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Podemos, año I

Pablo Iglesias, en el escenario de Vistalegre durante la celebración de la Asamblea fundacional de Podemos. / Juan Luis Sánchez

Aitor Riveiro

En enero de 2014, un ya televisivo Pablo Iglesias anunciaba su salto a la política. Era aún un desconocido para la mayoría de los españoles y, sobre todo, para los políticos a los que luego ha quitado el sueño muchas veces. Casi un año después, Podemos ha conseguido lo que querían sus fundadores: patear el tablero, cambiar el discurso, agitar la izquierda española.

El mensaje de Navidad de Pablo Iglesias

El 24 de diciembre de 2013, Pablo Iglesias despide el programa 'Las mañanas de Cuatro' con una parodia del discurso de Navidad del rey. Poca gente sabía entonces que el profesor y tertuliano ya había puesto en marcha la llamada Operación Coleta. El mensaje escondía una referencia que hoy sonará a cualquiera pero que entonces pasó más que desapercibida: “Defender lo de todos contra los privilegiados es asumir que podemos”. Faltaba apenas una semana para cerrar el año y dos más para que Iglesias diera el paso.

Convertir la indignación en cambio

Ese paso se lo pidió la gente, según declaró cuando salió a la luz el manifiesto 'Mover ficha: convertir la indignación en cambio político' el 14 de enero de 2014. Apenas tres días después el movimiento tenía nombre, Podemos, y nacía con una intención: apelar a las organizaciones de izquierdas para abrirse a la ciudadanía que, desde 2011, llenaba las plazas y las calles. Eso dijo Iglesias en el que fue su primer discurso como líder político en el Teatro del Barrio de Lavapiés, en Madrid. Allí lanzó el primer reto. Para seguir adelante demandaba el apoyo de la ciudadanía en forma de 50.000 firmas.

El tiempo de la izquierda

Podemos logró reunir las firmas. En un solo día. Las últimas jornadas de enero y las primeras de febrero transcurrieron en un segundo plano. Desde la izquierda no se daba crédito al nuevo fenómeno; el resto del espectro político y mediático ni lo ubicaba. El 6 de febrero, Iglesias protagonizaba un debate con el diputado de IU Alberto Garzón. El evento se celebraba en la Sala Mirador de Madrid. Aquel día, el Real Madrid y el Atlético de Madrid se disputaban la semifinal de la Copa del Rey. Aun así, un millar de personas se agolparon a las nueve de la noche para ver un enfrentamiento que no se produjo y un 'abrazo' que tampoco ocurrió.

El método se hace partido

Las 50.000 firmas que pidió Iglesias superaron muy rápido las 100.000. Y dejaron de contar. Iglesias y sus cuatro incondicionales ya estaban pensando en otra cosa. Esos cuatro fieles son Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre. De todas las personas que de una u otra manera habían participado activamente en la génesis del partido, estas cinco quedarán como el “equipo promotor de Podemos”. Precisamente, el 13 de marzo Podemos se formalizaba como partido político en el registro del Ministerio del Interior. La unidad de la izquierda quedaba atrás. Podemos iba directo a disputar las elecciones europeas e Iglesias tenía ante sí su primer reto: las primarias abiertas.

La resistencia de Izquierda Anticapitalista

El 2 de abril de 2014 se cerraron las urnas virtuales de las primarias abiertas de Podemos. 33.000 personas participaron en el proceso. Pablo Iglesias arrasó y, con él, sus candidatos predilectos. Pero no pudo impedir que se colara como número dos de la lista para Bruselas la profesora gaditana Teresa Rodríguez, militante de Izquierda Anticapitalista. La relación entre los dos grupos que participaron en el nacimiento de Podemos ya no era buena, pero ambos sabían que no debían enfangarse en una lucha intestina: había que preparar las elecciones.

Sí se puede

“Nos ha faltado una semana de campaña”, se lamentaban en Podemos el 25 de mayo de 2014. Para los estrategas del partido, los 1,2 millones de votos y los cinco eurodiputados que lograron en las elecciones no eran suficientes. Y debía quedar claro. El discurso de Iglesias a espaldas del Museo Reina Sofía en Madrid aquella noche así lo atestigua: “Seguirá habiendo seis millones de parados, desahuciados, banqueros corruptos, hospitales privatizados... Podemos no nació para ser testimonial. Vamos a por todas. No nos conformamos”. Aunque en el atril el líder no mostraba alegría, miles de personas corearon un sentido “Sí se puede”. Aquella noche, si algún ojo en Izquierda Unida no estaba pendiente de lo que pasaba con Podemos, comenzó a estarlo.

