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Por qué las naves de un solo pasajero no existen fuera de 'Star Wars'

El Single Person Spacecraft es un proyecto de la empresa Genesis Engineering Solutions

Lucía Caballero

Al adentrarte en el catálogo de cazas estelares de Star Wars, te das cuenta de la variedad de naves de guerra que has visto en las pantallas casi sin percatarte. Y por si no hubiera ya bastantes, es muy probable que el segundo spin-off spin-off de la saga, cuyo tráiler conocemos desde hace poco, añada nuevos tipos de cápsulas que un joven Han Solo conducirá en vertiginosos combates interestelares.

En la mayoría de ocasiones, los pilotos que se sientan a los mandos de estos vehículos no tienen más compañía que sus propios pensamientos (o algún que otro droide). Aunque el hecho de que haya espacio para un único pasajero parezca una característica insignificante —comparada con su velocidad o sus disparos supersónicos—, lo cierto es que las naves unipersonales no son algo habitual fuera de las pantallas.

Que actualmente los astronautas aún no puedan pilotarlas no significa, eso sí, que nadie se haya planteado nunca construirlas. Brand Griffin, de la empresa estadounidense Genesis Engineering Solutions, lleva años dedicado a la tarea. El ingeniero dirige un proyecto para desarrollar una de estas cápsulas individuales bautizada como Single Person Spacecraft (SPS), destinada a utilizarse para hacer maniobras y reparaciones en el espacio en misiones futuras.

La idea es que el vehículo permanezca unido a la Estación Espacial Internacional (EEI) u otro tipo de hábitat y lleve incorporados un par de brazos robóticos y suficiente combustible para cubrir distancias largas. El aparato ya ha pasado diferentes pruebas en una piscina terrestre para simular las condiciones de microgravedad, y sus responsables ahora están centrados en el diseño de la cabina presurizada y el sistema de propulsión. El verdadero reto, no obstante, es atraer fondos para fabricar un prototipo completo que lanzar fuera de la atmósfera.

Un escudo cósmico 

Las actividades extravehiculares (EVA, por sus siglas en inglés), es decir, aquellas que se llevan a cabo en el medio espacial, entrañan importantes riesgos para los astronautas. Durante estos ingrávidos paseos, se exponen al impacto de micrometeoros que pueden dañar los trajes, ya de por sí proclives a sufrir fallos que ponen en peligro la vida de sus portadores.

Realizar tareas de reparación o exploración a bordo de vehículos más robustos podría resultar bastante más seguro. Durante las últimas décadas, la NASA ha desarrollado distintos diseños de naves unipersonales similares a la de Genesis Engineering Solution, que basa muchas de sus características en esos proyectos. Por ejemplo, los estudios realizados en la estación espacial estadounidense Skylab, en órbita entre 1973 y 1979, demostraron que los astronautas tienden a adoptar una postura relajada al flotar en microgravedad, un hallazgo que Griffin y su equipo han tenido en cuenta para idear un habitáculo cómodo para el solitario pasajero.

El proyecto del SNS ha contado con distintos colaboradores y reunido decenas de millones de dólares de entidades como el Space & Rocket Center durante el par de años que lleva en marcha. En 2016, la empresa organizó un concurso para estudiantes que quisieran contribuir con sus diseños al desarrollo de la nave. Además, trabaja conjuntamente con Sierra Nevada Corporation, creadora del carguero Dream Chaser que partirá rumbo a la Estación Espacial Internacional en el 2019.

Pero, más allá de colaboradores técnicos, aún necesitan un socio que pueda aportarles un buen chute de financiación. Por eso Griffin le ha propuesto la idea a la NASA. Él mismo trabajó en la Oficina de Conceptos Avanzados del Centro Espacial Marshall, donde nacen algunos de los proyectos más futuristas de la agencia estadounidense. Sin embargo, según parece, allí no están muy por la labor de invertir en su nave unipersonal. 

Hasta el momento, lo más parecido a este tipo de vehículos que ha atravesado la atmósfera es la Manned Maneuvering Unit (MMU), una especie de mochila con propulsores que algunos astronautas, como el recientemente fallecido Bruce McCandless, tuvieron la oportunidad probar en los años 80.

Aquel peculiar artefacto permitía a sus portadores alejarse considerablemente de la lanzadera espacial e incluso hacer reparaciones en satélites. Sin embargo, después de la muerte de siete astronautas en la explosión sufrida por el transbordador Challenger en 1986, la NASA decidió que la MMU era innecesaria y dio por concluido el proyecto.

“La lanzadera tenía una increíble capacidad para volar hasta cualquier objeto y tenía más sentido ir hasta él y cogerlo, tanto con el brazo robótico como con una persona, así que la MMU se convirtió en una tecnología muy atractiva, pero sin ningún propósito”, sostiene el físico y exastronauta George Nelson. Uno de los responsables del artefacto por aquel entonces, el astronauta Robert Stewart, forma parte del equipo que asesora a Griffin en el desarrollo de su vehículo para un solo pasajero.

Sin embargo, para encontrar a los primeros defensores del concepto hay que remontarse a los años 50. El ingeniero alemán Wernher von Braun, más conocido por desarrollar el cohete Saturno V que llevó las naves de la misión Apolo con destino a la Luna, concibió por entonces lo que bautizó como “sonda botella” que podría transportar a un solo pasajero al espacio.

Otras ideas similares han sido Remora, un vehículo unipersonal ideado por la empresa Bell Labs en los 60; SCOUT, desarrollado por la Universidad de Maryland en la década de los 2000, y el FlexCraft de la NASA, que el mismo Griffin investigó y presentó cuando trabajaba en la agencia estadounidense. Este vehículo estaba pensando para albergar a un astronauta durante un “tiempo de excursión” máximo de ocho horas y utilizar nitrógeno gaseoso como combustible.

Las ventajas de una nave unipersonal

Según Griffin, los vehículos para un solo pasajero presentan múltiples ventajas frente a los trajes espaciales convencionales. Estos últimos necesitan albergar oxígeno puro debido a la baja presión de su atmósfera interior, una circunstancia a la que se achaca tanto el incendio en la cabina de la nave Apolo 1, que provocó la muerte de tres astronautas en 1967, como la combustión de un traje durante una prueba del EMU o unidad de movilidad extravehicular del transbordador espacial Shuttle. Las naves unipersonales disminuyen el riesgo de incendio al contener la misma mezcla de gases presente en la atmósfera de la EEI.

Más allá de ofrecer protección contra el impacto de micrometeoros o el corrosivo polvo lunar, actúan como un escudo ante radiaciones peligrosas y evita que los astronautas se hagan daño en las manos al efectuar reparaciones. Unos arreglos que se harán cada vez más necesarios a medida que la estación espacial se deteriore con el tiempo y que afectarán a lugares menos accesibles, con menos puntos de agarre para la tripulación o inalcanzables para los brazos mecánicos. Además, un vehículo de estas características permitiría explorar asteroides o satélites de planetas demasiado pequeños para caminar sobre su superficie. 

Por muchas ventajas que pueda tener y aunque gracias al cine lo podamos imaginar perfectamente, lo cierto es que aún es solo un proyecto. Las naves de un solo pasajero solo existen en la gran pantalla, aunque no son exclusivas de Star WarsStar Wars; en la película de Star Trek (2009), un joven Spock conduce una cápsula unipersonal bautizada como Jellyfish. Pronto comprobaremos si con la misma pericia que un Han Solo novato, que quizá se ponga a los mandos de alguna de estas naves más modestas que su Halcón Milenario. 

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Genesis Engineering SolutionsNASA y Wikimedia Commons

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