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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

Retrato de uno de los asesinos de París

Carlos Elordi

El jueves pasado, pocas horas después del asalto a Charlie Hebdo, Amedy Coulibaly mataba a tiros a una policía municipal en la localidad de Montrouge. Se cree que, en una acción coordinada con la de los hermanos Kouachi, autores de la carnicería del semanario satírico, se dirigía a una sinagoga judía de ese barrio suburbial parisino. El viernes, Coulibaly se atrincheraba en un supermercado de comida judía en la puerta de Vincennes, tomando 15 rehenes, a cinco de los cuales mataría antes de ser abatido por la policía. Amedy, de 33 años, no sólo era una persona conocida por la policía, tanto en su faceta de delincuente común como en la de activista salafista desde 2010, sino que también había aparecido en los medios de comunicación, cuando en 2009 fue seleccionado para entrevistarse con el entonces presidente francés Nicolas Sarkozy. Le Monde ha publicado una reseña biográfica suya que da algunas pistas para entender a qué tipo de terrorismo se enfrentan Francia y otros países europeos.

Séptimo y único hijo varón entre diez hermanos, “Doly”, como se le conocía familiarmente, creció en el municipio de Grigny, en el barrio de la Grande Borne, que desde hace ya mucho tiempo tiene una tasa de paro del 40 %, una situación de miseria social y humana muy importantes y muy altos niveles de delincuencia. Desde muy joven, Doly fue uno de los que engrosaron ese porcentaje.

Detenido varias veces, en 2002 fue condenado a seis años de prisión por un atraco. Salió de la cárcel a mediados de 2008 y en noviembre de ese año consiguió un empleo discontinuo en la fábrica de Coca Cola de Grigny. Trabajó en ella hasta septiembre de 2009. Un poco antes del fin de su contrato, el diario Le Parisien habló con él porque era uno de los jóvenes de los conflictivos suburbios que había sido seleccionado para entrevistarse con el entonces presidente de la república, Nicolas Sarkozy.

En sus declaraciones al diario, Dely, que aparecía en una fotografía luciendo su ancho torno y sus musculosos brazos y pectorales, se presentaba como uno más de los cientos de miles de jóvenes desarraigados y de origen emigrante que hay en Francia, sin hacer la mínima referencia a cualquier tipo de inquietud religiosa ni social. “Me gusta que me hayan seleccionado”, dice. “No sé lo que le voy a decir, empezaré por los ”buenos días“. Y quien sabe si el presidente puede encontrarme un trabajo”.

Pero eso no ocurrió y tras algunos empleos ocasionales, Amedy volvió a la delincuencia. Y sufrió 8 condenas, por robo, tráfico de estupefacientes y encubrimiento. Se hubiera dicho que ese iba a ser su modo de vida para siempre, como otros miles de jóvenes de los suburbios, pero en pocos meses su vida sufre un cambio sustancial: casi de repente, Dely se radicaliza. Encuentra su camino en el movimiento tafkir, vinculado al salafismo. Con anterioridad, nadie había detectado en él ninguna inclinación religiosa. “Y Grigny –declara un concejal de la localidad a Le Monde- no es un sitio en el que el fundamentalismo de muchas muestras de su existencia, no hay muchos hombres en chilaba y barba, ni mujeres con el rostro oculto tras el velo. Los radicales son mucho más discretos, pero también más comprometidos”.

En junio de 2010, la policía detecta la existencia de ese grupo. Meses después llega a saber que al mismo pertenecen los hermanos Kouachi y también Amedy Koulibaly. La yihad, el odio sin límites contra los enemigos del islam que figuran en el ideario del fundamentalismo radical, había dado un nuevo sentido a sus vidas, hasta entonces espantosas y que carecían de algo que pudiera parecerse a eso. Y la muerte en combate iba a ser la culminación gloriosa de ese itinerario fanático. Con esos trayectos vitales, ¿es posible reflexionar sobre lo ocurrido en París dentro de los parámetros habituales del terrorismo y no digamos de los de los clásicos análisis de las contradicciones económicas y sociales?

Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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