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Rajoy, feliz con sus logros económicos pese al castigo a sus leyes más importantes

Luz Sanchis

El pragmatismo con el que Mariano Rajoy se ha acomodado a su minoría de 137 diputados y a negociar con el PSOE y con Ciudadanos según le viene bien ha hecho posible que el Gobierno vea encarrilada la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. La fórmula de la estabilidad perfecta que el presidente del Gobierno propuso tras el 20 de diciembre se materializaba esta semana en la votación del techo de gasto, que el Senado ratificará cómodamente este martes.

Rajoy admitía estar “muy satisfecho de cómo se ha desarrollado este primer mes de mandato” y lo calificaba de “magnífico”. La suma de los votos de PP, PSOE y Ciudadanos le permitió saltar el primer escollo importante con la ayuda del PNV y Coalición Canaria y los ojos puestos en el objetivo final de sacar adelante las cuentas del Estado en febrero. 

Las medidas económicas son la prioridad y Rajoy gana así tiempo y estabilidad, mientras facilita que el PSOE de la gestora encuentre su lugar en la oposición gracias a pactos como el de la subida del salario mínimo y del objetivo de déficit de las Comunidades Autónomas.

Y si por el camino se pierden las votaciones sobre las leyes más duras de la pasada legislatura (LOMCE, la 'ley mordaza' y la reforma laboral), los conservadores se lo toman como una bofetada sin consecuencias prácticas más allá de que la iniciativa pida “derogar” la ley sobre el papel pero sin la obligación real de hacerlo.  

“Martes de pasión y jueves de gloria” en el Congreso

Salir derrotados en las proposiciones no de ley y ganar después en mociones o convalidaciones de los Decretos Ley es lo que Rafael Hernando, el portavoz del PP en el Congreso, llama “martes de pasión y jueves de gloria”. 

Los socialistas y los de Rivera han tenido que encajar algunos desplantes cuando el presidente del Gobierno ha ninguneado a alguno de los dos. Primero fue Ciudadanos el que vio cómo los socialistas se convertían en socio preferente mientras los que le dieron el 'sí' a la investidura quedaban arrinconados. Muy lejos del “principio del gran amor” del verano previo a que Rajoy se convirtiera en presidente.

Después le tocó el turno al PSOE, que no pudo forzar la subida de las pensiones ante la alianza del PP con Ciudadanos.

Las dos armas del Gobierno para impedir que los acuerdos del Congreso le hagan dar marcha atrás siguen siendo poderosas. El veto y la capacidad de disolver las Cortes para convocar nuevas elecciones a partir de junio es la pesadilla del PSOE. Tras la traumática salida de Pedro Sánchez, la amenaza electoral penderá sobre unos socialistas que por entonces se encontrarán en pleno congreso interno. Los otros tres partidos, habrán celebrado ya los suyos mucho antes, a principios de febrero.

Que Rajoy deseara en la cena de Navidad del PP de Madrid un feliz 2017 con un “hasta dentro de muy poquito y ya preparando las próximas elecciones” puso los pelos de punta a todos durante unas horas, incluidos a los suyos. Hasta que la vicepresidenta se arriesgó a decir que su jefe no tenía “la mente muy viva” a esas horas de la noche para zanjar la polémica.

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