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The Guardian en español

Kim Jong-nam, un hombre prisionero del miedo y la paranoia

Pyongyang afirma no confiar en la investigación Malasia sobre muerte de Kim Jong-nam.

Oliver Holmes

Según sus allegados, Kim Jong-nam pasó los últimos años de su vida envuelto en una gran paranoia, escondiéndose de la dictadura controlada por su hermanastro y con un sentimiento de impotencia sobre el destino de su patria.

En una entrevista exclusiva a the Guardian, un íntimo amigo y confidente del hombre que en su día fue el heredero de la dinastía norcoreana nos ha hablado de la actitud abierta de Kim Jong-nam y de una personalidad que propició su exilio; probablemente también su muerte.

En el trascurso de los dos últimos años viajó a Ginebra en diversas ocasiones; la última unos meses atrás. Kim visitó a Anthony Sahakian, un viejo amigo y excompañero de pupitre en una prestigiosa escuela de la ciudad suiza. Durante los días que Kim permaneció en Ginebra, los dos amigos quedaron a diario para tomar un café, fumar y pasear.

“Lee”, como lo llama Sahakian, era consciente de que su hermanastro podía pensar que representaba una amenaza para el régimen autocrático que heredó de su padre, Kim Jong-il, tras su muerte en 2011. “Hablamos del régimen, de su hermanastro y de lo que pasaba en el país. Puedo asegurar que no le interesaba el poder”, indica Sahakian, de 44 años.

“Quería mantenerse al margen. Nunca tuvo aspiraciones de ser el líder del país. No aceptaba ni valoraba positivamente la situación. Evitaba que lo relacionaran con el régimen”, explica.

Las autoridades de Malasia afirman que todo parece indicar que dos mujeres, se cree que contratadas por agentes norcoreanos, envenenaron a Kim Jong-nam la semana pasada mientras el hombre esperaba en un aeropuerto para volar de Kuala Lumpur a Macao, su hogar. Murió en la ambulancia.

El martes, un funcionario del ministerio de sanidad explicó a los periodistas que todavía no estaba confirmada la causa de la muerte. El informe de la autopsia descarta un paro cardíaco y también indica que no hay señales de violencia en el cuerpo de Kim.

Los periodistas le preguntaron por la posibilidad de un envenenamiento y el funcionario indicó que se han mandado muestras a unos expertos para que determinen la causa de la muerte. “El informe del laboratorio confirmará la causa de la muerte y antes de esto no podemos avanzar conclusiones precipitadas”, ha explicado.

Los recuerdos de Sahakian sobre las largas conversaciones con su amigo constituyen la descripción más cándida de las opiniones políticas de Kim Jong-nam durante los seis años que su hermanastro ha estado en el poder. También dejan entrever que el hombre era consciente de que lo podían matar en cualquier momento.

“Tenía miedo. No era un miedo generalizado, pero estaba paranoico. Desde un punto de vista político, era un hombre relevante. Estaba preocupado. Por supuesto que estaba preocupado”, indica Sahakian.

No está claro por qué Kim Jong-nam, el heredero, fue marginado en su día. Su tía materna publicó unas memorias tras exiliarse y explicó que Kim Jong-il adoraba a su hijo mayor y que lo adormecía entre sus brazos cuando era un bebé.

Sin embargo. El abuelo de Kim Jong-nam, el 'Gran líder' y fundador de la Corea del Norte moderna, nunca vio con buenos ojos la relación extramatrimonial entre Kim Jong-il y la madre del niño, una actriz local.

Su salida de Corea del Norte

Kim Jong-nam salió del país y vivió primero en Rusia. Más tarde, en Suiza, donde aprendió francés, ruso, alemán e inglés.

Él y Sahakian se conocieron en Suiza cuando tenían 12 o 13 años. Lo presentaban como el hijo de un embajador, si bien su padre ya se preparaba para convertirse en el líder del país.

“Por aquel entonces, ni siquiera sabíamos la diferencia entre Corea del Norte y Corea del Sur. Era un chico muy risueño, muy jovial, muy amable y generoso. Disfrutaba de la vida. Obviamente estaba mimado pero lo cierto es que todos lo estábamos. Nada fuera de lo común”.

La única excentricidad que recuerda Sahakian es que su amigo tenía un lujoso Mercedes-Benz 600 y que “lo conducía él mismo, lo cual resultaba sorprendente porque tenía 15 años”.

Cuando regresó a su país, Kim Jong-nam ya era un adulto formado en Europa. Según las memorias de su tía, no soportó la situación de aislamiento de su país.

