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Las diferencias entre la propuesta de “renta básica” de Pedro Sánchez y las del resto de partidos

Sánchez junto a Manuel Escudero, padrino del área económica del documento.

Belén Carreño

“¿Esto no es el complemento salarial de Ciudadanos?”. Tras la presentación el lunes del documento programático de Pedro Sánchez muchos, especialmente del partido naranja, se hicieron esta pregunta al escrutar la parte que explica la renta básica, uno de los elementos más sugerentes por el intenso debate que hay alrededor de estas medidas. La sugerencia de la propuesta de Sánchez se articula alrededor de un impuesto negativo, la misma estructura que tiene el complemento salarial de Ciudadanos y que muchos sectores de la izquierda han criticado por ser un potencial subsidio a los empresarios para pagar sueldos bajos.

Los autores, o inspiradores, de esta renta aseguran que su propuesta va un paso más allá que la de Ciudadanos. Un paso clave, en su opinión. Esta ayuda estaría destinada a proteger también a los ciudadanos que no tienen ingresos, y no solo a los que tienen unos ingresos laborales bajos, como en el caso de Ciudadanos.

En un artículo de hace casi dos años, Manuel Escudero, el arquitecto de la parte económica del documento de Sánchez, explicaba de forma muy detallada la creación de este impuesto. En su defensa, él mismo articulaba las principales diferencias con el complemento salarial de Ciudadanos que solo comprende a los que tienen un trabajo.

La formación liderada por Albert Rivera reconoce que “lo principal es que hay que ayudar a que la gente se pueda poner a trabajar, que la pobreza laboral es el gran problema con esos siete millones de personas que trabajan pero ni llegan al salario mínimo anual”.

Sobre las preguntas de otro tipo de ayudas, Ciudadanos asegura que “tenemos también un plan de lucha contra la pobreza infantil, pero el objeto del Complemento salarial es ayudar a solucionar el problema de la pobreza laboral y ayudar a que a la gente le merezca la pena reincorporarse al mercado de trabajo”.

Y, entonces, ¿en qué se diferencia esta propuesta a la del ingreso mínimo vital que el propio Pedro Sánchez llevó en su programa electoral en las últimas elecciones generales?

Una versión más cara

Pau Marí-Klose, experto en lucha contra la pobreza infantil que participó junto con otros expertos en el desarrollo de aquel ingreso mínimo y ahora ha apoyado también el documento de Sánchez, reconoce que esta propuesta se acerca más al concepto de “renta básica garantizada” y se desliga de algunas condicionalidades del ingreso mínimo vital, que principalmente era una ayuda para los que tienen hijos.

Precisamente, la casi total ausencia de condicionalidades, hace que esta nueva propuesta de Sánchez sea “más cara” y en conjunto, una propuesta “más ambiciosa”. Sí se parece más al acuerdo al que llegaron PSOE y Ciudadanos que desembocó en la investidura fallida de Pedro Sánchez. En él, se conjugaba el ingreso mínimo del PSOE con un complemento salarial, un mix que se aproxima más a la propuesta actual.

Respecto a las otras ayudas que ya existen las diferencias son notables. En el caso de la renta mínima de inserción, la competencia es de las comunidades autónomas, lo que ha creado grandes diferencias de un territorio a otro, y además son prestaciones asistenciales que no se distribuyen mediante el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF).

Escudero defiende que utilizar el sistema fiscal simplifica el reparto de la ayuda y que nadie mejor que la Agencia Tributaria conoce los ingresos que tiene cada ciudadano. Esta idea choca frontalmente con la que tienen un buen número de inspectores de la Agencia Tributaria que no ven con buenos ojos que se les encomiende también tareas de comprobación de ingresos de tipo “asistencial”. Si el esquema actual ya supone un desafío para el control del fraude, los inspectores lamentan que aumentar sus funciones no haría sino empeorar el volumen de trabajo.

Este uso del sistema fiscal también distancia la propuesta de la de Podemos, que aunque en un principio planteó una renta básica, finalmente optó por una renta garantizada también en función de criterios de ingresos.

No es una renta básica universal

Aunque en el texto del documento viene el concepto “renta básica universal”, los de Sánchez descartan la universalidad total. Por un lado, fijan siempre un umbral máximo de ingresos para cobrarla así que la renta sí sería un elemento de discrecionalidad. Con todo, reconocen que las rentas básicas universales siempre se pueden corregir a posteriori por la vía impositiva, poniendo tipos que se lleven la parte de renta de más que ha facilitado el Estado.

El borrador de Sánchez no detalla ni umbrales ni gasto total de esta medida que en su artículo de hace dos años Escudero situaba en 12.300 millones de euros. Solo apuntan a que para su correcta implementación, y que no se haga ese efecto sustitución de los salarios que debe pagar la empresa, debe compaginarse con la subida del salario mínimo.

Los sanchistas abogan por alcanzar el objetivo que fija la Carta Social Europea de un sueldo mínimo de 1.000 euros al mes. Para evitar distorsiones, esta renta básica que propugnan debería estar siempre algo por debajo, para no disuadir a los parados de buscar trabajo y también a los empresarios de pagar de menos.

La propuesta echa más sal además en la división de la izquierda sobre el tipo de medida a adoptar. Izquierda Unida está más a favor de programas de “trabajo garantizado”.

Además de para combatir la desigualdad y justicia social, es significativo ver la justificación que el propio documento del partido da a su propuesta de renta básica: “no estamos renunciando a un elemento importante de nuestra visión: el papel del trabajo humano como elemento básico de la realización personal. No es el trabajo humano el que se está poniendo en peligro debido a la digitalización, sino el trabajo asalariado. Existen muchos trabajos con utilidad social que dificilmente tendrán una valoración de mercado, y que deberán ser compensados con esa renta básica, del mismo modo que defendemos que otros muchos trabajos con utilidad social deberían ser creados o reconocidos, valorizados y dignificados en el propio mercado”. Un concepto en línea con las preocupaciones de Silicon Valley y del futuro postcapitalista para el que dice estar preparándose Sánchez.

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