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La Cumbre Ali, ejemplo para la renovada lucha de los deportistas negros contra el racismo

"Yo no tengo ningún conflicto con el Viet Cong. Nadie del Viet Cong me llamó nunca nigger", declaró Ali cuando se negó a servir en la Guerra de Vietnam.

Jamiles Lartey

En 1962, como lateral del equipo de fútbol americano Boston Patriots, Walter Beach convocó a un debate a sus compañeros de equipo negros. Eran unos cinco.

El tema a debatir era qué hacer con un partido amistoso contra los Houston Oilers programado en Nueva Orleans. Como era costumbre y norma en ese momento en la mayor parte del sur, el alojamiento del equipo tenía que estar segregado. Los organizadores planearon alojar a los jugadores negros de ambos equipos en un hotel a más de tres kilómetros de distancia. “Todos estábamos de acuerdo en que no queríamos participar”, afirma Beach.

Los jugadores, liderados por Beach, pidieron al equipo que simplemente les dejase volar y regresar el día del partido para no someterse a la humillación de Jim Crow, el nombre concedido a las leyes aprobadas por estados sureños para imponer legalmente la segregación tras la guerra civil.

Beach recuerda que, efectivamente, su equipo le compró un billete. Un billete de vuelta a casa. Estaba despedido. Cinco años después, retirado, se encontró de nuevo en el cruce entre activismo y deporte. El campeón mundial de boxeo de pesos pesados, Muhammad Ali, estaba siendo duramente criticado, sin mencionar la posibilidad de que acabase en prisión y de que se le retirasen sus títulos, por su negativa a ser reclutado para ir a la guerra de Vietnam.

En medio de ese lío, un jugador de los Cleveland Browns recién retirado de la liga de fútbol americano, Jim Brown, decidió convocar a Ali y a otros destacados deportistas negros a una reunión. Beach, que se había hecho amigo de Brown durante el tiempo que coincidieron en los Cleveland Browns, también fue invitado. “Ninguno de nosotros teníamos en mente intentar hacer cambiar de opinión a Ali. La reunión era para apoyar su posición”, explica Beach.

La reunión tuvo lugar en la sede del Sindicato Económico Industrial Negro, una organización de activismo afroamericano que había fundado el propio Brown y que tenía sucursales en otros destacados núcleos de población afroamericana en el país. Tras la reunión, en la que participaron varios destacados atletas –como el jugador de los Boston Celtics Bill Russell, el pivot de los UCLA Bruins Lewis Alcindor (que posteriormente se cambiaría el nombre a Kareem Abdul Jabbar) y el jugador del equipo de fútbol americano de Washington Bobby Mitchell–, los periodistas tomaron una famosa fotografía con los jugadores apoyando a Ali. También estuvo invitado y fue fotografiado el fiscal de Cleveland Carl Stokes, que ese mismo año se convertiría en alcalde de la ciudad. El primer afroamericano en ser elegido alcalde en una gran ciudad estadounidense.

“Sentí que con Ali adoptando la posición que estaba adoptando, que le podría costar la corona, y con el Gobierno yendo a por él con todo, nosotros, como atletas destacados, podríamos llegar a la verdad y defender a Ali con el apoyo necesario”, declaró Brown a the Cleveland Plain Dealer en 2012.

Ahora, justo 50 años después de esa reunión, que se apodó la Cumbre Ali, es difícil ignorar los parecidos con el repentino rebrote de solidaridad sobre asuntos sociales entre los deportistas afroamericanos. Tras un largo enfriamiento desde los 80 hasta los 2000, varios factores, incluida la aparición de Black Lives Matter y el movimiento de protesta protagonizado por Colin Kaepernick, han devuelto esa actitud a la primera plana.

Cállate y juega al fútbol

No todos los atletas reunidos compartían necesariamente los sentimientos de Ali sobre Vietnam ni tampoco hubiesen hecho lo mismo de estar en su piel. Pero lo que todos querían reforzar era la idea de que todos los deportistas negros tienen el derecho a utilizar su posición pública para expresarse y que no se les debería limitar a sus proezas en el campo, en la pista o en el ring.