En 2001 lo pillaron intentando entrar en Japón con un pasaporte falso de la República Dominicana; esto no hizo más que empeorar su situación en Corea del Norte. Tras este incidente vivió en el exilio; concretamente en Macao, un territorio chino situado cerca de Hong Kong. Allí nacieron sus hijos. Más tarde se mudó con su esposa y sus hijos a Singapur. Otro de sus amigos señala que también tenía una casa en Pekín.

De vez en cuando, algún periodista lo reconocía en un aeropuerto o en restaurantes de distintos países del mundo; de Francia a Indonesia. Kim siempre fue amable con los medios de comunicación. Si bien en una ocasión puntualizó que no había desertado, era obvio que vivía en el exilio; fuera autoimpuesto o forzado.

En 2011, cuando la salud de su padre empeoró, Kim Jong-nam compartió sus ideas políticas con Yoji Gomi, un periodista japonés. Es probable que lo hiciera con la esperanza de una apertura en el país. Unos meses más tarde, Kim Jong-un fue designado “líder supremo”.

Cuando Gomi publicó un libro en 2012 y criticó el hecho de que en Corea del Norte el poder fuera hereditario, Kim Jong-nam optó por quedarse callado, posiblemente por miedo a su hermanastro, que ya controlaba el país.

Un año más tarde, su tío, que en su día había sido la mano derecha de Kim Jong-il y que estaba unido a Kim Jong-nam, fue ejecutado por “su sucia ambición política”. Su ejecución fue el pistoletazo de salida de una purga en las estructuras de poder.

Tras este episodio,Kim Jong-nam optó por mantenerse alejado del foco mediático.

“La situación de su país lo entristecía. Se preocupaba por el pueblo norcoreano. No podía hacer nada por mejorar la situación y esto todavía le hacía sentir peor”, indica Sahakian.

Un régimen militar

Según Sahakian, Kim Jong-nam reflexionaba a menudo sobre el papel que desempeñaba, o que no desempeñaba, en su país. A sus amigos les hablaba a menudo de una “gerontocracia” (gobierno de ancianos), en referencia a generales del ejército que nacieron en tiempos de Stalin y que fomentaron un régimen caracterizado por el aislamiento y la represión.

Consideraba que su hermano había pasado a integrar un sistema monolítico controlado por unos generales mucho mayores que él. “No creo que pensara que estos militares controlaran a su hermano, pero cuando alguien tiene una cierta mentalidad, tú adoptas esa mentalidad”, señala.

Kim Jong-nam, un hombre reflexivo que quería una mayor apertura para su país, se sentía impotente. Aunque todavía podría haberse postulado como el hijo mayor y heredero, era consciente de que no tenía “ni el carácter ni la voluntad” necesaria para entrar en el despiadado mundo de la política norcoreana.

“Solo lo puedes hacer si tienes hielo en las venas”, afirma su amigo: “Para cambiar el sistema sería necesario el derramamiento de mucha sangre y él no estaba por la labor”.

Sahakian insistió una y otra vez que su amigo no era un monstruo. Tampoco es cierta la imagen del playboy mujeriego, amante de los casinos y del lujo que los medios de comunicación fomentan.

En parte, Sahakian quiso hablar con un medio para poder presentar a su amigo “como un tipo decente”. “Tal vez apostaba, tal vez lo pillaron borracho en alguna ocasión. Le gustaban las mujeres pero, ¿qué tiene eso de malo?”.

King Jong-nam le contó que no aceptaba que Corea del Norte lo mantuviera económicamente y que su dinero procedía de varios negocios que había hecho en Europa. Cuando viajaba a Ginebra, solía buscar alojamiento a través de Airbnb.

Sin embargo, le resultaba complicado tener una vida normal. “Te puedes imaginar la enorme presión psicológica que tiene que sufrir alguien como él”, explica Sahakian. “¿Quién contrata al hijo de un dictador? ¿Qué haces? ¿Trabajas para Goldman Sachs? No lo tenía fácil”.

Debido a su estatus no deseado como miembro de la familia dirigente del país más aislado del mundo, siempre que viajaba a un país debía informar previamente a las autoridades.

“Me comentó que tenía que hablar con personas antes de viajar”, indica Sahakian: “asumo que debía informar de su paradero”.

Tal vez fue precisamente esto, un estilo de vida internacional y contactos con personas del resto del mundo, lo que representó una amenaza para Pyongyang.

Desde la muerte de Kim Jong-nam, Sahakian ha reflexionado sobre los distintos escenarios posibles del asesinato de su amigo. Una de sus teorías es que tal vez un general servil tomó la iniciativa de matarlo; un regalo sorpresa para su líder supremo.

“En una Corea del Norte paranoica, tal vez alguien fue demasiado lejos en un intento de complacer al líder. Esto deberíamos preguntárselo a su hermano”.

Traducido por Emma Reverter

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