Hace unos días escribía en este artículo que en Cataluña las encuestas electorales han tendido sistemáticamente a subestimar el voto al Partido Popular. El artículo mostraba cómo el PP catalán ha cosechado mejores resultados en las urnas de los que las encuestas le pronosticaban. Una posible explicación a este fenómeno es que los votantes conservadores que simpatizan con el Partido Popular prefieren reservarse sus preferencias políticas y no expresarlas en público. Algunos expertos han llamado a este fenómeno el voto oculto y el motivo tras el silencio sería el intento de evitar el rechazo social que supone expresar una opinión que no está bien vista para la mayoría de la sociedad. En el caso del PP catalán, su imagen está altamente deteriorada por su pasada vinculación con el franquismo y por ser generalmente tildado de partido anti-catalán. Así, según esta visión, se produciría una especie de espiral del silencio que acaba provocando que las encuestas no reflejen el verdadero estado de opinión de la sociedad.
Pero ¿se trata de un fenómeno exclusivo de Cataluña? En realidad, no. El gráfico 1 muestra cómo esto también ocurre tanto en el País Vasco como en el resto de España. En el caso español, es interesante observar que en realidad han existido dos fases claramente diferenciadas. Durante las primeras dos décadas de democracia, el PP conseguía sistemáticamente más votos que los que vaticinaban las encuestas. Pero a partir de la primera legislatura de Aznar entramos en una segunda fase en la que el voto oculto al PP parece haberse desvanecido. Actualmente, existe un mismo porcentaje de votantes que no declaran su voto en las encuestas entre la izquierda y la derecha. Ciertamente, la normalidad parece haberse instalado en la opinión pública española: los datos indican que si alguna vez ser votante del PP podía ser motivo de ocultación de preferencias, esto ya no ocurre en la actualidad.
No sucede lo mismo en el País Vasco, pues en esta comunidad autónoma el PP sigue cosechando resultados en las urnas por encima de las que le pronostican las encuestas. Al igual que en Cataluña, el PP sigue teniendo una pésima reputación entre la mayoría de los ciudadanos, lo que puede fomentar el voto oculto. En el caso del País Vasco, muchos analistas sostienen que la situación es más grave, pues la ocultación durante todos estos años no se produciría por cuestiones de deseabilidad social (como se sugiere en Cataluña) sino por el temor a la violencia. Pero, ¿realmente es la violencia de ETA la que explicaría la ocultación del voto?
Las próximas elecciones vascas son las primeras que se celebran tras el fin definitivo de ETA. Tal excepcionalidad nos puede ayudar a arrojar luz sobre si la ocultación del voto en el País Vasco provenía realmente del miedo a la violencia terrorista. Una manera indirecta de estudiarlo es analizar hasta qué punto ha habido un cambio en el comportamiento de los votantes constitucionalistas en el País Vasco en estos últimos cuatro años. ¿Se ha reducido el número de votantes constitucionalistas que no declaran su voto en las encuestas tras el fin de ETA? Si realmente era el miedo el que fomentaba el voto oculto deberíamos encontrar hoy un menor reparo en expresar el voto en público entre los votantes de la órbita del Partido Popular.
A primera vista, nos encontramos dos datos que avalarían la tesis del miedo. Primero, en estas elecciones sin la amenaza de la banda terrorista el porcentaje de personas que no revelan su voto en las encuestas ha caído a mínimos históricos, siete puntos porcentuales menos que en 2009. Y segundo, esta caída ha tenido lugar especialmente fuera de Álava y en las ciudades de menor población. Es decir, el fin de ETA ha ido acompañado de un aumento en el número de personas que declaran su voto en público y esto ha ocurrido particularmente en esas zonas dónde a priori podría esperarse mayor presión social y un mayor reparo en revelar las preferencias públicamente.
Sin embargo, una mirada más detallada a los datos no parece confirmar esta primera intuición. En realidad, la reducción del porcentaje de gente que no revela sus preferencias políticas en encuestas no proviene del sector constitucionalista y sino del entorno abertzale. Si nos fijamos en el gráfico 2 se puede observar que el descenso de votantes que no declaran su voto cae particularmente de los valores 8,9, 10 de la escala nacionalista (es decir, entre los nacionalistas vascos). Dicho de otra forma, el perfil de los votantes que no declaran su voto en el País Vasco es hoy más constitucionalista de lo que era hace tres años.
Todo indica, pues, que este notable aumento de personas que revelan su voto públicamente en el País Vasco no se explicaría por el fin del miedo tras el cese de la violencia terrorista. Éste provendría más bien del hecho que, contrariamente a lo que ocurrió en 2009, la izquierda abertzale cuenta con partidos legales en las presentes elecciones. Este cambio puede haber facilitado que los votantes abertzales respondan más claramente sus preferencias en las encuestas electorales.
A la espera de análisis más detallados con los resultados de las elecciones, no parece que el fin de ETA haya tenido un impacto relevante sobre el voto oculto. Tras el fin de ETA el PP sigue subestimado en las encuestas. Según el CIS, sólo el 2,5% de los encuestados declaran tener decidido votar al PP la semana que viene. En decir, los votantes del PP del País Vasco siguen desaparecidos en las encuestas electorales. Una posible explicación sería que los ciudadanos tardan en reaccionar, por lo que puede que veamos una reducción del voto oculto al PP en un futuro próximo. Pero me parece más razonable pensar que tras el voto oculto en el País Vasco durante todos estos años se encontraba no tanto el miedo a la violencia de ETA sino más bien el miedo al rechazo social. Al igual que lo que sucede en Cataluña, el PP está pesimamente valorado por la mayoría de la ciudadanía. Esto puede ejercer presión a su entorno a no declarar sus preferencias políticas en público para evitar la reprobación pública.
En definitiva, los datos indican que el voto oculto en el País Vasco ha sobrevivido al fin de ETA. Si, al igual que en Cataluña, esta ocultación proviene de la deseabilidad social, este fenómeno perdurará hasta que el PP no genere tanto rechazo entre la mayoría de la población.
