Esto no es literatura
Algo huele a podrido en las secciones y suplementos culturales. Ustedes podrán decir que nunca fueron de buena fragancia, y aunque yo no soy de ese parecer, reconozco que últimamente está la cosa irrespirable. Basta con hojearlos o rastrear por la red para sospechar que se habla mucho de nada y poco de literatura.
Mientras redacto estas líneas, me doy de narices con tres artículos que se han colado en cualquier sección de Literatura y, además, llevan en el título y subtítulo la palabra Literatura. Sin embargo, ninguno habla de literatura. El primero de ellos se centra en la desmedida, torrencial y hemorrágica promoción de una novela que, aún estando en el mes de febrero, ya ha sido bautizada como la revelación del año y la sumergen en la espuma de la gran literatura hispánica y norteamericana. El segundo artículo reflexiona superficialmente sobre cuál es el umbral que debe atravesar un escritor para ser un superventas en la red. Al parecer, según las editoriales, con que se mueva en la horquilla que va de los 1.000 a los 4.000 eBooks es más que suficiente. Otra cosa es hablar de los megasellers —que alguien me despida por escribir esta palabra, por favor—. Para eso hay que vender más allá de los 100.000 ejemplares, y a ser posible en un corto periodo de tiempo. El tercer artículo ya es la repanocha. Se trata de una de las aportaciones a este fascinante mundo de la absoluta Nada que parece serlo absolutamente Todo: un sistema de promoción con el que auguran, en un futuro no muy lejano, ventas y ventas y, con suerte, algún que otro lector. La primera novela que ha tenido la fortuna de ser catapultada por esta nueva técnica vieja es la novela El Trepa, de Germán Álvarez. El planteamiento es muy sencillo. Si el cacharro que más manipulamos es el teléfono móvil, colémonos en él. Toma ideaza. Así que un banner de El Trepa se ha podido ver durantes estas semanas en diferentes aplicaciones, aunque sólo un 15% de los usuarios hizo clic, y apenas un 1,5% terminó por acceder a Amazon para repensarse la compra.
Y este es el panorama. Futuro del libro, fajines pomposos, promociones abrasantes, invasivas técnicas de publicidad y umbrales de ventas. Y todos nosotros tecleando y tecleando en un estado febril para dar algo de luz a tan decisivos temas, a estas cuestiones que obsesionan a editoriales, distribuidoras, librerías y escritores, pero que, mucho me temo, a los lectores se las trae al pairo. Así que, por favor, cuando toque literatura, hablemos de literatura. No es tan difícil. Que el follaje no nos deja ver la buena letra.