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Religión para nota

El ministro de Educación, Ignacio Wert. / Efe

José María Calleja

Anda Rouco Varela preparando los temas que tendrán que estudiar todos los escolares españoles que opten por el adoctrinamiento en religión católica, asignatura María cuya nota contará a partir de ahora como si de Matemáticas o Lengua se tratara.

Wert ha cumplido lo que se esperaba de él, ha culminado uno de los objetivos para los que fue colocado como ministro de Educación por la FAES y podrá dormir tranquilo pensando en la recompensa de un adosado en el cielo por mucho que peque en la tierra.

La política de derechas “sin complejos” se toma un nuevo éxito y ya solo falta que Gallardón culmine una ley del aborto que nos devuelva a los tiempos de abortar es delito y no derecho, a la mujer como ser inferior, sin capacidad de decidir y sospechosa por quedarse embarazada fuera del matrimonio.

Rouco Varela tiene motivos para sentirse ufano. Después de casar a la hija de Aznar en El Escorial, en una boda alumbrada por 32.000 euros por los corruptos de la Gürtel, y viendo cómo hacen los deberes que les puso los miembros del Gobierno de Rajoy, puede decir que mereció la pena apoyar al hoy presidente del Gobierno cuando este estaba en la oposición.

Cree la jerarquía de la Iglesia católica que con estas medidas volverá a recuperar los clientes perdidos desde que Franco decidió enterrarse bajo el palio de la basílica del Valle de los Caídos y se nos empezaron a ir los miedos al dictador y a morir abrasados en el infierno por nuestros pecados.

La llegada de las libertades se tradujo en una progresiva pérdida de asistentes a las Iglesias, en una reducción notable de los matrimonios católicos -fuera de los cuales no había salvación en tiempos de Franco-, en una reducción de los bautizos y en general en una pérdida de las prácticas religiosas y formas de vida nacional católicas que marcaron férreamente la historia de millones de españoles durante los cuarenta años de dictadura franquista. Los gigantescos seminarios, llenos de adolescentes y jóvenes en los sesenta y setenta, se han cerrado en su inmensa mayoría y hoy los religiosos vienen de Latinoamérica.

La jerarquía de la Iglesia católica, viendo como perdía a chorros clientes -aunque no poder e influencia-, llegó a convencer a los sucesivos papas de que España era tierra no solo de Cruzada, también de evangelización, que debía ser recristianizada ante el creciente laicismo.

No ha necesitado Rouco emular a Fray Justo Pérez de Urbel, el benedictino primer abad del Valle de los Caídos que fue al mismo tiempo procurador en las Cortes franquistas, sencillamente le ha bastado con que Rajoy, Wert y Fátima Bañez -que promete arreglar el paro a base de rezar a la virgen del Rocío-, hayan tomado asiento en el mismo hemiciclo para convertir en ley su sagrada decisión: Religión debe ser equiparada a Matemáticas o Lengua.

Con este estímulo evaluatorio espera la Iglesia que los niños se acerquen a ella y se matriculen en masa en una asignatura en la que sin apenas esfuerzo podrán obtener notas que valdrán lo mismo -para el currículum, para la nota media y para optar a las becas que queden-, que las Matemáticas o la Lengua.

No se puede pedir más en menos tiempo: no hemos llegado a la mitad de la legislatura mariana y ya están enjaretados la religión católica en las aulas y el aborto en la calle.

Mientras, 3.500 alumnos universitarios en la Complutense de Madrid corren riesgo de abandonar la carrera por no poder pagar la matrícula sin que el ministro Wert tenga soluciones para el problema que él mismo ha creado.

Quieren que nos pongamos a rezar, que estudiemos religión católica como curas, pero la gente esta de muy mala…

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