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“Si Rajoy sigue con la represión, mucha gente que no está a favor de la independencia acabará estándolo”

Achin Vanaik, politólogo de la Universidad de Delhi

Aldo Mas

Berlín —

El indio Achin Vanaik, politólogo de la Universidad de Delhi, es uno de los investigadores del Instituto Transnacional, una organización con sede en Ámsterdam dedicada a la investigación en “favor de la construcción de un planeta más justo democrático y sostenible”. Cuando Vanaik mira la crisis catalana, este experto en autoritarismos y nacionalismos, piensa en Cachemira. En esa región del norte de la India, el deseo de mayor autogobierno ha alimentado un enquistado conflicto.

En Cachemira, “Nueva Delhi ha denegado la autonomía, y esa actitud ha servido para fortalecer el deseo por la independencia”, dice Vanaik en esta entrevista con eldiario.es. Este intelectual izquierdista, cuyo último libro se titula The Rise of Hindu Authoritarianism (Ed. Verso, 2017) o El ascenso del autoritarismo hindú, advierte de las consecuencias de las medidas represivas tomadas por el Gobierno de Mariano Rajoy ante la crisis catalana. A su entender, la aplicación del artículo 155 de la Constitución llevará a mucha gente a “abrazar el independentismo”.

Vanaik también evoca las posibilidades que tienen las fuerzas políticas de izquierda ante el desafío político que plantea la situación catalana. “Apoyar el derecho de autodeterminación no significa estar a favor de la secesión”, sostiene Vanaik. “Una estrategia de izquierdas también puede ser dar el visto bueno a la independencia pero no en los términos en los que se plantea en Catalunya”, plantea.

¿Qué opinión tiene del conflicto en Catalunya?

Cuando uno está en la izquierda del espectro político, uno tiene respetar el derecho a la autodeterminación, incluso la independencia. El problema es que ésto sólo puede aplicarse para naciones oprimidas. Muchos argumentan que Catalunya no es una nación oprimida. No sé lo suficiente para determinar si eso es o no cierto, pero lo que sí sé es que, al final, uno tiene que aceptar el deseo de autodeterminación de una parte de la población.

¿Qué le parece la actuación del Gobierno español en esta crisis?

Creo que no es aceptable el modo en que el Gobierno de Mariano Rajoy se ha comportado. Aún así, en el referéndum del 1-O existe el problema de la participación. Tengo la impresión de que con esa votación no se puede saber realmente qué piensa la mayoría en Catalunya. Hay otros ejemplos que considerar, como los de Quebec o Escocia. Tal vez las autoridades españolas tendrían que ofrecer aún más autonomía a Catalunya, al menos durante un periodo transitorio. Sin embargo, el camino que ha elegido Rajoy para actuar es totalmente opuesto.

¿Cómo ve que la crisis se haya judicializado y que buena parte de quienes integraban el Gobierno de Catalunya se encuentre ahora en prisión o en Bruselas?

Es ridículo, incluso chocante. Hay varias formas de autoritarismo. Muchos argumentan, como yo, que puede haber un autoritarismo desde abajo hacia arriba. Yo desconozco si el Gobierno español está siendo presionado por fuerzas de la derecha para facilitar esa reacción. Lo que sí sé es que tanto en España como en Grecia han surgido en los últimos años fuerzas de izquierda de carácter populista, surgidas desde abajo. A saber, Podemos y Syriza. Lo que hemos visto en España puede que sea más un autoritarismo que viene de arriba.

¿Qué consecuencias cree usted que van a tener los intentos de reprimir el independentismo?

Si el Gobierno de Rajoy sigue por esa vía de la represión, mucha gente que no está a favor de la independencia acabará estándolo. La represión va a tener ese efecto y, de hecho, ya está pasando. La gente va abrazar el independentismo al preguntarse “¿Qué es esto?” “¿Por qué estamos siendo reprimidos?”.

Los más críticos con el procès señalan que hay una suerte de nacionalismo autoritario en Catalunya.

