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'Malas Madres Rugby', el equipo surgido de la casualidad cita en Sevilla a jugadoras de toda España

Las jugadores entrenan casi con un régimen parecido a un equipo profesional.

Fermín Cabanillas

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A sus 41 años, María Márquez ha sido la última en llegar al grupo de veteranas jugadores, y lo ha hecho después de que su hijo Leo se haya metido en ese mundillo justo antes que ella. Cuando el niño comenzó a patear el balón ovalado, ella tomó contacto con las Malas Madres, “y me ha cambiado la vida, porque desde entonces he descubierto a un gran grupo humano, me siento mejor, más ágil”.

María es primera línea, de modo que aguanta las primeras embestidas de la delantera rival, aunque ella reconoce que también reparte lo suyo, y admite que en su casa “tiene delito” no haber empezado a practicar antes el rugby, “porque todos mis primos han jugado en Ciencias”, el equipo masculino más importante de la provincia de Sevilla. A pesar de eso, “cuando mi hijo empezó a entrenar, yo solo sabía que el balón se pasa hacia atrás”.

Una pizarra

Así estaban muchas de las madres que hace cinco años llevaban a sus hijos a hacer deporte. Desde la grada les veían correr, golpear el balón, y no entendían nada. Un día, una de ellas planteó que le gustaría aprender las normas básicas de este deporte. “Yo no lo sé, porque no estaba allí, –explica Elena Vallejo, su actual entrenadora–, pero seguramente una de ellas comentó algo como 'qué malas madres somos, que no conocemos este deporte', y comenzaron a trabajar con una simple pizarra para conocer el reglamento”. Al principio se juntaron unas seis: los viernes por la tarde practicaban durante una media hora. En 2018 se cruzó en su camino la jugadora Elena Vallejo, que precisamente se había lesionado ese mismo año y tenía tiempo para entrenarlas. Nada más hecha la proposición, comenzaron a trabajar.

Sin proponérselo, y con el fin de saber un poco más acerca de la afición de sus hijos, había nacido el 'Malas Madres Rugby', el equipo que tiene sede en la localidad sevillana de Mairena del Aljarafe. Allí este fin de semana han logrado convocar una liguilla con varios equipos de “veteranas” de toda España.

No han parado ni en pandemia

El 'Malas Madres Rugby' cuenta hoy día con 28 jugadoras, casi todas naturales de Mairena, que no han parado de trabajar ni siquiera durante la pandemia: “realizábamos los entrenamientos a través de Zoom”. Llegaron al verano en forma, cuando disputaron un torneo de rugby-playa de veteranos. Se enfrentaron a las Khaleesis XV de Hortaleza (Madrid), uno de los equipos que este fin de semana también se concentrará en la localidad sevillana en la primera reunión de este tipo en España.

Además de ellas, estarán las 'Camaleona' de El Puerto de Santa María; 'Kamalehoiak' de Gaztedi, de Vitoria (Álava); 'Lacartijas' de Sevilla, 'Lamiakubr' de Bilbao, 'Rugby Sitges', de Sitges; 'Viva la Mamma' de Valencia y 'Veteranass Black Cats', un equipo que reúne lo mejor del rugby de veteranas en Andalucía, nacido hace 25 años en la Universidad de Sevilla aunque no suelen jugar de manera periódica.

Todas jugarán contra todas, en una jornada de convivencia, con partidos de un tiempo único de 20 minutos. Una experiencia para equipos como el de Mairena, donde la jugadora más joven tiene 35 años y la mayor 56.

Un reglamento distinto

Los equipos que participan en estos torneos tienen un reglamento con algunos cambios respecto al oficial, con diez jugadoras por bando en el césped. Entre las diferencias: “nosotras no placamos, sino que grabamos, y en lugar de caer el suelo lo que hacemos es abrazar para que la rival no se pueda mover durante tres segundos”.

Con ganas, y casi como cualquier equipo profesional, las malas madres de Mairena se reúnen tres días a la semana como mínimo, con mucho trabajo físico y muchas ganas de aprender. Por el momento, preparan con detalle su cita del próximo sábado, y ya se ha programado la segunda concentración en Madrid en mayo, y la tercera, sobre el mes de junio en Vitoria.

El Rugby Malas Madres empezó como una manera de “hacer algo de ejercicio” y conocer más el deporte de sus hijos. Pero, como dice María, “desde el primer entrenamiento me enganché, y he encontrado a una gran familia en este deporte”.

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