“Era muy importante hacer entender a la gente que eres más que un jugador de fútbol. El fútbol era lo que yo hacía, no lo que yo era. Muhammad Ali era un boxeador. Eso es lo que hacía, pero no lo que él era”, cuenta Beach.

Actualmente, los atletas están rechazando otra vez esa simplificación de los fans. “La gente me decía que me callase y que jugase al fútbol”, declaró el jugador de los Cleveland Browns Andrew Hawkins a Slate en 2016. “Pero de lo que no se dan cuenta es que esto es más importante para mí que la percepción que pueda tener la gente cuando doy mi opinión”.

Hawkins fue uno de los jugadores que desencadenó la nueva ola de protestas entre los deportistas, la cual se inició antes de la campaña de Kaepernick. En 2014, Hawkins se puso una camiseta encima de la camiseta del equipo en la que pedía “justicia” para Tamir Rice y John Crawford, dos afroamericanos muertos a tiros por la policía cuando llevaban pistolas de juguete. Incluso antes, en 2012, el equipo de baloncesto Miami Heat se hizo una foto con todos los jugadores con la capucha puesta en homenaje al adolescente de Florida Trayvon Martin (muerto por los disparos de un policía), una decisión que por entonces no tenía precedentes.

Pero ninguna de estas acciones inspiradas por Black Lives Matter tuvo tanto impacto como lo que empezó Colin Kaepernick, antiguo quarterback de San Francisco 49ers, en agosto de 2016 cuando empezó sentándose y después arrodillándose durante el himno nacional en protesta contra la violencia policial.

Las acciones de Kaepernick provocaron el mismo tipo de críticas y de solidaridad que generó Ali hace tantos años. Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió, aunque sin mencionarle, que Kaepernick era un “hijo de puta”. Pero la ira de Trump hizo más populares estas protestas.

De este modo, el que una vez fue el quarterback mejor pagado de la NFL (durante poco tiempo) se ha convertido a partes iguales en héroe popular y paria de la misma forma que Ali polarizó a los estadounidenses durante los años 60. De hecho, su camiseta se ha asociado más a la conciencia negra y al activismo que al fútbol. Muchas personas que no son seguidores de su antiguo equipo han salido en búsqueda de su camiseta, reflejando así una tendencia más amplia que también se ha dado entre sus fans.

Un acto profético y valiente

Kaepernick ha presentado esta semana una demanda contra la NFL. Acusa a los dueños de la liga de conspirar para impedir que se le contrate por su manifestación política.

Beach también puso una demanda. Y ganó. Al jugador se le añadieron años de trabajo a su pensión basándose en que si el equipo le hubiese permitido firmar con otro, podría haber jugado durante más tiempo.

Pero lo que queda por ver es si la energía que han acumulado estos deportistas durante la era Trump se puede convertir en un mensaje tan unificado como la Cumbre Ali, o incluso más. Si ocurre, puede que jugadores como Kaepernick no se tengan que volver a preocupar por si sus manifestaciones sobre asuntos sociales puedan dejarles desempleados.

La semana pasada, Russell Okung, jugador del equipo de fútbol americano Los Angeles Chargers, propuso una cumbre del siglo XXI que permita a los jugadores unirse tras un único discurso. “Estoy convencido de que nunca progresaremos si no encontramos la forma de unirnos y pasar a una acción que represente la voluntad de los jugadores”, escribió en una carta abierta a sus colegas.

Okung afirmó que al principio veía las tácticas de Kaepernick con escepticismo, pero escribió: “Ahora no tengo dudas de que lo que hizo la temporada pasada fue un acto valiente, profético y de sacrificio que ha cautivado a una nación e inspirado un poderoso movimiento”. “Si tuviese su número de teléfono, se lo diría”, añadió.

Si lo que propone se hace realidad y si la historia sirve de guía, quizá Okung se lo pueda decir en persona.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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