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Aznar, el asesor de Haití

Aznar compara el "órdago" de Mas con el de Ibarretxe y dice que los nacionalistas organizan "grandes líos"

Montse Santolino. @montsanto

Periodista —

De forma absolutamente irresponsable y paradójica, cuando más globalizados estamos, cuando más depende nuestra vida diaria de decisiones y culturas ajenas, menos nos enteramos de lo que pasa fuera, más allá de los reportes que nos llegan desde cinco capitales mundiales. Del resto, apenas sucesos y curiosidades. Con las ONGD reduciendo programas y efectivos, los corresponsales internacionales en peligro de extinción y las redes sociales con códigos y trendingtopics aún muy locales, no hay que ser un hacha para ver que esta suerte de autarquía informativa no supone más que riesgos políticos y sociales.

Para empezar, es la mejor garantía de que algunos harán grandes negocios sin cortapisa ni control ninguno. Miremos a Haití. ¿Qué fue de Haití? En comparación con la desmesurada cobertura que tuvo el terremoto, el tercer aniversario ha pasado casi desapercibido en medio de nuestro festival de paro y corrupción y, sin embargo, algo relevante ocurrió: Aznar visitó Haití en calidad de “asesor presidencial para el crecimiento económico y la inversión”. ¿Qué hace el presidente de la FAES dando vueltas por el mundo? ¿cómo se ha convertido en asesor de Haití? ¿qué tiene que pasar para que alguien se lo pregunte?

En una suerte de profecía autocumplida, casi todos los medios, en este tercer aniversario, nos confirmaron lo que ya aventuraban quince días después del terremoto: que nada avanza en Haití. Ya se sabe. Desastre de países tercermundista, con esos gobiernos tan y tan corruptos. Pero, ¿y si por un casual fuéramos nosotros y nuestros expresidentes los que estamos aprovechando la situación de desastre total para colocar a nuestras empresas, en vez de para impulsar una verdadera reconstrucción? Suena a doctrina del shock de la Klein, y lo es. Como dijo el inefable Clinton, capo de la Comisión Interina de Recuperación de Haití, en Davos: “que todos los que tengan algún proyecto de inversión se pasen por la mesa que hemos montado aquí mismo”.

España llegó a ser el primer donante de la UE en Haití pero, publicados los últimos datos del Comité de Ayuda al Desarrollo, queda más que claro que el PP ha fulminado la política pública de cooperación y que, allende los mares, no aspiramos ya a ser Madre, ni Hermana, ni Patria, sino solo marca, la Marca España. Nuestros ministros y diplomáticos solo existen para facilitarle los negocios a nuestras multinacionales, y éstas, en un futuro no muy lejano, se lo recompensarán con puestos en sus consejos de administración.

¿Cuál fue el gran logro internacional de Aznar, más allá de la foto de las Azores? ¿qué sabía de Haití cuando dejó su cargo? La FAES, esa fundación subvencionada que aberra de las subvenciones, tiene un ariete trabajando duro desde hace años en América Latina. Se trata de Antonio Solá, “asesor” de comunicación vinculado al PP, becario en las campañas de Aznar, spin doctor de Rajoy y Mayor Oreja, y sospechoso de haber inventado a la famosa “Niña de Rajoy”. Envenenador profesional: “defensor de las campañas duras y directas a los sentimientos de los electores, sus detractores hablan de campañas neocom llenas de demagogia y manipulación”-, en nuestro país solo es conocido por haber utilizado contra Zapatero los mismos eslóganes que había ideado para destrozar a la izquierda de Guatemala y México. En este último país, se le acusa directamente de haber promovido la guerra sucia de Felipe Calderón contra López Obrador hasta el punto que, en 2012, “su” candidata tuvo que desmentir que la asesorara. Habitual de los eventos de DirComs en España , presume de haber colocado en el poder, en 2011, a Otto Pérez Molina y Martelly. Su rol de “estratega político” no se limita a los procesos electorales y, en el caso de Haití, Solá tiene cargo de “embajador itinerante” del país.

Resultado: Martelly visita España en julio de 2011 y dice “ya hay algunas empresas españolas que están visitando Haití, sobre todo en el sector del turismo, y gente que quiere ver las oportunidades en el campo de la energía, en el que solo el 25% del territorio tiene tendido de electricidad. Cuando hay negocios las empresas vienen, y se trata de encontrar la seguridad en el país”.

¿Aznar conseguidor, como la bella Corinna, de la mano de Antonio Solá? ¿Descabellado? Uno de los últimos artículos de los medios alternativos del país, Haiti Grassroots Watch, denuncia que detrás de un macroproyecto de icineradora está Ros Roca, firma española que está siendo investigada por asociarse a la red Gürtel en 2001. ¿De verdad no hay nadie que quiera investigar eso?

Si a principios del 2011 Ingeniería sin fronteras denunciaba que el Fondo de Agua y Saneamiento se ha convertido en un Fondo para la internacionalización de las empresas españolas (o sea, de Agbar), en febrero de 2012 en Hosteltur se anunciaban resorts de última generación en Haití para el 2014, y hoteles de las empresas españolas Occidental y NH. La idea de convertir a Haití en un destino turístico como Santo Domingo daría risa si no resultase macabramente posible. España es el tercer inversor extranjero en la República Dominicana, y el primero en el sector turístico. ¿Qué tal quince días en el Caribe de resorts con excursiones organizadas a los campamentos donde aún siguen los damnificados del terremoto?

Alguien tiene que encargarse de seguir la agenda internacional de Aznar. Porque FAES está dirigiendo la política exterior, porque la inversión sin condiciones es la crónica anunciada de la vulneración de derechos humanos en Haití y porque la corrupción que conocemos aquí es pecata minuta al lado de lo que estamos haciendo, desde hace años, en algunos países con muchísima seguridad jurídica.

Ahora que los periodistas tienen que abrir crowdfundings para investigar las inversiones de nuestras multinacionales por el mundo, es más necesario que nunca que colaboren con las ONG alineadas con las organizaciones populares y los movimientos sociales del Sur, ONG que paren conceptos como la anticooperación o iniciativas como el Diccionario crítico de las empresas transnacionales. A esas ONG y a cualquier alianza entre medios alternativos o independientes del Norte y el Sur, también hay que financiarlas.

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