Lo que hay que hacer es trascender el nacionalismo. Ésto es algo más que asumido en la izquierda. Porque los problemas y desafíos que tenemos hoy día no pueden resolverse a nivel nacional, ya sean problemas medioambientales, de proliferación nuclear, de pobreza o de austeridad. Estos problemas ya no se pueden resolver a través de los estados-nación. Uno tiene que reconocer los límites del progresismo nacionalista.

Eso sí, el intento de transcender el nacionalismo en Europa a través de la Unión Europea ha terminado siendo un desastre. La izquierda siempre se identificó con esa tentativa de transcender el nacionalismo y tratar de construir un nuevo marco político más progresista. Pero lo que ha ocurrido es que la UE es ahora una suerte de gobernador autoritario que ejerce una mala influencia política, porque arremete contra las libertades. El 'brexit', es una reacción a esto, por ejemplo. La UE de ahora es una Europa neoliberal, una Europa despiadada. Basta mirar el modo en que se ha tratado a Grecia y a Syriza.

Teniendo en cuenta la crisis desatada tras el referéndum del 1-O ¿Sigue viendo usted con buenos ojos un referéndum en Catalunya?

Los catalanes cuentan con mi simpatía. Creo que se debería de poder organizar un referéndum sobre la autodeterminación. Se ha criticado mucho con esa idea de que una eventual independencia de Catalunya sería resultado de la voluntad de la región más rica de España de separarse de España. Pero hasta donde yo sé, hay una gran parte de fuerzas de izquierda que están empujando a favor de la autodeterminación. Son las fuerzas de izquierda las que llevan la iniciativa, las que se mueven para alejarse de las políticas de austeridad y, entiendo yo también, para abrirse más a los refugiados. Con estas dos cosas sólo puedo estar de acuerdo.

Frente a situaciones como la de Catalunya, ¿Qué constituye a su entender una “posición de izquierdas”?

La izquierda tiene una posición clásica que se podría resumir en algo así: 'queremos formar parte una unidad social mayor'. Pero también es cierto que apoyar el derecho de autodeterminación no significa estar a favor de la secesión. Una estrategia de izquierdas también puede ser dar el visto bueno a la independencia pero no en los términos en los que se plantea en Catalunya. De todos modos, en Catalunya, la independencia no va a tener lugar porque Mariano Rajoy está decidido a actuar por la vía de la represión. He escuchado muchas críticas a Carles Puigdemont en los últimos tiempos, pero el mayor problema aquí es Rajoy.

Ante la crisis, las fuerzas de izquierda en España y Catalunya se muestran muy divididas. Si ERC y la CUP apuestan por la independencia, el PSOE apuesta por la defensa de la aplicación de 155, mientras que en Podemos han rechazado esa medida.

Sería mejor que todas las fuerzas de izquierda se unieran para luchar contra la austeridad. Dicho esto, puede haber divisiones, pero, para la izquierda, sería clave hacer suya la defensa de los derechos democráticos. Pero esa no es la dirección que está tomando la política en España. También el referéndum podría haberse hecho de otro modo. Por ejemplo, se podría haber organizado uno no vinculante, para que se pudiera percibir de verdad el sentimiento de la gente en Catalunya.

La Justicia española declaró ilegal el referéndum del 1-O.

Hay que hay que tener en cuenta que la Justicia, en ocasiones, recibe fuertes presiones desde el poder político. No sé lo suficiente sobre la Constitución española, pero deberían poder organizarse referéndums. ¿Van a ser ilegales todos los referéndums sobre la unidad de España? Yo entiendo que un sistema político más federal en España podría ir bien a la unidad de España.

El próximo día 21 de diciembre habrá elecciones en Catalunya. ¿Cómo de relevante cree usted que es esa cita con las urnas?

La pregunta es, ¿Qué va a pasar si vuelven a ganar los partidarios a la independencia? Esto es algo muy posible. Un resultado así debería ser respetado. Pero, ¿Van de nuevo los tribunales a considerar algo así ilegal o inaceptable? Políticamente, España se adentra en aguas muy turbias. Porque la situación actual crea mucha hostilidad y rencores. Es algo terrible. Piense en el modo en que el Gobierno de la India ha tratado a la región de Cachemira. Allí, Nueva Delhi ha denegado la autonomía, y esa actitud ha servido para fortalecer el deseo por la independencia. 

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