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“La austeridad es un peligro para la salud pública”

David Stuckler, investigador y experto en los aspectos económicos de la salud. / Marta Jara

Andrés Gil

  • El investigador de Oxford David Stuckler acaba de publicar con su colega Sanjay Basu el libro 'Por qué la austeridad mata“ (Taurus), un detallado estudio, del que publicamos su prefacio, sobre los aspectos económicos de la salud en el que pone en evidencia las consecuencias de las políticas de ajuste: ”Aumentan el paro, las enfermedades y los suicidios cuando se aplican recortes“.

David Stuckler habla bajo, despacio, como si supiera que lo que está diciendo es tan importante que debería permanecer lejos de oídos indiscretos. Pero nada más lejos de su intención: escribe artículos, da conferencias por media Europa y acaba de publicar un libro revelador, Por qué la austeridad mata (Taurus), en cuyas páginas desgrana los efectos de los recortes económicos a través de estadísticas y casos de personas afectadas directamente por los recortes.

Los dirigentes políticos y económicos afirman que la austeridad es imprescindible para reducir los desajustes fiscales y de deuda.

La austeridad es el principal enemigo. Los datos que nosotros aportamos dicen otra cosa, que los miren. Según nuestros estudios, lo que consigue la austeridad es retrasar la recuperación, en el caso de que se consiga. Ahí están los ejemplos de países que han aplicado en el pasado las recetas del Fondo Monetario Internacional. Y, mientras eso sucede, se devalúa la sanidad pública, la salud de la población. La idea más extendida es que las recesiones son inevitablemente perjudiciales para la salud. Pero no es así. Son una amenaza, pero también una oportunidad para la salud pública. El problema es que se está optando por empeorarla, no por mejorarla.

En España argumentan que no se podía endeudar más el país, que la financiación era inasumible.

La prima de riesgo de España que tenía España antes de aplicar las políticas de austeridad era muy inferior a la que tiene ahora. Además, lo que se está consiguiendo es retrasar el crecimiento, alargar la recesión y más paro. El paro es el principal riesgo para la salud de un país. Y España tiene seis millones de parados; un 57% de los jóvenes no tiene trabajo, lo cual es una situación de extrema vulnerabilidad. Deberían ver que en países donde no se ha aplicado la austeridad, como EE UU, la economía va mejor que en los que sí lo han hecho, como Reino Unido y Grecia, por ejemplo, donde la crisis se ha convertido en una tragedia sanitaria. No tiene por qué ser así, una crisis puede servir para corregir políticas [y muestra un gráfico que lleva en una carpeta para argumentar su tesis].

¿Qué quiere decir con eso?

La austeridad es un peligro para la salud pública. De vida o muerte. Un parado es una persona más proclive a las enfermedades mentales, a caer en depresiones, ansiedad, a consumir alcohol, drogas... Cae la esperanza de vida. Un parado puede perder su casa y verse en situaciones de emergencia. De acuerdo con nuestros estudios, en todos los países en los que se han aplicado medidas de austeridad han aumentado los suicidios. Los datos están ahí.

Si esto es así, ¿por qué los políticos no cambian de estrategia?

No es por la crisis, es por ideología. El FMI ha tenido que pedir perdón a Grecia recientemente, pero ya es tarde. Han pedido perdón por haberse equivocado anteriormente en otros países. El problema es que son decisiones ideológicas. La prioridad es crear empleo, no la austeridad. Se puede recortar, pero nunca en sanidad, educación o servicios sociales. Una persona con empleo enfermará menos, consumirá más, tributa, estará más feliz... Y todo eso se contagia.

Un caso singular, que explica en su libro, es el de Islandia.

Es verdad que es un país muy pequeño. Pero allí la población influyó, a través de un referéndum, en la política del país: se negó a pagar por los errores de sus bancos, ha emprendido medidas legales contra los dirigentes políticos. Reforzó sus programas de protección social y es de los pocos países que no han experimentado un aumento de las muertes durante la Gran Recesión que estamos sufriendo. El gasto social pasó del 21% al 25% del PIB entre 2007 y 2009, y la economía ha crecido un 3% en el último año. Igual ocurrió con el New Deal de Roosevelt en EE UU durante los años 30: sacó al país de la Depresión y creó mecanismos de protección social. Incluso Obama ha evitado las políticas de austeridad y están saliendo de la crisis con mejores indicadores que los países europeos. También pasó con las inyecciones de dinero público tras la Segunda Guerra Mundial, que llevaron al Estado del bienestar, después de la experiencia que supusieron las políticas duras en Alemania en los años 20 y 30, que todos sabemos a dónde condujeron. No es verdad que no haya alternativas. Hay alternativas. Las políticias de estímulo sí llevan a la recuperación. La recesión en Grecia, por ejemplo, ha empeorado por la austeridad: la incidencia del VIH ha crecido un 52%, la tasa de suicidios se ha duplicado, ha reaparecido la malaria y el número de asesinatos ha aumentado. Grecia ha de ser un ejemplo de que la austeridad sale muy cara a largo plazo. En menor escala, Reino Unido, con las políticas de austeridad de Cameron, sigue con la economía contraída.

La políticas de austeridad también están afectando a derechos, como a los inmigrantes sin papeles en España

En efecto. Y es un grave error. Cuando se recortan los servicios sanitarios y la gente deja de ir a la atención primaria, lo que se consigue es que empeoren los enfermos y, al final, terminen yendo a Urgencias para recibir un tratamiento mucho más largo y costoso. Igual ocurre con las privatizaciones. Ya lo vimos en Inglaterra, incluso en Italia. Al principio, dicen que se ahorran dinero pero, después, es más caro, por los tratamientos que se hacen en uno u otro hospital, dependiendo de si es público o privatizado, y, también, porque en más de una ocasión ha tenido que ir la Seguridad Social ha rescatar a los hospitales privados.

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