Telegrama del presidente

Ahora que la NASA ha desvelado que el asteroide Apofis no impactará contra la Tierra ni en 2013 ni en 2036, y ahora que la Casa Blanca ha rechazado construir la Estrella de la Muerte, esa inmensa estación espacial que nos permitiría destruir planetas a manguerazo limpio por el módico precio de 850.000 billones de dólares, podemos centrarnos en lo verdaderamente importante sin sentirnos amenazados. Ojo a lo que viene.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha felicitado a Antonio Muñoz Molina por la concesión del premio Jerusalén de Literatura, que este año cumple su quincuagésimo aniversario. Lo otorga cada dos años la Feria Internacional del Libro de Jerusalén, y en otras ediciones ha ido a parar al salón-comedor de Murakami, Coetzee, McEwan o Semprún. Al parecer, como los premios que dan los ministerios de Mariano Rajoy están a punto de sufrir la peor pandemia que afecte a la excelencia artística, la del rechazo, se ha propuesto felicitar y felicitar aunque el galardón no venga de su propia casa. Así que le ha escrito un telegrama a Muñoz Molina que dice tal que así: “Recibe mi más sincera enhorabuena por el Premio Jerusalén de Literatura 2013 que te incorpora a un extraordinario grupo de escritores que constituyen las referencias literarias imprescindibles de nuestras últimas décadas”. Y como le sabía a poco ha añadido: “Este importante galardón reconoce el lenguaje universal de tu obra, tu talento para recrear los cambios vividos por la sociedad española y, en última instancia, confirma la repercusión internacional de la cultura española y el futuro de nuestra creación literaria”. Las malas lenguas dicen que era el texto que le habían preparado para felicitar a Javier Marías. Pero eso es una maldad que no tiene ni pies ni cabeza. Como lo del asteroide Apofis y la Estrella de la Muerte. Nos quedamos con las palabras del jurado: “Los libros de Muñoz Molina reflejan los grandes cambios que han tenido lugar en España durante su transición de la dictadura a la democracia y han expuesto la traumática memoria colectiva”. ¿Firmaría también esas palabras nuestro presidente del Gobierno?