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Merkel busca el voto conservador en el este de Alemania, hostil a su liderazgo

Merkel busca el voto conservador en el este de Alemania, hostil a su liderazgo

EFE

Schwerin (Alemania) —

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La canciller de Alemania, Angela Merkel, salió hoy por última vez en busca del voto conservador en el este del país, región donde tiene su distrito electoral y donde con más fuerza le persigue el voto de protesta y la rabia de la ultraderecha.

Schwerin, capital del “Land” (estado federado) de Mecklemburgo-Antepomerania, fue la ciudad elegida para su última cita con el este en la campaña, esta vez en un pabellón deportivo del extrarradio, después de recibir abucheos, lanzamiento de algún tomate y hasta una amago de paraguazo en mítines anteriores al aire libre.

Un par de decenas de ciudadanos esperaban a la líder conservadora en el acceso al pabellón, armados con silbatos o a gritos, mientras la policía les cerraba la entrada al recinto impasible ante sus protestas por serles negado el “derecho al abucheo”.

Algo más alejado, un grupo de militantes del neonazi Partido Nacionaldemocrático (NPD) mostraba sus banderas y caricaturas insultantes de la canciller.

“En nuestra sociedad hay derecho al debate y la controversia. No me parece muy creativo que se limite al abucheo, pero hay que vivir con eso”, abrió Merkel su discurso ante los centenares de seguidores de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que, previamente identificados, habían accedido al mitin.

La líder conservadora insistió en su consigna de campaña, que Alemania es un país donde vale la pena vivir y que entre su formación y el Partido Socialdemócrata (SPD) de su principal rival, Martin Schulz, hay grandes diferencias, pese a su condición de socios de gran coalición.

“Nosotros representamos la solidez, la economía social de mercado y la garantía de que el futuro seguirá siendo de prosperidad y de activación económica de los nuevos estados federados”, dijo, en alusión a lo que fue el territorio de la antigua Alemania comunista.

Schulz, mientras tanto, salió por el apoyo de los suyos en Heidelberg (sur del país), en Baden-Württemberg, un territorio asimismo hostil para el aspirante, gobernado por Verdes con la CDU.

Allí trasladó de nuevo su convicción de que las elecciones no están aun decididas a favor de Merkel, aunque los sondeos digan lo contrario.

Al menos en eso coincide con él la canciller, quien llamó a los suyos a no confiarse en la ventaja que se le perfila -unos 14 puntos sobre el SPD- y salir a votar a la CDU el próximo domingo.

En Mecklemburgo-Antepomerania, donde Merkel es cabeza de lista, los cristianodemócratas se vieron superados en las regionales celebradas el año pasado tanto por el SPD como por la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

El este de Alemania no es territorio amigo para Merkel, a pesar de que creció en esa parte del país.

Parte de sus ciudadanos la ve como una triunfadora ajena a su mundo, cuya carrera política arrancó tras la caída del muro de Berlín en 1989 y bajo el apadrinamiento del canciller Helmut Kohl.

Es, además, enemiga declarada de La Izquierda, formación de base poscomunista muy arraigada en esa parte del país.

El este alemán sigue sin haber alcanzado el nivel de prosperidad del oeste, veintisiete años después de la reunificación (1990): los salarios son un 18 % inferiores a los del resto del país y el desempleo se sitúa en el 8,5 %, unos tres puntos por encima de la media nacional.

Aunque la brecha se ha reducido -en los años siguientes a la reunificación el desempleo doblaba con creces al del oeste- muchos de sus ciudadanos se sienten todavía relegados, como constataba el último informe anual sobre el estado de la unidad alemana.

La rabia contra la canciller procede principalmente de gente “que se ha quedado atrás o teme quedarse atrás en los procesos de modernización o globalización”, explica Michael Spreng, asesor de campaña de la CDU en 2002, cuando Merkel era líder de la oposición.

La mayor parte de esa gente “se ha quedado atrás por su propia culpa, pero encuentra un desahogo en echarle la culpa a Merkel”, añade.

“Merkel está aquí, a pesar de los chaparrones que le han caído cada vez que pisa el este. Hay que reconocerle valor”, afirma Doris Krausen, una militante de los Verdes que también se quedó sin acceder hoy al interior del pabellón, algo decepcionada por no haber podido entrar a escuchar a la canciller, pero comprensiva.

Inicialmente el mitin iba a tener lugar en la plaza mayor de Schwerin, pero los responsables de campaña cambiaron esos planes ante la evidencia de que cada uno de los mítines obligaba a desplegar un impresionante dispositivo de seguridad, en tiempos de amenaza terrorista generalizada.

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