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Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

Una marea de mujeres lucha contra la violación en toda Europa

Manifestación en Pamplona / AP Photo/Alvaro Barrientos

Anna Błuś

investigadora de Amnistía Internacional sobre Europa —

El número de mujeres víctimas de violación en Europa es escalofriante. En la Unión Europea, una de cada 20 mujeres ha sido violada después de los 15 años y una de cada 10 ha sido sometida a alguna forma de violencia sexual.

Amnistía Internacional ha analizado la legislación sobre violación de 31 países de Europa y concluido que sólo 8 de ellos tienen leyes que definen la violación como sexo sin consentimiento.

Empecemos por lo básico: el sexo sin consentimiento es violación. Así de simple. Sorprendentemente, esta simple verdad no está reflejada en la legislación sobre violación de la mayoría de los países europeos. Amnistía Internacional ha analizado la legislación sobre violación de 31 países de Europa y concluido que sólo 8 de ellos tienen leyes que definen la violación como sexo sin consentimiento. En todos los demás la definición jurídica de violación está basada en la fuerza, amenaza o coacción o en la incapacidad de la víctima para defenderse.

No obstante, se están produciendo cambios, país a país.

Tan solo este año, Islandia y Suecia se han convertido, respectivamente, en el séptimo y el octavo país de Europa en adoptar nueva legislación que define la violación sobre la base de la ausencia de consentimiento.

Estas victorias no son producto de la casualidad.

Son el resultado de años de duro trabajo de mujeres activistas que reclaman su derecho a no sufrir violencia sexual. Son cambios logrados por innumerables mujeres que con demasiada frecuencia son traicionadas por sistemas de justicia que se niegan a reconocer el devastador delito al que han sobrevivido o no les proporcionan resarcimiento.

En Suecia, las organizaciones y las activistas en favor de los derechos de las mujeres llevan más de una década haciendo campaña por este cambio de la legislación.

En 2013, una decisión judicial de absolver a tres jóvenes acusados de violar a una niña de 15 años con una botella de vino hasta provocarle una hemorragia dio lugar al nacimiento de un nuevo movimiento nacional, FATTA (“Entérate”).decisión judicial de absolverFATTA (“Entérate”). A través de la sensibilización y el trabajo de campaña lograron que su mensaje ganase fuerza. Ahora, cinco años después, la legislación sueca reconoce por fin que las relaciones sexuales sin consentimiento son violación.

España, Portugal y Dinamarca podrían ser los siguientes países en reconocer en su legislación que el sexo sin consentimiento es violación. Autoridades de sus respectivos gobiernos ya han declarado públicamente que están abiertas a debatir esta reforma de la definición jurídica de violación. De nuevo, estas medidas positivas son resultado de la lucha de las mujeres por el cambio.

En España, millones de mujeres salieron a la calle el 8 de marzo de 2018 para manifestarse por varias causas relacionadas con los derechos de las mujeres, incluido el derecho a no sufrir violación. El caso de La Manada, en el que cinco hombres fueron declarados culpables de abuso sexual, pero no de violación, también desató protestas en todo el país un mes después. La vicepresidenta del gobierno español, Carmen Calvo, anunció en julio su disposición a revisar la legislación de manera que quede claro que cuando una mujer no da su consentimiento expreso está diciendo que no.

En Portugal, muchas mujeres expresaron su indignación tras otra causa judicial de gran repercusión en la que el tribunal impuso una condena condicional a dos hombres por “abuso sexual de una persona incapaz de oponer resistencia”. El caso implicaba la agresión a una mujer en el baño de un bar durante la cual ésta perdió el conocimiento reiteradamente. Las manifestaciones y los debates en los medios de comunicación subsiguientes mostraron que las mujeres se niegan a permanecer en silencio cuando se pisotean sus derechos.

En Dinamarca, el ministro de Justicia ha dicho que consideraría adoptar legislación sobre la violación basada en el consentimiento tras las peticiones de activistas y supervivientes. El alcance de la reforma aún se está debatiendo, pero este domingo las danesas se manifestarán en cuatro ciudades diferentes para exigir cambios legislativos y mayor protección frente a la violación.

Durante los últimos cinco años, en Noruega un número extraordinario de estudiantes de secundaria de todos los sexos se ha unido a una campaña contra la violación. Este mismo año, sin embargo, los políticos les fallaron al rechazar una propuesta de adoptar legislación basada en el consentimiento.

No obstante, la tendencia general es de avance en la dirección correcta. Los gobiernos europeos ya no pueden continuar ignorando la voz de las mujeres que demandan autonomía sexual. Aunque las mujeres llevan años haciendo campaña contra la violación, el movimiento #MeToo ha ampliado el espacio de conversación, haciendo que sus voces resuenen aún con más fuerza.

Las protestas recientes y el trabajo de campaña online en Irlanda tras un juicio por violación durante el cual se presentó el tanga de una adolescente al jurado constituyen otro ejemplo de que la indignación de las mujeres está impulsando la acción y la solidaridad. En las horas posteriores a que los medios informaran del caso, cientos de mujeres publicaron fotos de su ropa interior en las redes sociales y tuits con la etiqueta #ThisIsNotConsent (Esto no es consentimiento) para mostrar su oposición a la práctica de culpar a la víctima.

En Irlanda del Norte mereció una amplia cobertura de los medios de comunicación la absolución de cuatro jugadores de rugby del Ulster de cargos de violación y otros delitos sexuales, que provocó un debate de ámbito nacional sobre la idoneidad de los procesos judiciales y el trato que se dispensa a las mujeres que denuncian. Las protestas nacionales dieron pie a una revisión independiente del tratamiento de los casos de violencia sexual y del trato que se dispensa a las demandantes. En sus recomendaciones preliminares, se reconoció la importancia de cuestionar los mitos sobre la violación y de ofrecer asistencia jurídica a las víctimas.

Para muchas supervivientes de violencia sexual, hablar de sus propias experiencias, superando el estigma aún asociado a la violación, la humillación pública y las amenazas, supone un paso enorme. Su valentía no debe subestimarse. Sus historias son cruciales a la hora de hacer llegar a las personas responsables de la toma de decisiones el mensaje de que la ausencia de consentimiento debe ser reconocida como violación en la legislación y en la práctica, y de que se debe poner fin a la impunidad.

Necesitamos una sociedad en la que no suframos violaciones, en la que se respeten y valoren la autonomía sexual y la integridad física de todas las personas.

El Convenio de Estambul, tratado de derechos humanos ratificado por la mayoría de los países europeos, exige a los Estados penalizar todos los actos de naturaleza sexual no consentidos. Cambiar la legislación no erradicará la violación, pero es un paso fundamental en el camino.

Esta acción, tangible y sencilla para los Estados, transmite un mensaje poderoso sobre el tipo de sociedad en la que queremos vivir: una sociedad en la que no suframos violaciones, en la que se respeten y valoren la autonomía sexual y la integridad física de todas las personas.

Amnistía Internacional ha publicado también un análisis de la situación de la violencia sexual en España.

Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

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