La píldora de la felicidad
El DSM (Manual de diagnóstico y estadística de los desórdenes mentales), que elabora la Asociación Americana de Psiquiatría, parte de la premisa de que todos padecemos algún trastorno mental. Por ejemplo, si alguien tiene un rasgo de tristeza, el manual lo cataloga como depresivo y, por lo tanto, los protocolos ad hoc indican la prescripción de antidepresivos durante largos períodos. Quién esto afirma es Eric Laurent, psicoanalista, discípulo y paciente de Jacques Lacan, en una larga entrevista que le realizó el periódico Página/12 de Buenos Aires. Al igual que lo analiza en sus ensayos la escritora Eva Illouz (Intimidades congeladas y El consumo de la utopía romántica), Laurent manifiesta que lo que se intenta es una medicalización general de la existencia y llega a denunciar al presidente francés, Francois Hollande, por prohibir el tratamiento psicoanalítico de los autistas fundándose en un informe que carece de validez científica. Laurent define el “mercado de la salud”, como un enorme negocio en el que están los trastornos de atención, las drogas, la bipolaridad, las masacres en centros de estudio o shoppings, la sociedad del doping, del bullying, y describe a los que avalan el Manual “como una banda de irresponsables que no tienen idea de lo que están produciendo y que no han hecho tests serios, y todavía más, que esa metodología es susceptible de producir una serie de catástrofes sanitarias y de las otras, como la masacre en el colegio de Connecticut que fue realizada por una persona medicada y tratada por conductistas. Se diría que el Vademécum ha sustituido a la Psicopatología de la vida cotidiana de Freud y el diván se ha cambiado por una receta.