¿Quiénes son estos de Podemos?

La misma noche del 25 de mayo la pregunta se formulaba en muchos lugares: ¿quiénes son estos de Podemos?, ¿van en serio? Y, sobre todo, ¿qué proponen? Mientras el resto de los partidos comenzaban a recabar información y afilaban los cuchillos de la descalificación, y de la autodefensa, en la sede de IU el planteamiento era otro. La palabra era “confluencia”. Y todo lo que hasta entonces era tabú dejó de serlo.

Las encuestas, lejos de desinflar el fenómeno, lo consolidaban: Podemos se encaramaba a la tercera posición. Los roces se hicieron evidentes. Podemos giró hacia dentro. Disponía de poco más del verano para poner en pie un partido que no tenía ninguna estructura. Desde el principio quedó claro que no iba a ser un camino fácil. Aun así, la ilusión superaba a la tensión y, a mediados de mes, centenares de personas se reunieron en Madrid en el primer gran encuentro de Podemos. En otoño se celebraría la Asamblea fundacional del partido.

De Guanyem a Ganemos

Podemos prepara un estructura centralizada, aunque no todos la quieren; un sistema de financiación alejado de los tradicionales, comienza a diseñar su estrategia electoral de cara a 2015... El partido que lidera, de facto, Pablo Iglesias tiene trabajo por delante. Mientras, el mismo espíritu que les espoleó hasta las europeas provoca el nacimiento de una iniciativa ciudadana y municipalista en Barcelona: Guanyem. Rápidamente, el fenómeno se extiende. Podemos lo saluda, aunque pronto descubrirán que les supondrá otro dolor de cabeza.

La Asamblea Ciudadana

El proceso que definirá qué y cómo es Podemos durará dos meses. A muchos dentro del partido se les hará eterno. La tensión interna crece y las posturas son cada vez más distantes. Surgen las primeras críticas públicas hacia Pablo Iglesias y su equipo. Y comienza la negociación: Iglesias cede poder, acepta concurrir a las autonómicas con la marca Podemos y hace un guiño a las iniciativas ciudadanas de cara a las municipales. El líder del partido amenaza con abandonar si sus propuestas no ganan las votaciones y tensa la cuerda con la única oposición interna articulada que existe en Podemos, Izquierda Anticapitalista.

Vistalegre: “El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto”

El punto álgido de la tensión se vivió en el Palacio de Vistalegre. Miles de personas de toda España acudieron al Encuentro Ciudadano. Pablo Iglesias todavía no es el líder oficial de Podemos, pero el recibimiento parece despejar las dudas. El fin de semana evidencia el enfrentamiento entre dos formas de entender la organización interna del partido: del “las elecciones no las gana un secretario general ni tres; las gana la gente”, de Teresa Rodríguez, al “tres secretarios generales no ganan a Rajoy y Sánchez”, de Iglesias. El momento “histórico”, como lo definió uno de los futuros dirigentes, lo protagonizó el propio Iglesias con un breve pero potente discurso 'sin aplausos' que dejó una frase grabada: “Soy un militante, no un macho alfa”.

Nuevo Apolo: el encumbramiento de Iglesias

Tras Vistalegre, el camino se hizo cuesta abajo para el equipo promotor. Su modelo organizativo arrasó en la votación y la oposición interna entendió el mensaje de la inmensa mayoría: lo que diga Pablo Iglesias. La segunda parte de la asamblea fue mucho más sencilla y a mediados de noviembre Podemos encumbró a su nuevo secretario general en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid.

Solventados los asuntos internos, la atención volvió a centrarse en su actividad política. Podemos tendía puentes con Cataluña, aunque no siempre muy seguros, y promovía un sindicato, mientras la confluencia municipal parecía no ir tan encarrilada como se suponía y Podemos afrontaba su extensión territorial: 357 municipios contarán en enero con Consejos Ciudadanos locales al tener más de 100 inscritos. Aunque eso ya será en 2015.

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