¡Extra, extra, Paulo Coehlo dice algo sensato!
Con motivo de la promoción de su libro El manuscrito encontrado en Accra, por el que no sentimos el más mínimo interés ni curiosidad, el escritor brasileño Paulo Coehlo ha hecho declaraciones sorprendentes por su sensatez y originalidad. Además de afirmar que “James Joyce ha hecho mucho mal a la literatura”, ha señalado que la felicidad es un invento del siglo XVIII: “No estoy muy interesado en ella —ha declarado— prefiero la alegría”.
Si la primera afirmación es discutible, pero atrevida y sincera, la segunda propone un debate de gran altura intelectual, digno de una arqueología de los sentimientos al modo de Foucault. ¿Eran felices los campesinos de la Edad Media? ¿Lo eran de la misma manera que lo somos nosotros? ¿Aspiraban entonces a la felicidad como aspiramos hoy? ¿La consideraban como nosotros un derecho?
Por si no fuera suficiente con este imprevisto ataque de lucidez, Coelho establece un paralelismo entre la revolución tecnológica provocada por internet y la que se produjo en el Renacimiento con la invención de la imprenta: “Se cambió la manera de transmitir el conocimiento. Las personas piensan y comparten el conocimiento de una forma distinta que hace diez años”.
Toda una lección para aprender y leer sin prejuicios.