comunidad de que es necesario acometer un nuevo aislamiento, tarea ardua como pocas. 

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