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Baltasar Garzón: “Trump está quebrando el sistema aprovechándose de la democracia”

El juez Baltasar Garzón en el seminario internacional celebrado en Sevilla. |

Juan Miguel Baquero

Una pregunta basta para reunir a un puñado de personalidades del mundo político y judicial. Jueces, representantes de organizaciones de derechos humanos, profesores universitarios… con el marco de un encuentro encabezado por la expresidenta de la República de Brasil, Dilma Rousseff. Y la cuestión, a saber: '¿Están siendo los derechos garantes de la democracia?'.

Bajo esta premisa, el debate ha reunido en el seminario internacional titulado ‘Capitalismo neoliberal, democracia sobrante’ al exministro de Justicia de Brasil, José Eduardo Cardozo; el presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Roberto de Figueiredo Caldas; el juez y exmagistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón; y el profesor de la Universidad de Barcelona y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Gerardo Pisarello.

Nombres que han puesto sobre la mesa en el encuentro celebrado en la Fundación Tres Cultures las cuestiones clave que amenazan el sistema actual. Que lo manipulan a veces y lo trituran otras. Para llevarlo, siempre, a un nuevo paradigma en el que importan las cosas más que las gentes. La riqueza de una minoría antes que la subsistencia de la mayoría, aseguran.

Con ejemplos palmarios, caso del nuevo presidente de EEUU, Donald Trump. Un personaje que, al mismo tiempo, ratificaba la pertinencia de haber sido vestido como prototipo del capitalismo neoliberal que amenaza los derechos humanos y la democracia humillando a México al obligarle a pagar el muro que separará a ambos países.

Un ejemplo: el “golpe” que sacó a Rousseff

Las dos citas sucedían de manera simultánea. Unos hablaban de cómo se tuercen y aniquilan derechos. El otro firmaba la sentencia. “Trump está quebrando el sistema aprovechándose de la democracia”, decía el juez Garzón. Enfrente estaban sentadas Rousseff y la presidenta de la Fundación José Saramago, Pilar del Río.

Todo depende de “los poderes”, avisaba De Figueiredo. Un ejemplo “de la crisis estructural de los modelos de Estado” está en “el golpe” que se dio en Brasil. Porque al capitalismo, refiere Pisarello, “le sobran los derechos humanos, la democracia” y, al fin, “la subsistencia del planeta, la paz”.

Trump, es el momento, de vuelta a la mesa de quirófano. Bisturíes preparados. “Es totalmente democrática la elección del presidente de los EEUU, ahora bien, ¿hasta qué punto es legítimo que un presidente elegido democráticamente pueda desarrollar políticas que quiebren frontalmente derechos consolidados de los ciudadanos?”, preguntaba Garzón. Pisarello respondía con otra cuestión: “imaginad que Dilma Rousseff es elegida presidenta con tres millones de votos menos que su rival, o en su momento Chávez en Venezuela…”.

Y el problema, o el resquicio por el que se cuela el populismo capitalista, es el mensaje radical que encuentra perfecto abono en tiempos de crisis. “Trump llega al poder apelando al miedo de mucha gente que se siente desamparada”, según el concejal del equipo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Hace falta, seguía, recuperar camino “desde abajo, creando contrapoderes sociales”.

Cuando al capitalismo le sobra la democracia

Esa rémora social de base, contaban los expertos, es el detonante perfecto para que el pueblo no reclame cuando al capitalismo neoliberal le sobra la democracia. “Estamos con un sistema en absoluta crisis”, que soporta fallas “de la ley como garante de los derechos”, con pérdida de “soberanía” de los países… se caen las estructuras, resumía el exministro de Justicia de Brasil. Como en su país, “donde sí se dio un golpe y se cambiaron las reglas” para desbancar por las bravas a Rousseff, subrayaba Cardozo.

Escenarios que significan “usar el derecho con una visión hegemónica que no beneficia a la mayoría sino a una élite concreta”, en palabras de Baltasar Garzón. Con la división de poderes en entredicho, según el exmagistrado de la Audiencia Nacional, la situación corrompe la esencia democrática. Con los miedos como herramientas útiles. El terrorismo, la amenaza, el odio al otro. “Hay que proteger la seguridad con los derechos y no al revés”.

El propio Garzón apuntaba una salida. Como “oportunidad histórica”, señala, aparece una futura resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que podría “garantizar los procesos democráticos desde el derecho”. Al hilo, el presidente del organismo internacional decía: “no necesariamente están garantizados los derechos en democracia, según quien los aplique”. Y es necesario, precisaba Roberto de Figueiredo, “que los poderes respeten la dignidad humana”. Pero todo pasa, coinciden, por la pedagogía. Por construir desde abajo. Por el reclamo ciudadano y no por la imposición de los mercados.

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